LA ENFERMERIA es una de las profesiones cuyo valor relativo está aumentando vertiginosamente como consecuencia de su globalización. Cambios demográficos y un cierto desinterés por la profesión en los países desarrollados dibujan una bonanza para la profesión por lo menos en cuanto a posibilidades de trabajo.
Para quien dude de lo anterior, lo invito a estudiar los programas de inmigración que se ofrecen en el mundo y comparar la dificultad que tiene un economista, un ingeniero, un abogado y un administrador comercial para conseguir visas, aun asesorado por costosos abogados, con la facilidad con la que una enfermera puede conseguirla, ella solita. Es más, ya se conoce de médicos filipinos, que descienden a la enfermería para así lograr acceso a mejores condiciones de trabajo.
Por supuesto hay quienes critican tal evolución con el argumento de la "fuga de cerebros", sosteniendo que sólo permaneciendo en su país puede la enfermera devolverle a la sociedad lo que la sociedad invirtió en ella. ¡Pamplinas! ¿Por qué hemos de alegrarnos cuando unos jugadores de beisbol compatriotas tienen éxito y alcanzan las ligas mayores y al mismo tiempo lamentarnos cuando unas enfermeras obtienen una mejor posibilidad profesional? La fuga de cerebros jamás me ha preocupado, es la fuga de los corazones la que me duele. Siempre que no se olviden de donde vienen y a donde quieren regresar, sólo podemos alegrarnos por el éxito de nuestras compatriotas.
Su éxito aumentaría además nuestras posibilidades locales. Una vez que el país se dé a conocer en el mundo como una fuente de buenas profesionales en la enfermería, más fácil será atraer una clientela internacional para las otras actividades relacionadas, tales como hogares de cuidado para la tercera (y cuarta) edad.
Las universidades tienen ahora el reto de buscar incluir en sus respectivos pensa de estudios de enfermería el aprendizaje de otros idiomas, así como lograr los intercambios académicos con universidades internacionales, que le faciliten a estas profesionales obtener las certificaciones que verdaderamente las pondrían a valer en otros países.
Como es normal, el principal obstáculo a nuestras posibilidades de éxito se encuentra en los acomplejados politiqueros que prefieren, o más bien requieren, mantenernos en la ignorancia.