No hay manera de explicarle a un ciudadano normal de un país normal el solo concepto de un Estado entregando divisas, a un precio muy por debajo del que debería ser su precio de transarse en un mercado libre, a los ciudadanos que deseen y tengan con qué viajar. Quien infringe la Ley y negocia su cupo de hecho aún cuando no de derecho se comporta de manera más responsable que quien se distrae en un viaje subsidiado al exterior.
No hay manera de explicarle a un ciudadano normal de un país normal el solo concepto de un Estado entregando un dividendo petrolero regalando gasolina a quienes tienen el vehículo necesario para cobrarlo. Quien infringe la Ley y contrabandea la gasolina al exterior de hecho aun cuando no de derecho se comporta de manera más responsable que el que quema la misma gasolina en una cola.
No hay manera de explicarle a un ciudadano normal de un país normal un control cambiario que abarata las importaciones pero al mismo tiempo imposibilita el mantener la competitividad del país en los productos transables. Quien infringe la Ley y con sus bolívares adquiere divisas para salvaguardarlas en el exterior de hecho aun cuando no de derecho se comporta de manera más responsable que el que consume cachivaches importados.
Darle a algunos solo por cuanto se visten de rojo rojito y a otros solo por cuanto pueden acceder los subsidios regresivos es para todos los fines prácticos, exactamente lo mismo. La tracalería no tiene color… la tracalería de muchos de los dizque bolivarianos es igualita a la tracalería conscientemente inconsciente de muchos de los escuálidos.
Con frecuencia he sostenido que a nuestro querido país no debemos buscarlo donde creemos haberlo perdido, sino buscarlo donde lo queremos encontrar y donde yo quisiera encontrarlo simplemente no debe haber cabida para las locuras descritas ni lugar para justificar los abusos propios sobre la base de los abusos de los otros, entre las cuales siempre se encuentran las imbatibles tracalerías del tracalero mayor de turno.
Pero, con una oposición incapaz de protestar las irracionalidades cuando estas benefician los bolsillos de quienes creen sus simpatizantes, conseguir a nuestro país donde merece estar, es una misión casi imposible. A Venezuela la providencia le entregó el petróleo pero también las elites menos elites que puedan existir. Imagínense, éstas ni siquiera discuten la posibilidad que sea el ciudadano y no el Estado el responsable por la siembra de las resultas petroleras.
Como de nuevo alguien buscara negar su responsabilidad acusándome de estar influenciado por una herencia escandinava… de nuevo les recuerdo que la seriedad, la racionalidad económica, la justicia y el orden no tiene absolutamente nada de incompatible con un país de ciudadanos alegres y contentos… esa teoría de país tropical, solo la siembra y la enseña los que disfrutan de abusar y de revolcarse en una suciedad compartida.
Por favor, nuestro país y nuestros hijos se merecen mucho más que una nueva capa de pintura, se merece que lo reconstruyamos por completo.