Los desequilibrios entre los países con superávit, encabezados por la China y los países con déficit, encabezados por Estados Unidos; así como la creencia generalizada de los mercados de haber derrotado la inflación para siempre, logrado diluir los riesgos hasta hacerlos desaparecer en el océano global y eliminado la volatilidad excesiva de los mercados, proveyeron el uranio enriquecido necesario para fabricar la bomba que provocó la reciente crisis financiera mundial.
No obstante, y que nadie se equivoque, la bomba AAAtómica financiera, la construyeron, sin intención, los reguladores de la banca en el Comité de Basilea, al ignorar que algo que se percibe como menos riesgoso puede generar descuido y por lo tanto ser mucho más peligroso que algo que todos conocen como riesgoso y estimula la precaución.
Los principales elementos de la bomba AAAtómica fueron los siguientes:
1. Unos requerimientos mínimos de capital para la banca basados en el riesgo percibido que los deudores no cumplan con sus pagos. Lo anterior si bien obligaban a la banca tener bastante capital para cubrir las operaciones riesgosas, al mismo tiempo les permitía tener muy poco capital para aquellas calificadas como de menores riesgos, con lo que se le dio inicio a un inmenso apalancamiento del sistema financiero.
2. Las calificadoras de créditos (CC). Para establecer los riesgos se nominó a 3 CC creando un oligopolio de información de riesgo, al mismo tiempo que se enviaba a los mercados un contundente mensaje subliminal que decía "Si las CC son lo suficientemente buenas para el Comité de Basilea deben ser buenas para Ustedes". Un regulador con algo más de sabiduría tenía que haber entendido que el incentivar al mercado para seguir las opiniones sobre riesgos de sólo unos pocos, tarde o temprano tendría que resultar en una catástrofe.
Dicho y hecho, las calificadoras de crédito señalaron con sus AAA a unos instrumentos financieros que estaban garantizados con unas hipotecas otorgadas al segmento de mercado conocido como "subprime", pero que pagaban algo más que los rendimientos otros instrumentos que portaban el mismo AAA. Lo anterior produjo una avalancha en la demanda de tales títulos, la cual sólo era posible satisfacer con hipotecas cada día peores, pero aun así siguieron siendo considerados AAA. Cuando entonces trillones de dólares finalmente desaparecen sobre el precipicio "subprime" y caen sobre un sistema financiero altamente apalancado, se detona la primera bomba AAAtómica.
Hoy el Comité de Basilea y las calificadoras de crédito siguen haciendo lo mismo y si algo discuten, es la posibilidad de elevar aún más el poder explosivo de la AAAtómica haciéndonos creer que las calificadoras de crédito, de ahora en adelante, serán mucho mejores, por lo que podemos seguirlas con mayor confianza. ¡Sálvennos! Ya la bomba AAAtómica que detonó causará más tragedia y miseria que las dos bombas atómicas antes detonadas.
No obstante, y que nadie se equivoque, la bomba AAAtómica financiera, la construyeron, sin intención, los reguladores de la banca en el Comité de Basilea, al ignorar que algo que se percibe como menos riesgoso puede generar descuido y por lo tanto ser mucho más peligroso que algo que todos conocen como riesgoso y estimula la precaución.
Los principales elementos de la bomba AAAtómica fueron los siguientes:
1. Unos requerimientos mínimos de capital para la banca basados en el riesgo percibido que los deudores no cumplan con sus pagos. Lo anterior si bien obligaban a la banca tener bastante capital para cubrir las operaciones riesgosas, al mismo tiempo les permitía tener muy poco capital para aquellas calificadas como de menores riesgos, con lo que se le dio inicio a un inmenso apalancamiento del sistema financiero.
2. Las calificadoras de créditos (CC). Para establecer los riesgos se nominó a 3 CC creando un oligopolio de información de riesgo, al mismo tiempo que se enviaba a los mercados un contundente mensaje subliminal que decía "Si las CC son lo suficientemente buenas para el Comité de Basilea deben ser buenas para Ustedes". Un regulador con algo más de sabiduría tenía que haber entendido que el incentivar al mercado para seguir las opiniones sobre riesgos de sólo unos pocos, tarde o temprano tendría que resultar en una catástrofe.
Dicho y hecho, las calificadoras de crédito señalaron con sus AAA a unos instrumentos financieros que estaban garantizados con unas hipotecas otorgadas al segmento de mercado conocido como "subprime", pero que pagaban algo más que los rendimientos otros instrumentos que portaban el mismo AAA. Lo anterior produjo una avalancha en la demanda de tales títulos, la cual sólo era posible satisfacer con hipotecas cada día peores, pero aun así siguieron siendo considerados AAA. Cuando entonces trillones de dólares finalmente desaparecen sobre el precipicio "subprime" y caen sobre un sistema financiero altamente apalancado, se detona la primera bomba AAAtómica.
Hoy el Comité de Basilea y las calificadoras de crédito siguen haciendo lo mismo y si algo discuten, es la posibilidad de elevar aún más el poder explosivo de la AAAtómica haciéndonos creer que las calificadoras de crédito, de ahora en adelante, serán mucho mejores, por lo que podemos seguirlas con mayor confianza. ¡Sálvennos! Ya la bomba AAAtómica que detonó causará más tragedia y miseria que las dos bombas atómicas antes detonadas.