julio 14, 2005

¡Por la puerta grande!

Una tarea urgente es prepararnos para evitar que el péndulo político, que ya comenzó a devolverse, vaya a golpear con aún más violencia al país, generando más de esos odios y resentimientos, que tanto alejan nuestro futuro.
Entre los que apoyan al chavismo genérico hay muchos venezolanos buenos, de buena fe, por lo que cualquier proyecto alterno, que aspire servirle al país, debe encontrar como garantizarles su participación. De la misma manera, una gran parte de los políticamente indefinidos, así como también la mayoría de la oposición, ve con horror que los cambios que vendrán sean anunciados por los gritos de un ¡Acábalos… como sea!
Para asegurar que los cambios que vengan no desmadren más, sino que traigan paz al país, se requiere organizar, desde ya, un inmenso grupo de ciudadanos, cuya sola función sea la de asegurar que se respeten pulcramente los respetos humanos de los chavistas durante la transición. La tarea no será fácil y por supuesto, no basta con televisar unas buenas intenciones. En cada barrio, pueblo y esquina se necesita construir capacidad para levantar pruebas e instruir expedientes sobre violaciones de los derechos humanos, así como crear otros mecanismos, que puedan disuadir la violencia.
Lo anterior no implica “dar la otra mejilla” y mucho menos facilitar la impunidad. Todo lo contrario, sólo asegurando que se aplique una verdadera y justa justicia, podremos evitar que los culpables se escapen por la vereda de la burda justicia justiciera de siempre. 
También, el crear estos grupos de ciudadanos observadores ayudará a hacer más difusas las diferencias entre el nosotros-trabajamos-para-ellos y el ellos-trabajan-para-nosotros y así promover el entendimiento de que todos vivimos juntos y arrinconados, en un mismo país, en un mismo planeta, ambos muy pequeños.
Si queremos que nuestro país salga bien de sus muy difíciles circunstancias actuales es indispensable que construyamos una puerta amplia de entrada al futuro, por la que todos puedan pasar, en lugar de buscar una puerta de salida (que todos intuimos demasiado estrecha), para cuando cunda el pánico.
No hay nada como una puerta grande como para invitar su tránsito. Asegurar que la justicia prevalezca, justamente cuando más difícil ello resulta, es lo que más puede agrandar nuestra puerta. Lograr transitar el cambio de manera justa y pacífica, sería el más glorioso ejemplo que Venezuela le puede dar hoy al mundo.
El Universal
PS. Enero 2019: “Ley de Amnistía y de reconocimiento de todas las garantías de reinserción democrática para los funcionarios civiles y militares que colaboren en la restitución del Orden Constitucional en Venezuela” forma parte esencial de esa puerta grande.