junio 30, 2005

¡Deslíndense!

¡Sorprende la cantidad de funcionarios, militares y otros compatriotas, que apuestan su reputación y el futuro de su familia y el de su país, en creer que esta revolución tiene perspectivas de aguantar y lograr algo. Es trágico observar como los de buena fe, en nombre de una estúpida solidaridad automática o por el simple cariño que le profesan a su líder, se sienten obligados a extender su apoyo a quienes intuyen de mala fe. El costo para ellos y para el país de esa complicidad será inmenso, por lo que les suplicamos que se deslinden… ¡los necesitamos! Dado que Chávez repite tanto el “amor con amor se paga”, el primero que debería deslindarse es quizás él mismo... renunciando… así sea con un otro “por ahora”. 
PS. En Enero 2019, casi 14 años después de éste artículo La Asamblea Nacional de Venezuela decreto la “Ley de Amnistía y de reconocimiento de todas las garantías de reinserción democrática para los funcionarios civiles y militares que colaboren en la restitución del Orden Constitucional en Venezuela”. Tal Ley facilitará mucho El Deslinde.
¡Abajo complejos! 
El mundo se está encogiendo de mil maneras, como nunca antes y nadie niega que se necesita de mucha revolución para que la raza humana logre sobrevivir, conservando lo que la separa de los animales. Pero, para que esa revolución llegue a algún lado, no basta el buen corazón sino que requiere de inteligencia, creatividad y profesionalismo.
Estoy seguro de que Venezuela posee la gente con la cual, poco a poco, podrá situarse entre los mejores, pero para ello requiere liberar el país de los tantos complejos que la encadenan a la mediocridad, que abarcan desde los que le impiden a nuestros revolucionarios de pacotilla aceptar las opciones que el mundo ofrece, hasta los que causan que opositores también de pacotilla se traguen todo lo que el mundo les entusa con un asombroso y cursi servilismo. 
Los recursos globales están ahí para ser usados a favor de nuestro país… no para ser ignorados… no para satisfacer los intereses de otros. Si queremos que Venezuela sobreviva como nación, necesitamos recurrir a un gran pacto social. No un Pacto Punto Fijo, que en un sentido histórico buscaba mantener el equilibrio entre los complejos, sino más bien un pacto de ¡Abajo Complejos!, que busque eliminarlos. Así quizás logremos comprender que no usar las oportunidades globales a favor de nuestros intereses soberanos a cuenta de una soberanía mal entendida, es soberanamente estúpido. 
Necesitamos invertir en proyectos, que avancen al país y no sólo en aquéllos que busquen hacer algo más soportable su triste realidad. Nada puede garantizar el futuro, pero si por alguna razón terminamos ahorcados en la evolución, (Dios nos libre de ello), roguemos que por lo menos sea de un bello samán nuestro y no de un cocotal cubano o mayamero.