Lo sabiondo no tiene hogar fijo. Permítame dejar al lado la crisis causada en Venezuela por el sabiondo sobre-primitivismo para explicarles la crisis financiera internacional que resulto de un sabiondo sobre-sofisticación, impuesta arrogantemente por los reguladores de la banca del Comité de Basilea.
Esos reguladores, con un solo objetivo, el de eliminar las quiebras bancarias, como si el no quebrar fuese el único objetivo de un banco, impusieron, arbitrariamente, unos requerimientos de capital a la banca que discriminaban sobre la base del riesgo de incumplimiento, tal como éste fuese percibido por las tres humanamente falibles agencias calificadoras de crédito.
En tal sentido, por ejemplo, si un banco le presta a una empresa mediana, de aquellas que no pueden darse el lujo de pagar por una calificación de crédito, se le requiere tener un 8 % en capital, pero, si el banco le presta a una empresa calificada como AAA, o a un país soberano que como Grecia clasificaba durante los últimos años entre A+ y A-, entonces bastaba con el 1.6 % de capital.
Por cuanto los créditos percibidos por el mercado como de poco riesgo ya son beneficiados con menores tasas de interés, lo anterior sólo subsidio el natural sesgo adverso al riesgo y provocó, como era de esperarse, una gran demanda por instrumentos calificados como AAA. Como lo que unos reguladores deberían haber intuido, si hubiesen pateado las calles, si el mercado demanda AAA, pues el mercado suple AAA, así sea de una calidad inferior.
Como consecuencia, trillones de dólares cayeron sobre el precipicio de los instrumentos colateralizados con hipotecas pésimamente otorgadas al sector “subprime” en los Estados Unidos. Que el desastre no haya sido mayor, aún, sólo es el resultado de que el gobierno de los Estados Unidos les lanzo a los en caída libre un paracaídas inmenso. Ese paracaídas fue comprado, financiado, y falta ver si hay con qué pagarlo.
Y a causa de esas mismas regulaciones, las deudas públicas de muchos países, como los de Grecia, explotaron. Vale la pena destacar que al prestarle a “soberanos” calificados como AAA, la banca, increíblemente, no tiene requerimiento de capital alguno.
Y no es que el desastre no se veía venir. Ya en noviembre 1999, en Economía Hoy, escribí: “El Big Bang que más temo, es el que puede ocurrir el día en que aquellos genios reguladores de la banca en Basilea, jugando a dioses, logren introducir un error sistemático en el sistema, que cause la quiebra del UBM (Único Banco Mundial) u otro dinosaurio financiero sobreviviente.”
En enero de 2003 termine una carta publicada por el Financial Times de Londres diciendo “Todo el mundo sabe que, tarde o temprano, las calificaciones emitidas por las agencias de crédito son solo una nueva variedad de riesgos sistémicos listos a ser propagados por el mundo a velocidades modernas”
Y en Octubre de 2004 en el Banco Mundial, como Director Ejecutivo, advirtiendo sobre la calidad de los análisis de crédito dije: “Creo que muchos de los mercados financieros están siendo peligrosamente sobre-extendidos a cuenta de una exagerada dependencia en modelos financieros intrínsecamente débiles basados en series estadísticas muy cortas y en dudosas premisas de volatilidad.
Y así como yo, hubo otros que advirtieron, por lo que dejo constancia que es todo un mito aquello que la crisis resulto por causas impredecibles... o por una desregulación.