Venezuela, por el petróleo, tiene ciertos ingresos particulares en divisas que generalmente tenderan a mantener el valor del bolívar relativamente alto, dificultándole competir con el exterior y generar empleo. Desde esta perspectiva limitada, a Venezuela, de forma egoísta, para nada le conviene una apertura comercial.
No obstante y considerando a Venezuela como parte del mundo es indiscutible que solo una apertura comercial general, puede generar el crecimiento económico necesario para abortar el suicidio colectivo que, tarde o temprano, significaría seguir por la ruta de la pobreza y la desigualdad. No es sólo vía lo ambiental que todos estamos relacionados, pero, como ejemplo, basta pensar en lo que pasaría si la población del Amazonas, por necesidad, terminase usando ese tejido pulmonar como leña para cocinar. En tal sentido y por motivos igualmente egoístas, a Venezuela también le conviene una apertura comercial.
Es este contexto, la pregunta que si Venezuela deba abrirse o no al comercio internacional, mas que una dificultad conceptual, termina siendo una cuestión sobre la oportunidad correcta para ello.
Venezuela y algunos otros, actuando en el interés propio de ciudadanos del mundo, se despojaron temprano de su vestimenta protectiva. Después de Cancún y ante los mínimos avances de la apertura comercial (y laboral) tienen hoy todo el derecho a sentirse como quien, creyéndose participe de un solidario desnudo grupal, descubre ser el único que ha quedado en pelotas. ¿Nos tapamos?
Por la sola dificultad que existe en establecer la frontera exacta entre lo santo y lo pendejo, como por ejemplo cuando un Buda renuncia a todas sus posesiones materiales, no podemos imponerle a otros una respuesta absoluta. No obstante, para el caso de que decidamos seguir en este campo de nudistas, como mínimo deberíamos expulsar a los vulgares mirones.
Puede ser que sea el proceso actual de la OMC que haga la apertura comercial inviable, por cuanto el solo hecho de que todo necesite ser producto del negociado, mas que un convencimiento de los beneficios, refleja el poder de los negociadores y las dudas de los no creyentes. En tales circunstancias, puede que la única alternativa sea la de constituir un campo de verdadero nudismo comercial, donde solo entren quienes estén dispuestos al Full Monty. Si no… ¡A taparnos! ¡Rapidito! ¡Que me muero de vergüenza!
Per Kurowski
PD. Las referencias a desnudos y campos nudistas son estrictamente alegóricas… tengo tres hijas.
El Universal