Si como país fuésemos poca agua podríamos hacer tres cosas. Diluirnos por completo en el océano global (globalítis), quedarnos empozados pudriéndonos poco a poco (localítis) o buscar un sistema de recirculación que nos conserve fresca. Ese reto lo enfrentan todos los países del mundo, aun quienes son lagos inmensos.
Hay momentos cuando buscando ver el vaso medio lleno, en lugar del tan vacío que parece estar, me digo que nuestro país ha caído afectada por una severa localítis, tal serio sarampión juvenil y que si bien podrá dejar marcas que afean, por lo menos puede ayudar a que ésta no repita, cuando adulto, cuando es más peligrosa.
Pero de seguir degenerando empozados como una Corea del Norte, el péndulo histórico puede devolverse con tanta fuerza que nuestra pequeña Venecia termine con una globalítis tan aguda que desaparezca sumergida cuan una Atlantis; con antropólogos y buscadores de raíces musicales escarbando nuestros restos para tratar de establecer si existimos o solo fuimos un mito.
En tal sentido, esperamos que cuando ello ocurra, como va a ocurrir, que logremos atajar ese péndulo y encontremos el milagroso punto intermedio que nos permita ser una Venezuela del Mundo. Sin duda que esto comienza por elegir gobiernos dirigidos por quienes se sienten cómodos con ser tanto ciudadanos de Venezuela como ciudadanos del mundo.
Por ejemplo tales gobernantes sabrán que de la misma manera que un tribunal justo en Sabaneta es lo que más necesita el débil de Sabaneta para defenderse ante el fuerte de Sabaneta, de esa misma manera todo país como el nuestro necesita de unas instituciones que puedan defender sus intereses en un mundo donde, en la ausencia de tales instituciones, siempre ganaría el más fuerte.
Por supuesto, el proceso de aprender cómo utilizar las instituciones internacionales para la defensa de la nación no es un coser y cantar y de seguro se cometerán costosas novatadas, pero renunciar a las instituciones internacionales por cuanto no siempre obran a favor de uno, es similar al del muchacho malcriado que decide no seguir educándose sólo por cuanto una maestra lo trató mal.
Antonio Francés en su Venezuela Posible en 1990 nos decía "Venezuela tiene todavía el carácter de un país provisional, donde todo es transitorio. Esto la hace moldeable; la arcilla sigue siendo estando fresca. Si encontramos el rumbo cierto y lo seguimos con constancia durante suficiente tiempo, podemos transformar el país que conocerán nuestros nietos". Lo anterior sigue siendo cierto y la década roja malgastada puede por lo menos servirnos tanto para haber fijado la ubicación del donde no debemos ir como para permitir ayudarnos a fijar un nuevo rumbo.
No obstante, por si acaso, reunamos un inventario portátil de lo que es nuestra Venezuela, por si necesitamos de un Arca de Noé para pasar los tsunamis que se avecinan, ya que la verdad es que en un mundo globalizado, ¿quién puede jurar que Venezuela necesariamente termina ubicada en Venezuela? ¿Dónde esta Cuba?.., ¿aún existe? ¡Una nación se ubica en las ilusiones de sus nacionales!
No llegué a conocer al Dr. Francés, pero ante su reciente fallecimiento permítame enviarle a sus más cercanos el consuelo de la certeza que con su escritos él se ganó un merecido puesto en nuestra memoria como nación… o, en el peor de los casos, en lo que quedará de ella.