marzo 25, 2006

¿Hizo bien el Ministro?

Acabo de publicar Voice and Noise" un libro en inglés en el que principalmente discuto temas observados durante mis dos años como director ejecutivo en el Banco Mundial (BM), 2003 y 2004, por Venezuela y siete países más.

Aun cuando les suene extraño mi elección para ese cargo resultó de un proceso que se inició en un foro en el Internet donde, el entonces ministro Felipe Pérez solicitó expresiones de interés. Yo, siempre optimista, le envié al ministro mi currículum, recordándole que provenía del sector privado y no del público, que era un independiente un "radical del medio"; que no tenía el menor interés en callar mi propia voz por ir a Washington; pero que si el gobierno era capaz de convivir con todo aquello, yo me sentía capaz y orgulloso de hacer un buen trabajo para el país. Por cuanto sólo conocía al ministro de cuando una vez me invitó al IESA a dar una conferencia sobre los impuestos al petróleo en países consumidores, no me hice mayores ilusiones y de hecho todo se me olvidó. Al mes, de repente, el ministro me avi sa por el celular que había sido no minado.

Por supuesto que el nombramiento de un director ejecutivo, políticamente independiente, sin trayectoria en el sector público y seleccionado en la red, también causó mucha sorpresa en el BM y por lo que hoy bien vale la pregunta que titula este artículo. Su respuesta no es sencilla.

PRIMERO. Fue mi selección simplemente un accidente, una locura del momento, algo que no ocurrirá más nunca o fue sólo la punta del iceberg de una nueva manera de hacer las cosas. Si sólo fui un accidente, que buena suerte la mía, pero la verdad es que los actuales avances tecnológicos pueden estar augurando importantes cambios en nuestras formas de gobernar. En un futuro, en lugar de estar haciendo política sobre la base de encuestas, podemos estar en capacidad de ejecutar referendos diarios, con todos los ciudadanos, a cero costo, para bien o para mal. En tal sentido y por cuanto Felipe Pérez es una persona que parece creer mucho en el potencial revolucionario de una transparencia sustentada en el uso de la tecnología, mi elección puede haber sido precursora y el ex ministro un profeta. Yo, aun cuando albergo ciertas dudas sobre donde nos pueda llevar tanta transparencia, apoyo esa posibilidad por cuanto suena como un paso evolutivo para la sociedad.

SEGUNDO. De un director en el Banco Mundial se espera que en base a sus propios criterios actúe considerando tanto los intereses de sus representados como los intereses propios de esa institución. Lo anterior no es fácil para nadie y la pregunta sería si alguien con mis características, puede lograr caminar esa cuerda floja. Si bien es cierto que quien provenga del sector público y es nominado por razones políticas de seguro que representaría mejor los intereses a corto plazo del gobierno de turno, un jugador libre como yo, y en cuanto pueda aportar perspectivas distintas al debate de repente puede resultar más útil tanto para la institución como para el país.

Subjetivamente, no me cabe la menor duda que el ministro lo hizo... ¡Muy pero muy bien! Tuve una experiencia increíble, aun cuando por supuesto algo surrealista, y con mi independencia creo haber cumplido responsablemente con los intereses de mi Venezuela, de los demás países amigos que representé, del propio Banco Mundial y con los de este pequeño planeta en el cual todos nos buscamos relacionar. Así que... ¡Gracias Felipe!

El Universal

marzo 23, 2006

De unidos y divididos

La oposición deshojando su margarita del votar o no votar a veces parece olvidarse de que para ganar votando, teóricamente, necesita la mayoría con un solo voto, mientras que para ganar no votando requieren de muchísimos votos más. No obstante, por mucho que hoy puedan sentirse divididos, comparados con el oficialismo, están increíblemente unidos. En los vasos donde el liderazgo de la oposición busca dilucidar sus diferencias existen tormentas pero, allá afuera, en las aguas del oficialismo, lo que se deslumbra venir es un Tsunami.

El país es actualmente como un estacionamiento asfaltado y toda la lluvia petrolera que le caiga se escapará por la vía de las importaciones o de la fuga de capitales. Dada la poca capacidad de absorción causada por una menguada oferta interna de bienes, el buscar remediar lo anterior con unos muros de contención sólo produciría una inflación explosiva.

El país requiere entonces de la confianza que prepara la tierra para poder recibir la siembra; de la inteligencia para seleccionar el que sembrar; de la capacidad para sembrar, abonar y cuidar lo sembrado y, finalmente, de la honestidad para cosechar y repartir la cosecha de manera justa. ¡Vaya tarea! Lograrlo decididamente requiere, como mínimo, eliminar la corrupción, no sólo aquélla que trafica con dinero, sino también aquélla que remunera a los supuestos incondicionales con cargos para los cuales son ineptos. ¡Vaya bomba divisiva para el oficialismo!

A la oposición, para lograr la mayoría que defina los resultados a su favor, le podría bastar con quedarse sentada esperando, aún cuando ciertamente les haría bien tener un plan de acción y un candidato que motive sus propias filas, por supuesto, siempre y cuando tanto el plan como el líder no constituyan un obstáculo para atraer a los descontentos.

Chávez intuye lo anterior, por lo que anda dando tumbos buscando como loco esa nueva pega-loca que pueda sustituir la corrupción y que le sirva para mantener a sus tropas unidas, ya que su propia capacidad aglutinadora ha perdido efectividad tras demasiados años de campaña y demasiadas contradicciones. Además tiene el problema de que no sólo necesita ganar las elecciones, sino que también debe conseguir la llave que le permita introducir un cambio total, dado que otros seis años iguales a los ocho que habrán transcurrido, si que no lo aguanta nadie… por lo que desde ya sabe que no llegaría al final de su hipotético período nuevo.

Publicado en Caracas, en El Universal, el 23 de Marzo de 2006