Recientemente visité un país de nuestra
América, donde sobrevolé un valle, que parecía muy fértil, cual inmensa y
tupida alfombra verde, bellamente tejida por cultivos de palma africana. Me
entusiasmé, creyendo que al fin había encontrado el desarrollo en acción, eso
es… hasta que aterricé.
El contraste entre la maravillosa vista
de arriba y la miseria de abajo me gritó a viva voz que la palma africana,
lejos de ser un motor de desarrollo, podía ser la madre de las trampa-jaulas de
pobreza. Si en cambio tomamos, por ejemplo, un granito de café, puede que valga
poco en el campo, pero permite al menos soñar con la posibilidad de capturar
algo más de ese valor que se intuye cuando hay quienes pagan 4 dólares o más
por una tacita, pero en el caso de la palma africana… no hay sueño posible, sus
grasas saturadas, ya de entrada, son clasificadas como poco deseables.
En tal sentido, el difícil cultivo de la
palma africana, parecería estar condenado a señalar la frontera del menor costo
marginal global, es decir, donde menos tengan que pagar a los agricultores por
su trabajo. Su cultivo tiene actualmente tan poco margen, que quizás ni
siquiera alcance para pagar un sindicato, así que Señor Planificador, por si
acaso, no nos ponga con la palma, pónganos donde haya…
Al analizar los márgenes agrícolas, no
debemos olvidar que en la mayoría de los casos en que éstos permiten a los
agricultores mantener un nivel de vida decente, ello se debe a que existe algún
tipo de subsidio, protección o ineficiencias del mercado. De allí que si nos
ofrecen cultivar palma africana en Francia, quizás lo pensaríamos…
Una cosa es ser un productor agrícola
marginal y otra, muy diferente, un captor de rentas. En un supermercado de los
Estados Unidos encontré 11 variedades de huevos, variando el precio por docena
desde 95 céntimos de dólar por la producción de la industria avícola enjaulada,
hasta 3.99 dólares cuando certifican que los huevos provienen de gallinas alimentadas
orgánicamente y en libertad.
Para los países que hoy cifran sus
esperanzas en Cancún y en la apertura agrícola, espero que lo anterior los
hagan meditar y se den cuenta de que la sola apertura no hace milagros, si los
agricultores paralelamente no cuentan con otras ayudas, como las que ofrecen
muchos países desarrollados.
Amigos, si dejamos que la globalización sólo persiga el menor costo marginal de mano de obra, irreversiblemente llegará la Gran Deflación.
El Universal