septiembre 09, 2002

MEA CULPA

QUE en la mitad de tu vida te corten las alas, pierdas tu empleo y tengas que ir a casa con la sospecha de que o consigues algo rápido o pronto estarás demasiado viejo... es algo horrible, aun en una cultura donde no esperan que vayas a lanzarte por un barranco, para evitar ser una carga para la sociedad, como lo hacían los vikingos.
No obstante, el que a un joven se le esté negando la posibilidad de usar por primera vez sus alas y no pueda alzar el vuelo en ese primer trabajo, que lo haría sentirse hombre, es más que horrible... ¡es criminal!... Como criminal ha sido la negligencia de nuestra sociedad al ignorar la necesidad de generar empleos... a como dé lugar.
En julio de 1997 escribía. 'La industria petrolera no es una gran generadora de empleo y además, por los ingresos que le produce al país, sostiene la paridad cambiaria alta, dificultando mantener la competitividad de las actividades económicas intensivas en mano de obra. Ahora bien, si sabemos esto ¿cómo es posible que seamos tan puritanamente neoliberales que aceptemos recetas tales como proteger nuestros parques públicos, mediante el cobro de derecho de acceso a los mismos, pero nos desmayamos ante la posibilidad de darle un poco de protección arancelaria a ese inmenso parque público, llamado la agricultura?'.
Hoy, cinco años más tarde, sólo nos resta constatar que el país siguió con la manía de querer estar en el 'Fashion Global Club', así fuese pagando una fortuna en pérdidas de empleo y, parafraseando a Groucho Marx, sin darnos cuenta que no nos convenía estar en un club que tanto nos deseaba como miembro.
Nuestra generación, la que recibió de todo, la capacitada por Funda Ayacucho, es la responsable de que el país esté a punto de perderse y NO EXISTEN EXCUSAS. Churchill, si resucitara, probablemente nos diría que nunca tantos, con tanto... hicieron tan poco por su país.
¿Qué podemos hacer para redimirnos ante la historia? ¡Muchísimo! ¡Gracias a Dios! Pero todo comienza por entender, que sólo en la unión puede estar la solución.
¿Cómo lograr esa unión? Como ya dije en algún artículo reciente: no limitándonos a ofrecerle al país una puerta de escape, un retorno a la mediocridad, sino buscando rescatar la capacidad de soñar, mostrándole una puerta de entrada a algo grande.
En un mundo donde está evidenciado que el recurso más escaso es el empleo, una buena meta sería que Venezuela le garantice alas a todos, viejos y jóvenes.