marzo 27, 2003

Petróleo vs. hidrógeno

Petróleo vs. hidrógeno
En los Estados Unidos, por enésima vez, fueron anunciados hace poco unos nuevos y mejorados planes, que supuestamente asegurarían el triunfo próximo de la “esperanza blanca” de las fuentes de energía, el hidrógeno. Por enésima vez, salieron también nuestros pajarracos de mal agüero, lloriqueando que como el petróleo estaba a punto de perder importancia, básicamente habría que regalarlo, para evitar así la desgracia nacional de que se nos quede frío en el subsuelo venezolano. 
¡Pues ya me harté! Públicamente declaro que los considero unos pobres idiotas… salvo que demuestren tener unos intereses particulares, que justifiquen su proceder, en cuyo caso accedería a catalogarlos como poco venezolanos …en lugar de idiotas. 
No entiendo qué se persigue, pero en un país dividido, como el nuestro, es obvio que ni los intereses de la Habana, ni los de Miami podrán ayudarnos a amalgamar nuestra Patria… para esos fines sólo sirven los intereses de Venezuela… un país petrolero. 
En consecuencia, el día que surja un sustituto energético del petróleo…ese día veremos. Mientras tanto, por favor, como venezolanos, tenemos la obligación de defenderlo con las uñas contra quienes nos prohíban la Orimulsión; contra quienes le apliquen impuestos discriminatorios de más del 400%; contra quienes se embolsillen los márgenes y contra quienes de una u otra forma atenten contra nuestra capacidad de producción. 
De seguro que los ingresos petroleros no le han servido al país. No obstante, no se debe confundir la gimnasia con la magnesia y, en tal sentido, lo que hay que buscar es como mejorar el uso de los ingresos, ya que la teoría de que es preferible desperdiciar barriles que desperdiciar dólares, es francamente intragable. 
Ahora bien, para su consuelo les cuento que en otros lares también hay idiotas, aunque más bien esos busquen ser pájaros de buen agüero. Así vemos como el Wall Street Journal dedicó todo un artículo dirigido a sus ilusos donde alertaba que lo del hidrógeno, en el mejor de los casos, sería quizás entre el 2030 y el 2050 y que en todo caso, la mejor manera para producir hidrógeno seguía siendo con el petróleo. 
Compatriotas derrotistas, llegado el siglo del hidrógeno, si nos aplicamos, quizás logremos vender la gasolina al mundo, no a los 23 centavos por litro de hoy, sino a 2 dólares, al mismo precio que actualmente pagamos… por una agüita Europea.




marzo 13, 2003

Hacia unos laboratorios mundiales

Hacia unos laboratorios mundiales
Pocas cosas inspiran tanto a cuestionar la globalización, con el corazón, como ver a un padre frente a una farmacia sin poder adquirir la medicina, que necesita su hijo enfermo, porque aún cuando el costo directo de ésta sea de sólo de 2.000, su precio, a cuenta de las patentes, es de 20.000. No obstante, con el cerebro, todos reconocemos que sin las patentes, que les garantizan a los laboratorios un monopolio temporal con el cual recuperar los costos de desarrollo, seguro que habría mucha menos inversión en el campo de las investigaciones medicinales. Como siempre, el reto para la humanidad, está en lograr agudizar el cerebro, poniéndole mucho corazón.
Cuando oímos a la industria discográfica defender sus derechos de propiedad ante la piratería, a veces sentimos que buscan darnos mala conciencia, haciéndonos pensar en ese pobre músico, que no logra cosechar el fruto de su talento y esfuerzo… haciéndose los locos ante el hecho de que de su margen de 18.000, el músico recibe la menor parte. 
En tal sentido y buscando cómo encontrarle una solución al dilema de las medicinas, quizás deberíamos comenzar por analizar los componentes del margen, muy especialmente el de los impuestos, por cuanto parecería evidente que ese pobre papá, aún cargando con su cuota parte del gasto de desarrollo, no tendría porque tener que pagar ni un solo bolívar al fisco de otro país extraño, quien quizás lo use para proveerle medicina gratis al hijo de un padre más afortunado.
Hoy, cuando el mundo desarrollado nos ha logrado convencer sobre el valor global del respeto a las patentes, puede que sea hora de analizar si el concepto de la globalidad no debería ser aún más amplio, clasificando todo desarrollo de medicinas como un bien público mundial. En consecuencia, de la misma manera que la selva Amazónica no le cobra al mundo por purificarle su oxígeno, ningún país debería cobrarle impuestos a los laboratorios, ni a quienes trabajen en ellos. 
Lo anterior sugiere situar a los Laboratorios en una especie de jurisdicción mundial, lo que también podría facilitar la solución a problemas tales como cuando se necesita vender medicinas a precios diferenciales a quienes sencillamente no tienen con qué, así como para asegurar la investigación de enfermedades, que jamás generarán una capacidad de amortizar el desarrollo, como ciertas variantes del SIDA en el África.