Para algunos, los buenos, la redistribución de la riqueza buscando mayor equidad es bueno e indispensable para la estabilidad social y para el crecimiento de la economía… siempre y cuando no distorsione la economía.
Para otros, los malos, la redistribución de la riqueza, dizque buscando mayor equidad, es bueno para el crecimiento de sus propias economías… siempre y cuando logren distorsionar la economía en su favor.
El gran problema es que por cuantos ambos grupos anuncian buscar lo mismo, resulta muy difícil separar los buenos de los malos.
Si los mercados mundiales comienzan a preguntarse si el modelo económico de los Estados Unidos, y que ya hoy no es tanto el modelo que nos imaginamos, pueda comenzar sufrir mayores distorsiones, antes de haber reencontrado una ruta para un solido crecimiento económico, pueden ocurrir tragedias.
Eso por cuanto para los mercados Estados Unidos es hoy el último puerto seguro, con Alemania y Japón siguiéndole a bastante distancia. Ése puerto ya se encuentra peligrosamente atiborrado con deudas e incipientes dudas. Y si tales dudas comienzan agravarse, sospechándose por ejemplo de que demasiados malos se van a pegar al negocio de la redistribución, entonces cundiría un pánico con todos buscando la salida.
Y olvídense entonces de un mundo capaz de lograr institucionalizarse lo suficiente como por ejemplo para combatir los problemas del ambiente. No, lo que entonces tendríamos es el mundo del sálvense quien pueda, con todos buscándose ampararse a la sombra del más fuerte/malo pran que consigan.
Estamos jugando con pólvora… y la única posibilidad que tenemos los “buenos” es mantener a los “malos” bien lejos del negocio de la re-distribución de riquezas.
Y además, a la hora de la chiquita, jamás nos olvidemos que mas puede valer un pran regular conocido que un pran bueno por conocer.