junio 21, 2006

Distintamente Igualitos

Oímos con tanta frecuencia hablar sobre la importancia de encontrar nuestra identidad, que a veces se nos olvida que nuestra realidad humana también es la de compartir muchas identidades, por lo que aún cuando debemos sentirnos identificados, igualmente debemos evitar que se nos encasille en “cajitas de miniatura”, según lo predica mejor que nadie Amartya Sen, el premio Nobel en economía de 1998, quien también es un profesor de filosofía, y que parece encaminado a un premio Nobel de la paz.
Sen, en un reciente libro suyo titulado “Identidad y Violencia” ataca con vehemencia a quienes siembran divisiones, creando identidades malas, frecuentemente con malas intenciones. De sus propias memorias de niño, en la India de los años 40, Sen nos recuerda la “rapidez con la cual los seres humanos de mente amplia de Enero, de repente se transformaron en los despiadados Hindúes y los feroces Musulmanes de Julio”, con el resultado de que cientos de miles de personas fueran asesinadas por turbas comandadas por carniceros, que actuaban todos en nombre de su “propia gente”.Sen concluye que “La violencia es fomentada por competentes artesanos del terror que le imponen a gente crédula, identidades singulares y beligerantes.”
Lamentablemente, Sen tampoco tiene dificultad en encontrar ejemplos mas recientes, Rwanda, Yugoslavia y hasta las prisiones de Abu Graib son todos casos donde el terror tiene su origen en el “tú sabes, es que son muy distintos a uno”. Por supuesto, que del libro de Sen a nuestra actual realidad venezolana de chavistas y no chavistas, unas identidades divisivas y sin sentido de las cuales ni soñábamos hace menos de una década, dista demasiado poco como para no sentirnos angustiados. 
Amigos, desautoricemos en todo momento y en todo lugar a quienes instigan para darnos una identidad que sólo sirve para dividir y busquemos con un humanismo desaforado todas aquellas identidades que nos unen, tales como la de venezolanos, padres, madres, hijos y el gusto por las arepas.
Amigos, no permitamos que nos dividan en un ellos y un nosotros ya que, como humanos, en cada uno de nosotros hay muchísimo de ellos y, en cada uno de ellos, hay tantísimo de nosotros, tanto que a la hora de la verdad todos somos distintamente igualitos. Si lo anterior les parece recetar un cierto trastorno colectivo de personalidades múltiples, pues que así sea, la salud mental de nuestra Venezuela depende de ello. 

junio 18, 2006

Se le escaraperlo por completo a Vargas Llosa.

Alvaro Vargas Llosa publicó hace unos meses un artículo del “Por qué la izquierda debiera escarapelarse ante la mera mención de Hugo Chávez”… me imagino una vez esa izquierda haya buscado el significado de escarapelar, que según veo tiene que ver algo con el raspar, con un escarpelo, que tampoco sé lo que es.

Vargas Llosa elabora una larga lista de razones por la cual la izquierda debe cortar con Chávez, algunas más discutibles que otras, pero la principal y la más obvia se le escapo por completo al autor.

En Venezuela, muy próximo a los ocho años de estar gobernando un Chávez “socialista”, la gasolina aún se vende en menos de cuatro céntimos de dólar por litro comparado con los 160 céntimos por litro al cual se vende en Europa, cuarenta veces más, 4.000% más.

Como consecuencia de lo anterior y por cuanto el valor de la gasolina en todo el mundo, excluido los impuestos, es aproximadamente de 64 céntimos por litro, el “socialista” Chávez le hace entrega directa de 60 céntimos por litro de gasolina a los “con carro” de los recursos que podrían ser usados para los “sin carro”, e incentivando de paso la contaminación ambiental

La anterior política pública le debe sonar tan horrible para un europeo, izquierdista o no, que no solo les significaría tener que retirarle el apoyo y cortar todo los vínculos con ese el militar que usurpa un manto ideológico, sino que tendrían que iniciar un proceso para excomulgarlo.

¿Porque no ocurre? O porque no lo saben, o porque les conviene hacerse los Suecos.

junio 17, 2006

Nuestros “justos” jueces saben que los envían a un Auschwitz.

Cuando de nuevo leemos sobre las vergonzosas condiciones que rigen en las cárceles en muchos de nuestro países latinoamericanos no queda mas remedio que recordarle otra vez a nuestros jueces que cada vez que envían un reo ahí, puede ser igual como si enviasen alguien a un campo de exterminación tipo Auschwitz. ¿Quieren que los ciudadanos los demandemos en La Haya? Cuando comprenderán quienes buscan reformar nuestros sistemas judiciales que para que exista justicia es más importante que existan unas cárceles decentes a que una Corte Suprema de Justicia se ubique en un edificio impresionante.

El Universal, 24 de Mayo de 2005