julio 31, 2004

Consenso, orden y tranquilidad

¿SE IMAGINAN cómo serían las perspectivas de Venezuela si uno de nuestros extremismos tuviese el 51%? Qué suerte para nuestro adolorido país, que a quien hoy quiera salir victorioso en el referendo, no le basta los propios, sino que requiere el apoyo de otros, bien sean esos otros los indiferentes, o los muy otros. Reconozco que no me encuentro tan de cerca mi país como para ver los árboles, pero creo intuir el bosque y percibo que su gente está tan cansada, fatigada, harta, fastidiada y agobiada de revoluciones, agendas y paquetes, que se volcarían por quien, generosamente, sólo les ofrezca un poco de orden y tranquilidad. 
Y orden y tranquilidad es justamente lo que el médico le recetaría a Venezuela. Para comenzar, basta con ver a nuestro mundo, que a pesar de poseer más información veraz al instante que nunca, también sufre los rigores de la sobreinformación y la desinformación. Pensándolo bien, creo que el mundo jamás ha estado tan confundido... igualito a nosotros. Por buscar formar, reformar o re-reformar todo con prisa, todo se enredó, se enreda y se enredará. 
Por lo anterior, aquí, desde mi punto de conexión a la red, si yo fuese jefe de campaña de algo en Venezuela, me limitaría a lo siguiente: 
SILENCIAR, como sea, a nuestros extremistas, ya que con ellos ni se gana lo de hoy, ni mucho menos se puede arreglar lo del mañana. ¿Pero si han sido tan leales y trabajadores? Bueno, ya veremos cómo los premiamos. Quizás les hagamos un álbum de colección en su memoria... para que los niñitos puedan intercambiarse barajitas de sus respectivos héroes y vi llanos. 
PDVSA. Aún cuando obviamente no debe representar el corazón venezolano, ofrecer manejarla como si lo fuese. No hay espacios para más sacudidas sino para una reestructuración gradual en el tiempo. Mientras tanto, el implantar una junta de observadores de la sociedad civil no petrolera, como marcapaso, podría ayudar. 
JUSTICIA. Iniciaría la construcción de unas cárceles humanamente funcionales, con lo cual se enviaría una señal de querer encaminarnos, con calma, a una justicia justa. ¿Qué juez de hoy se atreve a mandar a alguien a nuestras cárceles, cuando ello podría acarrearle el riesgo de que un juez Garzón lo juzgue y condene por crímenes de lesa humanidad? 
Un plan que sólo incluye buscar consensos en orden y tranquilidad, puede sonar cursi o, incluso, ridículamente radical. Ese riesgo gustosamente lo aceptamos... nosotros los extremistas del centro.