Imaginemos que las últimas elecciones hubiesen ocurrido unas semanas antes del fallecimiento de Chávez y que Nicolás Maduro hubiere ganado con tal margen de votos que no hubiese lugar para ninguna protesta de la oposición. Pero luego imaginemos que Nicolás y su grupillo hubiesen también comenzado gobernar con la misma altanería e incapacidad con la que ha gobernado desde que lo encargaron... de seguro que tendríamos prisa por revocar su mandato.
Y en circunstancias como las actuales, donde aun si Nicolás fuese el presidente más capaz de todos, y se rodease de los asesores más capaces de todos, de nada eso le serviría por no contar con la suficiente legitimidad para controlar a quienes representan el principal problema económico del país, los abusadores y ladrones que lo rodean, ni mucho menos para imponerle al país las correcciones necesarias... y por lo que si falla lo de la impugnación, ya tenemos toda la prisa del mundo por revocar su mandato.
Pero el artículo 72 de la Constitución permite un referendo revocatorio, sólo "transcurrida la mitad del periodo", y por lo que tenemos que preguntamos: "¿Y quién aguanta esto hasta principios de 2016?".
Si hasta el mismo chavismo se pregunta con ansias: ¿Para principios del 2016, cuánto nos puede quedar de fuerza electoral?
Soy economista y no abogado constitucionalista, aun cuando no sé para qué serviría lo último cuando una Constitución simplemente se incumple. No obstante la releí, para ver qué posibilidades hay para recortar ese plazo que se nos antoja insufriblemente largo a todos, menos por supuesto al círculo más intimo que rodea a Nicolás.
La opción menos traumática, especialmente para Nicolás Maduro, es que él mismo renuncie. Es más, si hay algo que merecería la retribución agradecida de quedar designado embajador en una de esas embajadas de poco trabajo, eso sería esa renuncia.
Otra alternativa, agradable, sería que la Corte Suprema de Justicia, fiel a su reciente tradición de fallos ejecutivos, declare que ya nos encontramos a principios del 2016.
Una opción, algo más traumática, sería que la Asamblea Nacional aplique el Artículo 233 y decrete la falta absoluta de Nicolás, basado en el "abandono del cargo", al considerar que el dormir en Miraflores y pelar por la chequera para comprar alimentos y papel toilette, no constituye un ocupar el cargo de presidente, y si acaso alcanza para un ocupar el cargo de un ama de casa. Para luego conformar, vía acuerdos políticos, una junta cívico militar que convoque unas elecciones en un plazo razonable.
Otra posibilidad, ya opción es demasiado decir, es que alguien se agarre el coroto no se sabe para qué... y lo cual ya sería una tragedia.
Y antes que me acusen de ser un divisionista, permítame confesarles serlo... pero no entre chavistas, nicolaseros, caprilistas o demás agrupaciones personalizadas. Soy divisionista entre quienes creen que los venezolanos son capaces de administrar mejor cada quien sus resultas petroleras, y quienes prefieren continuar creyendo en cuentos. La materia obligatoria en toda Venezuela, esa Historia que alimenta cerebros y no sólo corazones, debería ser un análisis de lo que le entró a los gobiernos vía resultas petroleras e impuestos, y lo que éstos le entregaron al país a cambio.
Les aseguro que el mejor plan económico para el país, somos los ciudadanos cuidando nuestras propias resultas petroleras... para así terminar de ser sólo un buen negocio de otros y constituirnos en nación.