septiembre 12, 2002

De Andersen y otras cofradías

Lou Dobbs, en su programa de CNN, sostuvo que“No es posible, que porque algunos de los contadores de Andersen (caso Enron) hayan cometido algunos errores, se enjuicie a toda esa empresa, afectando la fuente de empleo de miles de personas…”. No sólo que es posible, sino que así debe ser. Durante décadas miles de profesionales de Andersen gozaron “las maduras”, por trabajar guapos y apoyados bajo el manto de esa reconocida “marca”, así que, lo justo es que ahora acepten “las verdes”, como lo hemos tenido que hacer tantos independientes, desprovistos de semejante armadura.
Hace dos años, en una junta directiva de una empresa industrial intervenida por el Estado, uno de los burócratas de Fogade nos informó, que en lo sucesivo, todos los avalúos y las valorizaciones de “empresa en marcha”, debían ser hechos por empresas vinculadas a las consultoras internacionales de renombre y no por profesionales venezolanos independientes, por muy buenos que fuesen. Obviamente que todos entendemos, que si se busca obtener el precio máximo por la venta de una empresa venezolana a un inversionista internacional, no hay duda de que tal meta se facilita si los avalúos son efectuados por una empresa con la que el inversionista se sienta identificado… no obstante, tengo que confesarles… que me provocó cachetear al pobre mensajero.
Durante los próximos años seguramente presenciaremos intensas discusiones mundiales sobre el tema de la liberación del comercio internacional en el campo de los servicios. Si nos descuidamos, corremos el riesgo de quedar amarados para siempre a la necesidad de pagar un peaje o vacuna por cualquier servicio que necesitemos, lo que, en esencia, sólo constituye una pobre versión globalizada de las cofradías o gremios medioevales.
Francamente no me gusta la idea de limitar el acceso a los servicios, pero si debo elegir entre decretar formalmente que “toda contabilidad de una empresa venezolana deba, hasta cierto grado, ser efectuada por un contador venezolano” o aceptar, de facto, que toda contabilidad tenga que ser efectuada por una de las grandes… yo me quedo con la primera alternativa… ya que, si me equivoco, siento que por lo menos es a favor de los míos.
Y de que son grandes, lo son, basta observar el listado de las 100 empresas contables más importantes de los Estados Unidos para el 2001, donde las cinco primeras (hoy cuatro) se llevaban el 87%, dejando sólo el 13% a las restantes 95… ¿donde está procompetencia en ese campo? 
Lo anterior nos debería hacer meditar acerca de la conveniencia de que en asuntos tan delicados, como la búsqueda de una evaluación objetiva del significado, que debería tener para Venezuela, el proceso de internacionalización de PDVSA, tratemos de evitar que las responsabilidades queden diluidas o amparadas bajo un velo corporativo y lejos de contratar con una neo-cofradía tipo Andersen, más bien busquemos profesionales, que con su propio nombre, apellido y residencia le respondan al país y a sus hijos por la transparencia de los resultados. 
El Universal