enero 31, 2008

Si el conocimiento basta la sabiduría sobra

Lo menos que busco con estas líneas es transmitir algo de sabiduría, ya que estoy muy consciente de cuán correcto estaba Hermann Hesse cuando en Siddharta escribía que "La sabiduría no es comunicable. La sabiduría que un erudito intenta comunicar, siempre suena a simpleza". 
Y mucho menos aún busco transmitir algo, como un sabio, ya que reconozco muy bien la imposibilidad de serlo; tan claramente resumido por Sócrates cuando argumenta que la única posible sabiduría humana es saberse no sabio o sólo poseedor de una sabiduría absolutamente carente de valor.
Pero tanto ustedes como yo, quizás no en nuestras mentes, pero sí definitivamente en nuestros corazones, no obstante sabemos, o intuimos, o queremos creer, que existe alguien que es más sabio que otro. ¿Dónde? No sabemos, seguramente no entre los sabihondos. ¿Cómo llegó a serlo? El suponer que tiene que ver con Dios es un buen comienzo.
Digo todo esto por cuanto en un mundo de tanta información y de tantos conocimientos, vez tras vez nos enfrentamos al dilema de si los conocimientos bastan, entonces la sabiduría sobra y no vale nada; y temo que esas palabras encierran el peligro de que nos empantanemos para siempre en una dictadura del conocimiento.
No hay duda que nuestra sociedad está siendo cada día más arrinconada por los productores y los adoradores de la información y de los conocimientos, quienes no dejan el espacio suficiente para que los cuestionadores sitúen esa información y esos conocimientos en una perspectiva más correcta.
Lo anterior ocurre en todos los campos. Por ejemplo, en el área financiera ésa es la única explicación posible al hecho de que nuestros reguladores financieros hubieren asignado tan ingenuamente tanto poder de decisión sobre los flujos financieros a unas pocas y humanamente falibles calificadoras de crédito. 
Qué lástima que nadie les leyó a los reguladores el siguiente extracto de la Apología de Platón, donde hablando como Sócrates dice. "Los artesanos; por el hecho de que dominaban bien una técnica y realizaban bien un oficio, cada uno de ellos se creía entendido no sólo en esto, sino en el resto de las profesiones, aunque se trate de otros asuntos bien complicados. Y en mi opinión esta petulancia echaba a perder todo lo que sabían".
¿Y cómo nos libramos de esa dictadura del conocimiento, sin tener que, como algunos de nuestros primitivos, recurrir a ese remedio peor que la enfermedad que sería el culto a la desinformación y al desconocimiento? No es fácil, pero por lo menos creo que tenemos un mejor chance de ello si nos dedicamos a impedir la configuración de mayorías tecnócratas incestuosas en nuestros órganos de decisión. Equipos multidisciplinarios, con mucha variedad de experiencia y con mucha humildad, son los que deben configurar nuestras juntas y ministerios.
Introduzco el factor de humildad, por cuanto una de las principales razones por la que el mundo está pasando por la actual turbulencia financiera se debe a que muchos profesionales expertos simplemente no supieron o no se atrevieron a reconocer, como Sócrates sí supo hacer, que no entendían nada de lo que andaban aprobando. 
Amigos, recordémonos que el no entender lo que pasa, no necesariamente nos hace menores entendedores de lo que pasa.

enero 17, 2008

¿Precisión inexacta o desinformación precisa?

