Los billetes de dólares y de cuyo valor responde Estados Unidos, llevan impreso el lema abreviado de "In God We Trust", "En Dios confiamos". Una versión más completa sería "En Dios confiamos para que los políticos no circulen más dólares de lo que la economía pueda respaldar o que, en caso contrario, el contribuyente de Estados Unidos tenga la disposición y la capacidad de pagar con impuestos lo que haga falta". Lo anterior vale igual para todos los demás países.
Ahora y aun cuando el sector privado cargue con la mayoría de las perdidas iniciales de la crisis financiera, ésta terminará siendo extraordinariamente costosa para los fiscos también y sin duda en muchos casos sobrepasará su capacidad actual. En tal sentido algunos de los costos deberán ser pagados con más impuestos o, en su ausencia, se pagarán con la inflación, el impuesto a los pobres.
La sociedad lleva décadas sin analizar tributaciones que se ajusten a las nuevas realidades globales y que interfieran el mínimo posible con la recuperación de la economía, por lo que puede ser oportuno comenzar a reflexionar sobre el tema. Cualquier propuesta tributaria nueva debe además ser legitimada sobre las bases de la justicia y la racionalidad. En tal sentido estoy circulando algunas ideas para su discusión y la siguiente es una de ellas.
El impuesto sobre las ganancias derivadas de los monopolios creados por las propiedades intelectuales.
La mayoría o quizás todos los derechos de propiedad intelectual son otorgadas a quien corre la ultima parte de un relevo corrido con ingenuidad, creatividad y esfuerzos tenaces por generaciones de seres humanos. Los corredores anteriores permiten al último cruzar la línea final victoriosamente y levantar una idea terminada, aun cuando no necesariamente iniciada.
La particularidad de este relevo es que quien espera estar corriendo como el último relevista no puede estar completamente seguro de ello. Algunas veces correr la última parte o cualquier parte puede ser fácil; otras veces puede requerir de muchos esfuerzos en equipo y cuesta millones. La sociedad, para estimular la ingenuidad, la creatividad y el esfuerzo requerido de todos, para así ayudar a que el mundo progrese, ha decidido otorgarle a solo el corredor que cruce la meta final, el trofeo de un derecho de propiedad intelectual.
La parte problemática de este acuerdo social es que todos los derechos de propiedad intelectual crean un derecho a un monopolio y que como es ejercitado con poca o ninguna regulación, restricción o supervisión, significa que puede ser sujeto a una sobre-explotación.
Por cuanto todo derecho de propiedad intelectual otorgado impone a la sociedad la obligación de defender tal derecho, de muchas maneras, lo cual cuesta mucho, la pregunta que también queda por responder es si no hubiere sido mejor usar esos recursos para otros propósitos, por ejemplo financiar a otros para que corran el relevo.
No encuentro lógica ni justicia cobrarle a una empresa a quien se le ha otorgado el monopolio de un derecho de propiedad intelectual, por algo a lo cual generaciones anteriores han contribuido y en cuya defensa la sociedad debe invertir recursos, la misma tasa de impuestos sobre las ganancias que se aplica a una empresa que compite en el mercado sin ninguna especie de protección.
Por lo tanto he propuesto estudiar que las ganancias generadas por la explotación de un derecho de propiedad intelectual paguen un impuesto sobre las ganancias adicional, de por ejemplo 20%. Esos ingresos pueden destinarse a rembolsar la sociedad por los costos de defender las propiedades intelectuales y para ayudar a financiar a otros corredores en aquellos relevos de la humanidad destinados a desarrollar bienes esenciales que nos puedan servir a todos.