Pocos asuntos son tan difíciles de manejar como la globalización de un país pequeño en vías de desarrollo, como Venezuela. Por un lado, se necesita construir puentes que permitan el acceso de lo bueno, pero al mismo tiempo hay que evitar que por esos mismos puentes se escape la voluntad de seguir siendo Nación.
El Dr. Lawrence Lessig, en su libro “El futuro de las ideas”, dice que “una época se define menos por lo que se cuestiona y más por las ideas que se toman por sentado” ... que “a veces causan que la sociedad se atasque”. Lessig sostiene que la tarea más difícil para los activistas políticos y sociales es el encontrar la manera de que los pueblos cuestionen lo que creen verdadero.
Sin considerarme un activista político y social, como economista y analista estratégico financiero sé exactamente a lo que Lessig se refiere, al haber observado cómo la sociedad venezolana se tragó íntegramente y sin cuestionar las verdades fashion de la globalización. Acusar a mis pares de ceguera requiere de una urgente explicación.
¿Qué pasaría si los italianos se fastidian de la disciplina alemana (si es que ésta existe) y deciden mandar al Euro a la porra y regresar a la Lira? La respuesta: un absoluto caos, ya que no existe una sola norma sobre como manejar tal situación. La ausencia de una puerta de escape es uno de los aspectos menos conocidos del Euro, pero tenía que ser así. La única posibilidad de éxito para ese loco invento, que busca lograr la unidad monetaria antes de tener una unidad política, está justamente en que no hay para donde coger, ¡se quemaron todos los puentes!.
De igual manera, una Nación también requiere de ciudadanos con puentes quemados. La Gran Bonanza petrolera con su salida de capitales, ta-baratos y Ayacuchos puede que haya resultado en que una porción demasiado grande de nuestra inteligencia, empresariado y clase dirigente hayan establecido piéd-a-terres globales, físicos o espirituales, que le crearon conflictos de objetivos, que poco a poco y sin querer erosionaron su compromiso con el país. Claro que sí hay excepciones.
Nuestra sociedad civil parece estar despertando de su letargo. Muchos ya no se conforman con limitarse a expresar su insatisfacción con los decididamente no-fashion que ocuparon las sillas. ¿Qué deben hacer? Un buen comienzo sería cuestionando sus propios dogmas, desde la perspectiva de un aquí me quedo y aquí me muero...
Y hay mucho que cuestionar: la apertura comercial... improductiva y no retribuida; la deuda pública... generadora de riesgo país; las privatizaciones... que sólo buscan ingresos fiscales, la propiedad intelectual, marcas y patentes... cuando abusan, etc.
Y hay mucho trecho por andar. Hace poco, un Gran Gurú de los Conalternativas, un teleconomista, sin siquiera meditar sobre lo ocurrido en la Argentina, en una misiva a su tocayo, recomendaba para Venezuela: la dolarización, la eliminación del impuesto sobre la renta (distributivo) por un aumento a los impuestos al gasto (regresivo) y la imposición de un arancel bajo y único del 10%...
El Universal, Caracas, 17 de Enero de 2002