La única búsqueda de unidad decente y responsable en la Venezuela de hoy es la que busca la unidad del país… lo otro es simplemente ya un vulgar sectarismo. Y, el único armazón para cualquier unidad, es un proyecto país que inspire. ¡Hoy simplemente no lo hay! ¡De ningún lado!
Para crear ese proyecto que tanto necesitamos, en un mundo de tantas transformaciones, es necesario analizarlo todo. En tal sentido, considero que el país debe preguntarse si en verdad necesita de unas defensas militares como las actuales. Quizás su eliminación pudiera abrir los espacios, que necesitamos para lograr un país mejor preparado para enfrentar los retos del mañana.
¿Necesita un país tener defensas? Por supuesto que sí, resulta absolutamente vital y es justamente por ello que debemos asegurar que nuestras defensas sean nuestras mejores defensas. Para ello no necesitamos poner en duda, para nada, la calidad intrínseca de nuestros militares, es más, podemos hasta suponer que sean los mejores del mundo, pero aún así puede que existan mejores alternativas. Buscarlas es patriotismo, evitarlas sólo patrioterismo.
Para comenzar, todos hemos visto como ejércitos mucho mejor preparados que los que nosotros podríamos soñar con tener, han sido volados del mapa, en pocos días.
La Constitución de Costa Rica de 1949 establece, “Se proscribe el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, habrá las fuerzas de policía necesarias. Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares; unas y otras estarán siempre subordinadas al poder civil; no podrán deliberar, ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva.” Nadie puede decir que a Costa Rica no le ha ido bien sin sus militares y nadie puede dudar que si alguien se mete con ella, habrá un mundo que sale a defenderla.
En el país hay fronteras, que pueden ser más importantes defender que las geográficas. Por ejemplo, si nuestra economía no es fuerte, tendremos que entregarle mucho más de nuestro subsuelo al extranjero, por lo que hasta podría llegar el día en que nuestros gloriosos militares estarían defendiendo un cascarrón vacío.
Además, cuando a momentos pareciesen abrirse las puertas de nuestros cuarteles para que entre el Caballo de Troya Caribeño, a un patriota no le queda más remedio que preguntarse sobre el qué dicen nuestros soldados… ¿será acaso… nos vamos a casa?
El Universal, Caracas, 3 de Noviembre de 2005
Para crear ese proyecto que tanto necesitamos, en un mundo de tantas transformaciones, es necesario analizarlo todo. En tal sentido, considero que el país debe preguntarse si en verdad necesita de unas defensas militares como las actuales. Quizás su eliminación pudiera abrir los espacios, que necesitamos para lograr un país mejor preparado para enfrentar los retos del mañana.
¿Necesita un país tener defensas? Por supuesto que sí, resulta absolutamente vital y es justamente por ello que debemos asegurar que nuestras defensas sean nuestras mejores defensas. Para ello no necesitamos poner en duda, para nada, la calidad intrínseca de nuestros militares, es más, podemos hasta suponer que sean los mejores del mundo, pero aún así puede que existan mejores alternativas. Buscarlas es patriotismo, evitarlas sólo patrioterismo.
Para comenzar, todos hemos visto como ejércitos mucho mejor preparados que los que nosotros podríamos soñar con tener, han sido volados del mapa, en pocos días.
La Constitución de Costa Rica de 1949 establece, “Se proscribe el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, habrá las fuerzas de policía necesarias. Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares; unas y otras estarán siempre subordinadas al poder civil; no podrán deliberar, ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva.” Nadie puede decir que a Costa Rica no le ha ido bien sin sus militares y nadie puede dudar que si alguien se mete con ella, habrá un mundo que sale a defenderla.
En el país hay fronteras, que pueden ser más importantes defender que las geográficas. Por ejemplo, si nuestra economía no es fuerte, tendremos que entregarle mucho más de nuestro subsuelo al extranjero, por lo que hasta podría llegar el día en que nuestros gloriosos militares estarían defendiendo un cascarrón vacío.
Además, cuando a momentos pareciesen abrirse las puertas de nuestros cuarteles para que entre el Caballo de Troya Caribeño, a un patriota no le queda más remedio que preguntarse sobre el qué dicen nuestros soldados… ¿será acaso… nos vamos a casa?
El Universal, Caracas, 3 de Noviembre de 2005