marzo 29, 2001

El cuento de la participación

El cuento de la participación
Dudo que exista algún conductor capaz de olfatear el contenido de su tanque de gasolina y declarar: Así me gusta, 30% de Texas, 25% Saudita y 45% venezolana. Es más, hasta el tanque del Lincoln de la Casa Blanca pudiera contener un tigre 100% iraquí, sin que Hussein ni Bush se enteren. Tampoco creo que haya algún consumidor dispuesto a pagar más si la gasolina es de Shell, Texaco o Citgo, como de hecho sí está dispuesto a pagar, cuando elige su agua potable favorita. 
Lo anterior indicaría que el petróleo y sus derivados son productos genéricos y, como tales, se comercializan, ante nada, en función de su precio. Hablar entonces de la vital importancia de una participación de mercado, parece sin sentido y podría hasta resultar engañosa. 
En mi (auto-asignado) rol de ombudsman petrolero, le pido a la industria que me aclare a qué rayos se refieren cuando predican la importancia sine qua non de la participación del mercado, o del market share, como más elegantemente la llaman. Mientras tanto, protestaré tal dogma por cuanto con él se insiste en justificar una estrategia orientada a maximizar el volumen de producción, que sólo beneficia a los países consumidores y a proveedores de la industria, entre quienes se cuentan algunos locales, a quienes de vez en cuando le tiran un hueso. 
Igualmente creo que dicho paradigma alimenta un complejo de inferioridad, que nos debilita al momento de negociar con nuestros mercados naturales. En lugar de negociar bajo la muy razonable premisa de que ambas partes se necesitan por igual, se apunta a que nosotros los necesitamos más a ellos, que ellos a nosotros, por aquello del market share
Con esto no acuso a nuestra industria petrolera de falsear información, ya que quizás el insistir sobre la participación de mercado sea el resultado natural de nuestra manía por corporativizar nuestros intereses nacionales.
A Pdvsa, al igual que a las demás petroleras, lo que le interesa es maximizar sus ganancias, así que mientras el precio sea mayor que su costo marginal, buscará producir y vender más, lo que en sí no tiene nada de malo. No obstante, para nosotros, como nación petrolera, más nos debe interesar maximizar el beneficio del activo no renovable, que liquidamos para siempre en el mercado. 
Tal diferencia de objetivos explica el por qué la gestión de un ejecutivo petrolero como Giusti, de capacidad sobradamente evidenciada por la demanda que las empresas petroleras y los países consumidores hacen por sus servicios de asesoría, pueda resultar un desastre para un país productor. 
No sé hasta qué grado el argumento de la importancia de la participación de mercado puede haber sido usado para justificar nuestra inversión en Citgo. No obstante, y por cuanto considero que el rol de una Pdvsa 100% del Estado debe estar estrictamente confinado a la actividad exploradora y productora, debemos estar alertas. 
Como siempre, estoy dispuesto a rectificar cada palabra, pero para eso, me lo tienen que explicar mejor. Mientras, le ruego a PDV que por favor no gaste más dinero en cuñas – yo les garantizo que en Venezuela, el petróleo venezolano, tiene un cien por ciento de participación.

marzo 15, 2001

¿Podemos generar empleos así?

