Cuando vemos una cola de gente buscando entrar por la puerta de un local, automáticamente pensamos que debe ser un buen lugar. Ahora bien, si en cambio estamos adentro y vemos esa misma cola, pero tratando de salir… automáticamente pensamos en un pánico. Como entenderán, con esto quiero insinuarles que nuestro país estaría mucho mejor si se le indicara por dónde queda la puerta de entrada a la solución de sus problemas, en lugar de que se le siga predicando por donde queda la de la salida.
Sólo el día en que los pobladores de este pedazo de tierra, que llamamos Venezuela, podamos coincidir en cuál es la puerta que nos lleva hacia un futuro mejor y estemos dispuestos a hacer los sacrificios correspondientes, existirá una Nación venezolana.
En cualquier lugar donde seriamente se discuta nuestra “Puerta de Entrada”, siempre me encontrarán, muy dispuesto, aún cuando estoy conciente de que el desarrollo global atenta contra todo concepto de nación… por lo menos para quienes no tenemos con qué aspirar a formar el imperio. Obviamente, en esa tarea patria, o participamos todos o no participa nadie.
No obstante, como en la confusión siempre existe la posibilidad de que el país termine corriendo hacia una salida, no debemos olvidar, que aún entre ellas, las hay mejores y peores. Por ejemplo, liquidar activos a las actuales tasas de riesgo país no tiene sentido, ya que al 20% el inversionista pagaría sólo 3 céntimos por cada dólar, que estima recibir en el año 20.
¡No! Si el país llegare a tirar la toalla, por lo menos ruego que esto ocurra vía una retirada estratégica bien negociada, para que la historia, a la deshonra, no tenga que sumarle la estupidez.
Lo anterior comienza por reconocer, que entre el ofuscamiento de los preparados y la osadía de los ignorantes, ya TODOS pusimos la torta en cuanto a poder entregarle a nuestros hijos y nietos una Venezuela mejor que la que recibimos y ahora…debemos centrarnos en el futuro de bisnietos o tataranietos.
En tal contexto, lo que vayamos a hacer lo debemos evaluar contra lo que ofrecen otras alternativas, por humillantes que sean… tales como la madre de las retiradas estratégicas, un “Hongkongaso” criollo, donde nuestro territorio es dado en usufructo por 100 años a alguna potencia a cambio del cumplimiento de unas normas ambientales, que garanticen la devolución de algo habitable, la educación de nuestros descendientes y el libre acceso a otros países… para no tener que sufrir la pena de quedarnos como guachimanes.
¿Saben qué es lo peor de esta alternativa? La cantidad de venezolanos a los que les suena buenísima… lo que debe recordarnos a quienes todavía creemos en una puerta de entrada para Venezuela… que o nos apuramos o la historia nos pasará por encima.
El valor descontado de un dólar a 20 años, calculado a la tasa riesgo de un nuevo usufructuario extranjero, por ejemplo del 4%, daría 45 céntimos, por lo que tristemente el mercado parece ofrecer 15 veces más por el país sin nosotros, que con nosotros. Por Dios, busquemos la otra puerta, la de la entrada… ¡YA!
El Universal, Caracas, 16 de Enero de 2003