Entre las tasas de cambio de unos 200 países del mundo que a diario con cuatro decimales aparecen en el Financial Times, encuentro al "Bolívar Fuerte" y ruego que pocos de sus lectores entiendan el español por cuanto una cosa es sufrir la cursilería en casa y otra muy distinta verla expuesta ante todo el mundo.
Y me voy a la página del Banco Central y leo que a partir del 1 de enero de 2008 el reporte de Tipos de Cambio de Referencia que se publica diariamente por este Instituto expresará los tipos de cambio Bs./US$ y Bs./Divisa… con ocho decimales. ¡Ocho decimales! De hecho, abriendo el archivo correspondiente, encuentro que la tasa de cambio actual es de Bs. 2.15000000/US$. Curiosamente el adjetivo "fuerte" ahí no aparece por ningún lado… ¿Acaso posee el BCV una información privilegiada distinta a la del Financial Times?
No hay manera de entender el porqué se necesitan usar 8 decimales en un sistema de cambio controlado, donde además existe la prohibición expresa de informar sobre la otra realidad que anda por ahí. Si es que necesitamos establecer comparaciones con las tasas en periodos anteriores, por ejemplo a principios de 1999 cuando el actual patrón agarra la administración de la hacienda, creo suficiente indicar que la tasa de cambio era entonces de Bs. 0.56406 o sea se ha sufrido hasta la fecha una devaluación oficial de más del 281% (como 40% anualmente) eso sin hablar de la que anda por ahí.
Pero por supuesto la explicación de los 8 decimales debe ser esa manía de los políticos de tercera que cuando no saben nada de nada buscan ocultarlo tras la precisión implícita en el usar muchos decimales y en el pronunciar de manera exacta y muy fina cada letra de cada palabra.
Hablemos también sobre eso de ocultar la tasa que anda por ahí… ¿Quiénes se pueden beneficiar? Pues los cambistas que aprovechan la asimetría informativa. ¿Y quiénes se pueden perjudicar? Antes que nada el comprador de unos pocos dólares que ahora no tiene idea sobre cuál sería una tasa de mercado razonable y el gobierno. ¿El gobierno? Pues sí.
El que a la hora de la verdad necesita saber con más exactitud sobre todas las tasas cambiarias es el gobierno ya que el mundo formal y el informal se encuentran íntimamente conectados y sólo la continua comparación entre ellos le permite lograr el seguimiento indispensable para poder actuar de manera adecuada. Cuando no se alimenta suficientemente la demanda con dólares oficiales se dispara la tasa que anda por ahí y el gobierno no puede permitirse el lujo de que los diferenciales sean demasiado grandes y distorsionen toda la economía. Por lo tanto, de ser gobierno, yo más bien castigaría a quienes no divulguen las tasas de cambio que andan por ahí.
Y no vayan a creer que estas opiniones sólo son quejas de alguien que por principios o por echárselas de sofisticado y avanzado, se opone a un control cambiario. Al contrario con frecuencia he sostenido y escrito sobre la importancia que tiene un control cambiario para una economía pequeña como la de Venezuela. Claro está, el control cambiario que yo sugiero, exceptuando circunstancias muy especiales, no se enfocaría sobre la salida de las divisas sino sobre las entradas, ya que ante nada son los tsunamis que resultan cuando los océanos financieros globales se vuelcan sobre nuestra bañerita local, los que producen los verdaderos daños.
Amigos, el dicho dice "cuide los céntimos y el bolívar se cuida solo". Pues en nuestro país pusimos al patrón político a cuidar los bolívares y éste lo volvió céntimos, perdón, milésimas de céntimos. ¿Qué hay en nuestro futuro? ¿Lo mismo que con las afeitadoras, una hojilla más? ¿El bolívar requetefuerte?

enero 11, 2008

Hipotecas: El lado oscuro del saber

Hipotecas: El lado oscuro del saber

Todos elogiamos la economía del saber, pero no debemos olvidar que el desconocimiento tiene también un valor para la sociedad, o por lo menos permite que a veces sea más fácil de manejar. Permítanme ilustrar lo anterior haciendo referencia al sector de la salud y al de los créditos.
Si todos compartimos el mismo plan de seguro de salud, entonces todos participamos de manera solidaria en la buena o en la mala salud de los demás. Pero si se les permite a las aseguradoras discriminarnos, poco a poco quedaremos segmentados en muchos grupos de acuerdo con las proyecciones de nuestra salud que sean determinadas por lo que podría llegar a ser unas agencias calificadoras de salud individual.
Cuando el sector salud se limita a segmentar entre, por ejemplo, fumadores y no fumadores, las implicaciones no son muy serias por cuanto el fumar es una decisión voluntaria (supuestamente), por lo que el efecto disuasivo de tener que pagar unas primas mayores por fumar no es tan malo. Por supuesto, el voluntarismo puede exagerarse y de hecho ya hay compañías de seguro que ofrecen grandes descuentos de acuerdo al número de horas que se ejercite en un gimnasio.
Pero si a las aseguradoras se les permitiese usar toda la información disponible, como la que se obtendrá a la vuelta de la esquina con el mapeo genético, entonces podemos encontrarnos ante la peligrosa realidad de que algunos ciudadanos pagarían tasas de seguro de salud muy bajas, otros unas bastante mayores y algunos ni siquiera tendrían acceso a seguro alguno. En tal caso, ¿qué respuesta debe dar la sociedad para contrarrestar la desesperación de los últimos?
Algo similar ocurre con los créditos, como los de las hipotecas. Solía ser que el comprador de una vivienda, de acuerdo con su ingreso, calificaba para un mayor o un menor monto de crédito, pero las tasas a ser pagadas sobre tal préstamo no diferenciaba mucho entre un “buen riesgo” y un “no tan buen riesgo”. Ya no más. La actual economía del saber, de la información, clasifica ahora al mercado en muchas distintas categorías de riesgos y aún cuando esto se nos ha vendido como algo que crea mayores oportunidades para los compradores pobres, no necesariamente es así.
Mil dólares pagados cada mes durante 15 años, al ser descontados al 11 por ciento anual, por cuanto el prestatario se considera riesgoso, tienen un valor de 88.000 dólares hoy. Exactamente los mismos pagos, pero descontados a sólo el 6 por ciento, por cuanto el prestatario califica de poco riesgo, valen hoy 118.500 dólares… ¡Un 35 por ciento más! He aquí el problema actual de nuestros prestamistas que clasifican como “subprime”… no sólo tienen menos dinero, sino que además el poco que tienen vale menos.
Añadámosle a esto la posibilidad de que las calificaciones de crédito tampoco reflejen correctamente la capacidad y voluntad de repago de los prestamistas y podemos observar como estaríamos entonces introduciendo en nuestra sociedad unos riesgos estructurales insostenibles.
¿Pero qué hacemos ante la situación de que un mayor saber en algunos casos opera como un impuesto regresivo? ¿Estaríamos mejor regresando al oscurantismo? ¡Por supuesto que no! 
Pero de lo que si necesitamos es de esa humildad para reconocer que todo el saber necesita venir acompañada por una buena dosis de sabiduría… de ésa que no se puede comprar tan fácilmente en un banco de datos o simplemente contratando a un experto con un PhD.