¿Podemos generar empleos así?
Pasé mi adolescencia en una Europa, donde el héroe del día era el gobierno que lograba devaluar su moneda más que el vecino, para lograr así darle un empujón a su economía. Puede que esto haya influido en mi formar de pensar, pero creo haber visto pocas cosas tan dañinas para nuestra Venezuela, como el haber permitido que el bolívar se haya revaluado tanto en términos reales. 
No se trata de que Venezuela no tenga con qué respaldar la actual fortaleza del bolívar, por lo menos en el corto plazo. Lo que algunos nos preguntamos es si el país en verdad tiene con qué generar suficientes fuentes de trabajo.
Simplificando, podemos decir que hemos tenido épocas con una moneda fuerte y mucho proteccionismo y otras épocas con menor protección, pero compensadas con una moneda débil. Hoy, quizás por primera vez, nos estamos enfrentando al mundo, desprotegidos y con una moneda fuerte debido a un proceso de apertura, que redujo las protecciones tradicionales, que ha coincidido con el fortalecimiento del precio del petróleo. ¿Podremos superar ambos obstáculos?
Al observar a nuestra pequeña e incipiente industria vuelta ruinas, provoca sentarse a llorar. Si bien como industria competitiva, quizás nunca sirvió para mucho, sin embargo fue una buena escuela y una gran fuente de trabajo digno para una generación de ingenieros, administradores y obreros venezolanos. Y no lo digo por nostalgia. Sin desvalorizar el rol de los servicios y del comercio, creo que ningún país logra desarrollarse sólo sobre la base de mesoneros y buhoneros. En algún momento, habrá de requerir lo que a veces llamo la biodiversidad profesional, que incluye, por ejemplo, torneros y agricultores.
Tampoco mantengo que un bolívar artificialmente débil o su alternativa de proteccionismo, sean unas soluciones económicamente eficientes, pero ante la disyuntiva de tener que escoger entre favorecer una actividad interna, no tan productiva, y una actividad externa, por productiva que sea, siempre me quedo con la primera. Acepto que son inmensos los problemas que se derivan de mantener un bolívar débil o una industria o agricultura muy protegidas. No obstante, el reto radica justamente en lograr minimizar los daños, no en “vender los sofás”.
Con frecuencia repito que Venezuela, contrario a lo que muchos sostienen, no es un país rentista. Considerando que sus ingresos provienen de la venta de un activo no renovable, Venezuela más bien es un país en liquidación. En tal sentido, mantener un bolívar fuerte sobre la base de la liquidación de un activo, es sólo dárselas de rico, sin serlo. 
Claro que estoy encantado con la disminución en la inflación, sostenida por la fortaleza del bolívar pero, si nos estamos muriendo... ¿qué nos importa si nos entierran en blue jeans o de etiqueta?

Hace semanas, con una larga y variada hoja de experiencias profesionales, se me ocurrió “enlistarme” y responder al llamado de la Asamblea Nacional, que buscaba asesores económicos. Más vale que no. Fuí sometido a un interrogatorio académico, donde se me preguntó hasta sobre la curva de Phillips, de la cual sólo me recordaba el nombre. A los “sacerdotes” o sindicalistas neoliberales que me examinaron, no les interesó ni por qué yo estaba ahí, ni lo que yo creía poder hacer por mi país y ante opiniones tan herejes y tan faltas de ética como las aquí emitidas, me excomulgaron.










marzo 07, 2001

Cuidado con la consolidación bancaria

Cuidado con la consolidación bancaria
Cada día quedan menos bancos en el mundo. Para quienes hemos oído historias de terror sobre quienes para solucionar problemas de retiros fraudulentos de sus tarjetas, deben conversar por teléfono con voces anónimas y tratar de sonar inocentes, pensar en la posibilidad de que algún día nos quede un solo banco, nos recuerda a Kafka. 
Pero, aparte de vivencias dignas de un Stephen King, la consolidación bancaria, una evolución que se nos ha vendido como una maravilla, puede contener otros riesgos no suficientemente comentados – o felizmente ignorados. Entre éstos los siguientes: 
Menor diversificación de riesgos. Hagan lo que hagan las autoridades para garantizar la diversificación de los bancos, no hay duda que menos bancos, significan menos cestas en donde poner los huevos. Cuando leo que durante los primeros cuatro años de la década de los 30 en los Estados Unidos fracasaron un total de 9.000 bancos – me pregunto qué hubiese sido de ese país de haber existido un solo banco. 
El riesgo regulador. Antes existían muchos países y muchas forma de regular la banca. Hoy, cuando en Basilea con soberbia se dictan normas de aplicación mundial, los efectos de cualquier equivocación, pueden ser explosivos. 
Excesiva similitud. Fomentar que bancos adopten reglas y normas comunes, es ignorar las diferencias entre economías, por lo que algunos países terminarán con sistemas bancarios poco adaptados a sus necesidades. Ciertamente, normativas cuyo objetivo principal aparenta ser el de salvaguardar capitales, entran en conflicto con otras funciones de la banca, tales como la de fomentar el crecimiento económico y democratizar el acceso a los capitales. 
Menor diversidad de criterios. A menor número de participantes, menor la diversidad de opiniones y, con esto, mayor riesgo de que prevalezcan concepciones equivocadas. Quien lo dude, que lea los análisis unidimensionales que publican las calificadoras de riesgo. 
Reacción violenta. El desarrollo de los procesos decisorios, tiene eneficios pero también riesgos. Así vemos que la propia velocidad de la información, que promueve una respuesta rápida e inmediata, puede agravar los problemas. Antes, entre los que se llevaban a casa el problema para estudiarlo y los que se enteraban tardíamente, se proveía al mercado de un amortiguador, que muchas veces lo salvó de decisiones intempestivas y mal pensadas. 
Beneficios pocos claros. Hasta la fecha no hemos visto un banco extranjero otorgar, por ejemplo, créditos hipotecarios con términos de plazo e intereses globalizados. En tal sentido, no resultan claros los beneficios de una banca global, cuando ésta opera sustituyendo a la banca local. 
Costo de auxilios globales. Cuando la banca en Venezuela tuvo su última crisis, entre otras causas por comprar bancos a precios excesivos, fue triste pero lógico, que el costo fuese pagado por nuestro país. Hoy, con bancos globalizados, que no están inmunes a cometer loqueteras, como también comprar otros bancos al precio que sea, ¿quién pagará la cuenta? 
En la actualidad, cuando el mundo pide fusiones o consolidaciones bancarias, me pregunto si, por el contrario, no se le debería imponer a la banca la creación de reservas especiales por tamaño. A más grande el banco, peor la caída y mayor la necesidad de evitarla.


