Hace poco creía imposible que la oposición tuviese tiempo para montar una real ofensiva electoral al chavismo. Ya no. No contaba con la capacidad de Maduro y sus íntimos, de pasarse tan de maracas e inventar tanto maloso en tan poco tiempo.
Chávez lograba dirigirse con fuerza a sus más radicales, pero por simpatía y habilidad, siempre dejaba la puerta abierta para que una numerosa parte de la población, esa no tan enferma de resentimiento agudo, no enfrentase obstáculos imposibles al momento de querer votar por él.
No así Maduro, el desfile de barbaridades que actualmente observamos, impedirá a millones de chavistas a votar por él.
Las relaciones de Chávez con Cuba, si bien le resultaban muy incómodas a la mayoría chavista nacionalista, le eran perdonadas, por cuanto se percibía que por lo menos mantenía una relación del tú a tú con los cubanos, y lo cual no dejaba a Venezuela totalmente humillada. No así Maduro, quien despliega las características de ser un incondicionalmente sumiso a Cuba, y por lo que muchos chavistas presienten que en él no hay quien defienda a Venezuela.
El chavismo está también consciente de que Chávez nombró a Maduro heredero para, como presidente, llevar su revolución adelante, pero no así para que Maduro y su grupito íntimo, se tomasen las prerrogativas de actuar como siendo ellos Chávez. ¿Querrá Maduro también un puesto en el Panteón? ¿Querrá Maduro también quedar embalsamado? ¿Cree Maduro que Chávez hubiese aceptado ver su revolución convertida en una simple dinastía roja hereditaria?
¿Será que Maduro no entiende que por cada chavista nutrido por el resentimiento oficialista, hay diez que intuyen muy bien que el resentimiento no es nada productivo y que ante nada perjudica al resentido?
¿Y será que ni siquiera Maduro y su gabinete de juguete se preguntan cuánto más estará pagando Venezuela y Pdvsa en intereses, sólo por asustar a los acreedores con declaraciones tipo Corea del Norte? Y todo como si los acreedores ya no andaran lo suficiente nerviosos preguntándose, sobre si el chavismo sin Chávez, tiene cómo convencer a los suyos en honrar las deudas.
¿Y será que Maduro y sus íntimos no entienden que por cada llamado a los milicianos que hacen, se les para los pelos de punta a la inmensa mayoría de chavistas que no son milicianos?
¿Y será que Maduro y sus íntimos no entienden que incitar a los que asustan, anima la criminalidad callejera y hace aún más ingobernable el país?
¿Y será que Maduro y sus íntimos no entienden que incitar a los que asustan, azuza el fuego de ese paralelo cambiario que no se puede nombrar?
¿Y será que Maduro y sus íntimos no entienden, o no les importa, que las consecuencias de incitar a los que asustan, lo pagarán ante nada los pobres?
¿O simplemente será que Maduro y sus íntimos no entienden que ni remotamente tienen, la capacidad de Chávez para luego controlar a quienes han incitado asustar?
La revolución bolivariana es un producto malo que debería ser etiquetado con: "Advertencia, siembra odios y es peligrosa para el país". No obstante Chávez agarraba su producto con mucho cariño en sus manos, y cuan encantador de serpientes publicitario, lo sabía vender a muchos.
Maduro, por cuanto se le ve que para nada le convence ese producto, trata de venderlo de manera obligada. Así no comprará la mayoría del chavismo la revolución, y menos aún la gran mayoría del país. Así que Maduro perderá, por demasiado pasado.