TUVE LA OCASION de visitar el impresionante campus universitario del Tecnológico de Monterrey en la ciudad de México. Es apenas uno de los treinta que posee esa universidad privada, en la cual estudian más de 100.000 personas. Por cuanto el TM también opera una de las más importantes universidades virtuales del mundo, el conflicto entre lo real o lo virtual, debe estar presente al presupuestar.
Ya me imagino las discusiones. De un lado los tradicionalistas, los que abogan por más aulas, quienes de seguro aún constituyen la mayoría del profesorado. Del otro lado, los virtuales, quienes probablemente pelean por servidores más rápidos y por mayores asignaciones publicitarias con las cuales asegurar que puedan permanecer en la lista de las universidades virtuales sobrevivientes. En esto último tienen razón, ya que será en los próximos años... o meses, que se definirá quiénes serán los líderes virtuales de las próximas décadas.
Hasta la fecha, los tradicionalistas con seguridad habrán fundamentado sus solicitudes sobre la base que una universidad con presencia física, es la única universidad capaz de producir los resultados esperados... y la mayoría de nosotros tenderíamos a estar de acuerdo. Pero, por los corredores ya se comienza a oír el rumor de que los análisis de las primeras camadas de estudiantes virtuales, sorpresivamente están demostrando una superioridad académica muy real. Lo anterior no me consta, pero como para obtener un título académico estudiando por una vía virtual, seguramente debe requerir de mucha motivación, de repente termina siendo cierto.
¿Qué pasaría si en pocos años los graduados virtuales son considerados como los mejores? Para comenzar, debemos recordar que al mercado de trabajo lo que le importa es la calidad profesional del graduado y para nada el hecho de que si éste lo haya pasado bien durante sus años universitarios. Por lo tanto, si las empresas comienzan a solicitar graduados virtuales, pues a estudiar virtual todo el mundo... así sea desde las aulas.
Entre los profesores, que no cunda el pánico. El estudio virtual requiere de asistencia individual, por lo que no solamente seguirán siendo necesarios, sino que quizás hasta puedan dar sus clases desde la playa. Considerando que un cierto roce físico entre los estudiantes parece importante, también se podrá dar uso a las tantas aulas actuales, convirtiéndolas en cuartos hoteleros que puedan recibir a los virtuales durante unas semanitas de contacto físico.