Recuerdo hace pocos años haber leído sobre la forma en que los Maories de Nueva Zelandia expresan su protesta; mediante un rito al que denominan Whakapohane y que simplemente consiste en mostrarle, a la persona objeto de la protesta, el trasero desnudo.
Sin indagar más de cerca sobre dicha tradición, debo expresar el que no obstante lo primitivo de ella como también lo probablemente muy feo del espectáculo, me parece que refleja un método civilizado y eficiente de protesta. Civilizado por cuanto no le hace daño a nadie (excepto aquellos que puedan tener un sentido estético muy desarrollado) y eficiente por cuanto lograr concentrar en un solo acto y gesto todo el sentido que le podemos atribuir a una verdadera sanción social.
No hay dudas que a veces y ante la frustración de no encontrar una forma de expresar una vehemente protesta ante las estupideces, inocentadas y criminalidades que diariamente vemos afectan negativamente a nuestro país, la posibilidad de conformar un grupo de ciudadanos, padres de familia, profesionales, encorbatados y salir a Whakapohanear a sinvergüenzas, provoca.
Lo que verdaderamente se ha logrado demostrar en Venezuela durante las últimas décadas es la absoluta incapacidad gubernamental para manejar recursos. A quién entonces, como el Fondo Monetario Internacional, viene a predicarnos que la solución de Venezuela está en darle más recursos (vía impuestos y como si el darles los ingresos petroleros no es un impuesto) claramente se deberían merecer una Whakapohaneada de la sociedad.
Las licencias bancarias se otorgan para que estos entes participen activamente en fomentar el crecimiento económico del país. No para que simplemente devuelvan el dinero ya que a tal fin debe ser mas eficiente comprar un colchón y guardarlo en una bóveda. A quienes entonces todavía siguen en forma puritana solo dedicados a ver como aprietan las tuercas de la solvencia financiera y sin importarles la verdadera función de la banca; se tienen que merecer una Whakapohaneada.
A aquellos gobernantes que conocen de los daños que sobre una economía pueden causar los capitales golondrina, y que saben de la existencia en otros países de buenas legislaciones que limitan estos daños, y no se toman las 48 horas para copiar e implementar dichas leyes; no hay dudas que merecen una Whakapohaneada.
A aquellos petroleros que no han logrado ver ni advertir al país sobre los riesgos de las caídas en los precios petroleros; que predican la conquista de mercados pero ante cualquier movimiento adverso salen llorando a refugiarse tras las faldas de cuotas y que invierten recursos que le son escasos en proyectos de tan poca significancia como el de elevar la capacidad de las gasolineras para vender chucherías, no hay duda que hay que brindarles una gran Whakapohaneada.
A aquellos ilustres representantes del sector privado que aplaudían como genial la privatización de CANTV sin darse cuenta que todo era un truco por parte del fisco para cobrarse unos impuestos por adelantado y los que ahora nos toca pagar vía unas tarifas exageradas, le sale una buena Whakapohaneada.
A aquellos defensores a ultranza de la apertura económica y que no logran entender que en un mundo globalizado cada país, a la hora chiquita tiene que defenderse por si sola y garantizar un cierto empleo interno; hay que Whakapohaneadar con urgencia.
A todo el sistema político económico sustentado sobre una centralización de ingresos y descentralización de parcelas de intereses; que por el daño que le han hecho al país deberían ser considerados traidores; y que siguen sin lograr proveer una solución real habría que (en el aeropuerto de la Carlota) suministrarles la Madre de todas las Whakapohaneadas.
La posibilidad de introducir en el esquema político venezolano una ancestral costumbre aborigen de Nueva Zelandia no debe ser descartada a la ligera.
En estos días en que oímos sobre el posible regreso al país de unas de las personas mas claramente cuestionadas, y por cuanto todos los plazos legales han prescrito; solo les ruego imaginar el efecto si existiese la posibilidad de que una pequeña delegación de los notables pudiesen bajar a Maiquetía para dar un recibimiento que incluya una mini Whakapohaneada.
Whakapohaneadores del mundo, unámonos. Las alternativas son peores.
Daily Journal, 2 de Julio de 1998
La primera versión fue en un azul del sentirse blue
No se cuándo, pero algunos ejecutaron el concepto original