Admiro a quienes ayudan a los pobres. No así a quienes se sirven de los pobres para ayudarse a sí mismos.
No obstante que se ha logrado reducir considerablemente el número de pobres en el mundo, la inequidad, la desigualdad, en términos de ingresos y fortunas, entre los más ricos y los más pobres, ha aumentado considerablemente durante las últimas décadas... y eso no es sano, por decir lo menos.
En consecuencia, como pescadores en río revuelto, aparecen los que sostienen que todo aquello se soluciona redistribuyendo, o sea quitándoles a los ricos lo que tienen y dándoselo a los pobres. Qué fácil si todo fuese así de fácil. No lo es. Es menester nuestro evitar que los mercaderes de la pobreza, con su insidiosa siembras de envidia y odios, hagan aún más difícil lograr el resolverles a los pobres su ya suficientemente precaria situación.
La ilusión de solución se basa en que es posible de quitarles a los ricos una capacidad de compra, la cual puede ser entregada a los pobres; para que luego los pobres puedan acudir con esa capacidad de compra a los abastos. ¡Falso!
Los ricos tienen sus fortunas invertidas en activos, casas, acciones, cuadros, yates, etc. Así que para transformar esos activos en dinero hay que venderlos. ¿A quiénes? Su venta solo resultaría en disminuir su valor... quedando un monto inferior a lo estimado a ser entregado a los pobres. ¿Qué gana el pobre con que el Picasso valorizado en 50 millones de dólares, ahora solo valga 5 millones?
Segundo, suponiendo que se logre vender los activos y se les entregue el dinero a los pobres, ¿habrá una oferta suficiente para que los pobres puedan satisfacer sus necesidades? ¡No! La sorpresiva demanda nueva, se traducirá en inflación.
¿Significa esto que no hay nada que hacer? En absoluto. Lo que sí queda claro es que en lugar de atacar los resultados de una mala distribución de ingresos y fortunas, hay que concentrarse en atacar sus causas... en especial las artificiales, las no basadas en esa realidad natural que todos no somos iguales.
¿Cuáles son esas causas artificiales? Cada economía las tiene en distintos grados, pero su más frecuente común denominador es la interferencia del estado. Licencias que dan lugar a monopolios, controles de cambio, subsidios transparentes y no transparentes, corrupción, regulaciones discriminatorias, etc. Por ejemplo, en Venezuela, ¿cuánto se pudiere haber beneficiado a los pobres de no insistir en regalar gasolina... o en vender divisas baratas, para por ejemplo viajar al exterior?
Una salida fácil, no sostenible, como la redistribución, simplemente no alcanza, y es a los pobres a quienes más les conviene saber eso. No puede ser que el producto final de la redistribución de las riquezas y los ingresos en Venezuela, fuese la de concentrar aun más el ingreso y las riquezas en manos de boligarcas de turno... estén vestidos de blanco, verde o rojo.
¡Pero bueno Kurowski! ¿No lleva Usted años insistiendo en distribuir las resultas petroleras a los ciudadanos? ¡Sí! Pero con eso, muchísimo más que a la redistribución de la capacidad adquisitiva, me refiero a la redistribución del poder y de las oportunidades... de los petrócratas a los ciudadanos.
Y si los ricos quieren ayudar, bienvenidos, pero que entreguen lo que quieran directamente a los pobres, en lugar de pasar por los políticos que solo son frecuentemente unos mercaderes de la pobreza.
En otros países, donde a sus plutócratas ya no les alcanza lo del 99%, ahora buscan otro 0.99%