marzo 01, 2001

He aquí la familia energia

He aquí la familia energía

El papá Petróleo, un tipo recio y trabajador, quien trae el pan a la casa. Es bastante solitario ya que la familia, aún cuando le gusta que gane bien, lo ignora, por considerar que mercadear el excremento del diablo, no tiene suficiente status social. En su trabajo, al enfrentar dificultades como los impuestos al consumo, busca la compañía de los muchachos de la OPEP, aún cuando éstos también luzcan algo falta de ganas.
La mama Hidro, siempre presente con su limpia y pura energía. Mientras exista buena comunicación, no necesita de halagos y cumple sus deberes sembrando en la familia un calor renovable.
El hijo mayor, Carbón, un muchacho sólido y conservador, aún cuando algo aburrido. No se queja mucho pero, buscándole la lengua, podemos oírle comentar lo injusto de que lo ignoren en su casa, mientras que en países como Alemania y España, sus pares gozan de subsidios tan extraordinarios, que hasta se tutean con su papá Petróleo.
El segundo, Petróleo Pesado, un varón que no obstante que se parece al papá, no posee ni remotamente la personalidad de éste. Es un tipo lento y pesado, pero, si alguien sólo le dictase unas clínicas técnicas, quién sabe si en el futuro no podría convertirse en un verdadero cuarto bate. Hace poco trató de hacer algo, poniéndose la franela de la Orimulsión pero, hasta en la Florida, dizque un estado amigo, ni lo dejaron jugar.
El muchachito Gas – que todos conocen como el genio de la familia - pero nada que logra arrancar. Si bien es un buen asociado de papá Petróleo, ayudándole a ocupar los espacios vacíos que deja, no logra hacerse valer cuando anda solo y libre. No obstante, algún día será una estrella
La hembrita eólica y sus primitas alternativas, aún son demasiado jóvenes para saber cómo habrán de comportarse, pero pintan bien.
Por último, hay un tío nuclear que por vivir fuera del país, casi nadie lo conoce.
¿Y a qué viene todo esto? Se me ocurrió que describir de esta manera a nuestra familia energía, podría ayudarme a explicar, lo que algunos pocos consideramos como posibles errores de nuestra política energética como país. Veamos.
El muchachito Gas, en lugar de prepararlo para explotar todos sus talentos en el futuro y asistirlo en formar su propia OPEG, lo queremos lanzar a la calle solo, porque hemos leído que en otros países está de moda. Ni cuenta nos damos de que una de las razones de su popularidad radica en que al no estar organizado, es un perfecto rompehuelgas a ser usado contra su papá Petróleo. Además, y aún cuando no sea malo generar electricidad, al considerar su verdadero potencial, quemarlo en esta tarea, es como darse por satisfecho con que lave platos, con tal de que esté en Nueva York.
Respecto de Petróleo Pesado, si en la Faja del Orinoco le vendiéramos barato, por unos 30 años, a varios grupos nacionales y extranjeros el bitumen que necesitan y como contraprestación desarrollan tecnologías en sitio para plantas generadoras, podríamos hacer del muchacho un campeón. ¡Qué tanto mejor que hacerlo pasar la pena global de hoy, por gordo, sucio y fofo!
Finalmente, Carbón no deja de tener razón. Si pueden usarlo en otras partes del mundo y si en verdad no se vislumbra que su valor suba explosivamente en el futuro, ¿por qué no le permitimos ser útil, generando electricidad?
Obviamente que todo esto sólo son asuntos que una familia unida comprende y considera.