diciembre 01, 2005

El guión de "Chávez"

Primer Acto. Venezuela tenía durante los años 80 una democracia que necesitaba rejuvenecerse y una economía que sufría de una fuerte resaca, como consecuencia de la borrachera producida por los excesos petroleros de los 70. Comenzando los 90, trató de curarse con una mayor descentralización de poderes (gobernaciones) y con un proceso de apertura comercial. Los cambios fueron demasiado rápidos, se cometieron errores y quedó servida la mesa para que algo ocurriese.

Segundo Acto. Aparece Chávez, uno de los mejores cuenta-cuentos que jamás haya visto el mundo y logra conectar con una audiencia ávida de cariño y de esperanzas, interpretando un sublime Hugo-es-como-tú-y-sólo-piensa-en-tí, sacado de ese libreto socialdemócrata, que se le había perdido a AD cuando descuidó la negociación de la apertura comercial, por hacerle caso a los fundamentalistas de esa época.

Tercer acto. Chávez logra subirse a la cúspide nutriéndose tanto del petróleo como del frondoso árbol del anti-yankismo, aprovechando que últimamente ambas fuentes han sido extraordinariamente generosas produciendo la savia con que alimentar a sus parásitos. Por si fuera poco, muchos de sus críticos, a quienes les gusta tener un enemigo importante, refrendan su éxito y elevan a este humilde soldadito y frustrado pelotero, a las alturas de ser un gran ideólogo visionario.

Cuarto acto. Buscando satisfacer las crecientes expectativas del público, Chávez sube a la escena a algunos de sus fanáticos, pero éstos no sólo resultan ser unos pésimos actores, sino que además, entre ellos, se le cuelan sus propios parásitos, dispuestos a chupar. El público comienza a reclamar; Chávez preocupado busca la suerte poniendo en escena unas tramas absurdas… y comenzamos a anticipar el final. Sabiendo que hasta el mejor actor se vuelve fastidioso, vemos como un protagonista cada vez mas nervioso e inseguro, inicia un vertiginoso joropo con el cual busca darle más y más a su audiencia, pero sólo logra entregar menos y menos… hasta que...

Aún no conocemos el exacto final, pero por cuanto la obra nunca representó en realidad un enfrentamiento entre dos visiones, sino más bien entre dos inmensas confusiones, desde ya sabemos que una parte del público saldrá contenta con la caída del monstruo, y otra muy triste, por la pérdida de su santo-líder. Lo trágico de esta bufa comedia convertida en tragedia griega, es que ahora ambos tendrán que buscar como convivir en un mismo país.

Caracas, 1 de Diciembre de 2005