agosto 12, 2010

Capital social en rojo

Visitando a mi madre quien vive en Suecia tuve la necesidad de alquilar un remolque algo grande en una gasolinera. El joven empleado me pregunto mi nombre, mi teléfono y si deseaba pagar el alquiler ahora o después. Le respondí “después” y me dijo “llévate el número cuatro”. Salí de la gasolinera con el remolque sin haber pagado o mostrado cualquier tipo de identificación.
¿Esa mayor confianza que se tienen los ciudadanos entre sí en un país como Suecia, qué valor tiene? Exactamente no lo sé pero estoy seguro que el valor de una gran confianza entre los ciudadanos es alto y que el costo de la desconfianza también.
Hace algunos años alguien le pregunto a mi madre sobre el porqué no utilizaba los servicios de una enfermera que el Estado se ofrecía proveerle de manera gratuita para ayudarla a cuidar a mi padre que se encontraba enfermo. La oí responder “estoy seguro que hay quienes lo necesitan más.”
¿Esa mayor disposición de asumir una responsabilidad social y de evitar abusar lo ofrecido, qué valor tiene? Exactamente no lo sé pero seguro que tener ciudadanos con mayor responsabilidad social y así poder más fácil librarse de los mega-abusos sociales debe tener mucho valor para cualquier país.
Durante los últimos diez años, en materia de confianza entre los ciudadanos; de responsabilidad social y falta de abuso… ¿cuánto ha perdido Venezuela? ¿Tiene Venezuela con qué gastarse otra década igual de pérdida en valores sociales? ¡No! Extrapolando el capital social de la nación quedaría en rojo.
No cabe la menor duda que el gobierno, el cacique petrolero de turno, tiene la mayor responsabilidad por las pérdidas de capital social de la nación… pero, francamente, la “oposición” con su silencio, tampoco tiene mucho con qué lanzar la primera piedra.
Quienes no son capaces de sembrar la confianza entre todos los ciudadanos y solo buscan hacerlo entre los suyos, por cuanto no les importa los otros, o lo creen políticamente equivocado, no son los líderes que necesitamos para aumentar el valor social de Venezuela.
Quienes no son capaces de denunciar lo socialmente criminal de una gasolina regalada y de cupos Cadivi, por cuanto no les importa, o lo creen políticamente equivocado, o hasta lo disfrutan, tampoco son los líderes que necesitamos para aumentar el valor social de Venezuela.
Por cierto, para nada deseo implicar que Suecia sea una tacita de plata (mi madre por supuesto que sí lo es) y que Venezuela carezca totalmente de valores sociales. Mi intención es solo recordar que el capital que representa los buenos valores sociales no es algo que se gana en la lotería o se paga con el petróleo, sino algo que requiere de mucho esfuerzo, tanto para construir como para cuidar.
Y si las élites del país no saben de valores sociales, ni les importa mucho el construirlos, a cuenta de qué pueden esperar que unos “políticos” se los consigan.

agosto 05, 2010

El Sueldo

Durante una reunión internacional un reportero le pregunto al más alto funcionario venezolano ahí presente, “¿Quien le paga el sueldo a Usted?”. Su respuesta, “El pueblo de Venezuela”. O ése funcionario miente con asombrosa desfachatez, o es tan estúpido o inocente que se lo cree.
Solo para comenzar, si acaso los ciudadanos de Venezuela de verdad pagasen los sueldos de los funcionarios públicos, puede que ese funcionario ni siquiera estuviese representando al país; y aun cuando así fuese, de seguro que sus emolumentos de viaje serían tanto menores que en términos relativos hubiese acudido a la reunión en burro.
El sueldo, las prestaciones, los aviones de pocas plazas, las lujosas habitaciones hoteleras, los exquisitos restaurantes, los flux azules, las corbatas rojas, el diseñador de bigotes, el pulidor de zapatos y vocabulario, el maquillador, los guardaespaldas, y todo lo demás ingresos directos e indirectos de un alto funcionario público venezolano que dice respetarse, se cancelan ante nada con las generosas resultas petroleras que El Sistema le retiene al pueblo.
Si todo el ingreso del gobierno proviniese de los impuestos; no tanto de los impuestos anónimos como el IVA donde no queda el rastro final de quién lo pago; sino principalmente de los impuestos personales, con los de fortunas pagando millones y los pobres así sea una locha… ¿quién se puede imaginar que tuviésemos un gobierno como el actual?
No olvidemos que la Venezuela petrolera actual no es un país en el cual la ciudadanía le entrega recursos al gobierno para que éste gobierne para ellos, sino un país donde El Sistema retiene las resultas petroleras para que el gobierno gobierne a la ciudadanía. La diferencia, como entenderán, es verdaderamente abismal.
Solo para comenzar, por cuanto los ingresos del gobierno dependerían de cuán bien le va a los ciudadanos, en lugar de solo cuán bien le va al petróleo, de seguro que funcionarios públicos como el entrevistado se dedicarían a conseguirnos amigos más interesantes y menos bufos, en lugar de echárselas creándonos enemigos importantes.
Solo para comenzar, por cuanto los ingresos del gobierno dependerían de cuán bien le va a los ciudadanos, los burócratas públicos, en lugar de invertir nuestro dinero en sus nada rentables ocurrencias, harían lo posible por crear las condiciones que permita que las inversiones de los ciudadanos prosperen.
Solo para comenzar jamás se hubiese planteado la ridícula posibilidad que el sueldo de un funcionario público fuese cosa privada y no del conocimiento público.
Urgentemente necesitamos dejar ser un petro-estado donde el gobierno condescendientemente y como le da la gana le pasa un dinerillo a sus súbditos; para pasar a ser un país donde son los ciudadanos quienes pagan los sueldos de sus funcionarios públicos.
Para lograrlo necesitamos transformar en realidad el mito que “el petróleo es nuestro”. ¿Puede haber un mejor proyecto político alternativo que ése? ¿Puede haber una mejor manera de corregir los errores de cuartas y quintas?
Ante las elecciones oímos a los oficialistas desesperados de nuevo recurrir al refrán azul-azulito del “amor con amor se paga”. Tendrían razón, excepto que amor comprado con nuestro petróleo jamás es amor verdadero por lo que jamás se puede pagar con amor verdadero. Además, lo que más necesita el país es de buenos funcionarios públicos, y no de malos amantes.
El Universal