Es difícil predecir en que ha de terminar la revolución informática virtual que estamos viviendo. Ya dizque existen investigaciones que asustan sosteniendo que la sobredosis de información que reciben nuestros jóvenes, puede provocarles un Alzheimer juvenil, a partir de los treinta.
Pero lo que sí parecería es que nuestras posibilidades de responsabilizar a malos gobiernos aumentaron exponencialmente. Antes, había que esperar que un juez o un historiador hiciese una investigación, como para agarrar a uno solito de los tantos responsables.
Ya no. Piensen en todas las herramientas desarrolladas sólo desde la IV hasta la V y que sirven para desnudar y avergonzar per secula seculorum a los corruptos... globalmente. Eso de hacerse una nueva identidad y vivir como respetable en otros rincones, como que se acabó. Y si no pregúntales a algunos de los boliburgueses que decidieron regresar a su muy abuela patria y donde ahora hasta algunos de "los olvidados" les reclaman que no hicieron su América de la manera correcta.
Recientemente la Comisión Europea aprobó un "derecho a ser olvidado". Ese establece que las personas pueden pedirle a los motores de búsqueda, tipo Google, que eliminen los vínculos con información personal sobre ellos, cuando la información es incorrecta, inadecuada o excesivamente irrelevante.
Por supuesto aquello choca de frente con nuestro derecho de recordar... pero como no creo que la aplicación de tal normativa resulte fácil... los recién-corruptos no tienen porqué entusiasmarse. ¿Que esto sea injusto con ellos? Pues será de la misma manera como fue injusto para las bacterias cuando apareció el antibiótico.
Por cierto quien inició el reclamo en Europa fue un español que se quejó que Google indicase donde había una información sobre que le ejecutaron su vivienda por falta de pago, hace muchos años, sosteniendo que esa información ya no era relevante. Si bien obtuvo un triunfo judicial... al mismo tiempo se aseguró que nadie en la red habrá de olvidar, por mucho tiempo, esa ahora mundialmente notoria falta de pago.
Ahora bien, sí considero que algunos límites pragmáticos pueden y deben ser desarrollados, sin que se comprometa de manera importante nuestros derechos a recordar. Por ejemplo información sobre lo que pueden haber inventado menores de 15 años deberían quedar bloqueadas... imagínense el daño que el registro eterno de nuestras loqueteras juveniles puedan producir.
Y en esta onda virtual también Facebook notificó haber hecho una investigación donde, sesgando el contenido emocional de unos 700.000 mensajes de noticias, busca establecer si las malas o las buenas nuevas afectaban el ánimo de los usuarios... algo así como inventar el agua tibia.
Pues se armó un zafarrancho en las redes sociales protestando por ser usados como ratas de laboratorio, aún cuando a estas alturas los pobrecitos deberían estar más que bien informados que la única razón por la cual tienen acceso gratuito a Facebook, es que busca manipularles.
Yo por el contrario agradecí el hecho que la propia Facebook hiciese el estudio e indicase claramente sus motivos, sin que eso tuviese que ser pagado por los usuarios u establecido vía un peleado proceso judicial.
Eso sí, por cuanto los resultados puedan llevar a la creación de un Facebook contento, uno triste y uno sin-sentimientos, por si acaso, ya les envié un tweet alertándoles que prefiero estar contento, y que si me ponen más triste de lo debido y necesario, los demandaré.