No hay duda que a corto plazo lo conocido como la oposición deberá identificar su candidato presidencial, para unificar alrededor de esa candidatura las tantas aspiraciones que existen por un urgente cambio de cacique; tal como tampoco hay dudas que al final ocurrirá ese cambio de cacique.
Pero la salida del actual cacique, por la manera como éste ha concentrado en su persona todas las bases de poder de su gobierno, resultará traumática para sus entonces desamparados dependientes, tanto para los en Venezuela como los en otros países, por lo que en la transición lo más probable es que harán mesa limpia… o, en su vocabulario, quemarán las sabanas para asegurar que el odiado regreso no tenga nada a que regresar.
En tales circunstancias cualquier cacique nuevo necesitaría tomar difíciles medidas de emergencia; como por ejemplo aumentar fuertemente el precio de la gasolina; las que podrían servir para armar y alimentar el zafarrancho que la mayoría de nosotros no deseamos que se arme o se alimente.
Dicho de otra manera, el desgobierno reinante ha resultado en un país que es ingobernable por un gobierno normal… y eso lo sabemos todos. Como consecuencia, no basta prometer un retorno inmediato a la normalidad, lo que sería calificado como algo inviable, sino que es necesario aclarar muy bien el cómo lograr ese retorno.
En tal sentido considero que quien aspira ser elegido presidente(a)-cacique, debería comprometerse desde ya a delegar irrevocablemente, de manera legítima y democrática, todos sus poderes de presidente en una Junta de Gobierno que él encabezaría y la cuál buscará representar a todos menos los más extremos de los extremos.
El anunciar desde ya la creación de tal Junta de Gobierno, sin necesariamente oficializar sus integrantes, abriría esos espacios de diálogos tan necesarios para aumentar las posibilidades de salir de esta pesadilla sin herir aun más a nuestra nación, y para reducir las posibilidades de que ésta deba entregarle su cuerpo y alma a sus acreedores.
Es más, si el cacique actual expresase interés en participar en esa Junta de Gobierno, la respuesta inmediata debería ser un "Por supuesto que sí"… por supuesto sujeto a que se recuerde que sería una Junta de Gobierno que él no encabezaría, y que actuar en una Junta le requerirían efectuar ajustes que su ego puede no permitirle… (y que los miembros de una Junta de Gobierno no gozan de inmunidad).
Quienes de ofrecérseles no estuviesen dispuestos a formar parte de esa Junta de Gobierno, evidenciarían el que no están interesados en una Venezuela para los venezolanos, sino solo en una Venezuela pa´ sí mismo y para los suyos solitos.
Eso sí, si Fidel u otro cubano solicitase formar parte de la Junta de Gobierno, argumentando la necesidad de darle continuidad al gobierno, ahí sí que un "ni lo sueñes pajarito y páganos ya lo que nos debes" estaría muy en orden.
En lo particular, a esa Junta de Gobierno, yo le pediría lo mismo que le pido a los parlamentarios: el preparar una reforma constitucional que limite las resultas petroleras que el Estado pueda disponer anualmente, a no ser ni un céntimo más que el 25% de lo que el Estado recibe en pagos de impuestos de sus ciudadanos; o el 15% de las exportaciones; o el 5% del PIB… y que todas las resultas que puedan sobrar se depositen en un fondo manejado por una Junta no política o son pagadas directamente a la ciudadanía.
El Universal