enero 10, 2008

Cupos

Qué bueno fuese si todos los dólares preferenciales se repartiesen en cupos iguales entre todos los venezolanos con el explícito derecho de ser negociables, digo para que el subsidio implícito le llegue por igual al rico y al pobre y no como hoy, mayoritariamente a los vendedores internacionales de bienes y servicios, a los gestores e intermediarios y a los ciudadanos que más consumen dólares.
Qué bueno fuese si toda la gasolina que se vende a un precio menor que su costo de distribución se repartiese en cupos iguales entre todos los venezolanos, vía cupones negociables, digo para que el regalo de la gasolina le llegue por igual a rico y pobre y no como hoy, a quienes más la pueden consumir y contrabandear.
Qué bueno fuese si todos los derechos ciudadanos se repartiesen mediante un cupo igual a cada uno de los venezolanos, digo para que estos derechos amparen a todos por igual sin depender del color de la franela y del grado de necesidad con que se necesite de chuparle las medias al papaúpa de turno.
Qué bueno fuese si cada joven venezolano recibiese cupones, no negociables, con lo cual pudiera pagar todos sus estudios, digo para que le quede más claro a los maestros para quiénes deben trabajar todo el tiempo.
Genéticamente nos hemos convertido en una sociedad de arrastrados acostumbrados a tener que mendigarle favores a un sector político que, fascinado, encuentra en ello su mayor incentivo para aspirar a su cupo político. Lo triste es que la venezolanidad nuestra de hacernos los locos, nos impide darnos cuenta que podemos liberarnos de esa infectada llaga social, está a nuestro alcance, si sólo nos atrevemos.
Compatriotas, no quiero dólares preferenciales, no quiero gasolina gratis, no quiero ninguno de esos enredos administrativos… con que me den mi cuota parte del ingreso petrolero, la que por cierto a cada momento nos dicen que es nuestra, me basta y me sobra. Nuestra banca comercial es capaz de montar en poco tiempo un sistema ultraseguro y confiable que permita tal distribución.
Los gobiernos deben cobrar impuestos para cubrir sus gastos y hay una aceptación generalizada que estos deben basarse sobre una cierta progresividad que promueva una mayor distribución del ingreso. Este gobierno dice que distribuye sus ingresos considerando ante nada a los más necesitados, pero cuando nos ponemos a sumar la regresividad presente en el sistema de cambiario, en el subsidio de los precios de la gasolina y en los regalos a otros países, pues tendríamos que, como es costumbre reciente, mandarlos a lavarse ese paltó.
En Venezuela el día que nuestro éxito no dependa de nuestra capacidad para mendigar del sector público una cuota de favores algo superior al que logra mendigar nuestro vecino, o pedirle a otros que hagan el pedigüeñito a nombre nuestro, ese día sí podemos hablar de independencia en nuestro país.