julio 27, 2001

Del porqué no me quieren

La nueva Ley Eléctrica obliga a desarrollar un régimen económico tarifario y, como les confesara, hace poco fui retirado de su debate. Siendo de interés para el consumidor, les cuento el porqué.
La Electricidad de Caracas (EdC) lleva más de 100 años prestando un buen servicio público con características de monopolio sin poseer una concesión formal. Conforme al artículo 112 de la Ley, la EdC debe firmar un convenio con el Ministerio de Energía y Minas, a fin de que concluido un plazo transitorio, le otorguen formalmente una concesión. Negociar una concesión para una ciudad como Caracas no es cosa menor, como tampoco lo es el definir sobre qué bases se debe remunerar a la empresa.
Supongamos, para fines de ilustración, que construir una red de distribución buena y eficiente para Caracas con una vida útil promedio de 30 años costaría, a precios de hoy, 3.000 Millones de dólares. Supongamos también que, habiendo el consumidor amortizado una buena parte de su costo, el valor contable de esa misma red asentado en los libros de la EdC sea de 1.000 millones de dólares
Ante tal situación yo, como usuario consciente deseoso de que el servicio se mantenga, pero no a costa de regalarle mi dinero a la EdC, podría pensar que una manera lógica para remunerarle el valor de su red de distribución, sería cancelándole el mantenimiento de la misma y amortizando lo aún no recuperado por la empresa. El costo de mantenimiento anual estaría en el orden de 100 millones de dólares (dividiendo los 3.000 entre 30 años) y la amortización, a 30 años y al 12%, de los 1.000 millones no recuperados por la empresa, daría 124 millones, por lo que Caracas debería tener que pagar, vía tarifas, un total de 224 millones de dólares anuales por el uso de la red.
Cuál no sería entonces mi sorpresa cuando la única alternativa propuesta en el debate equivaldría a cancelarle a las distribuidoras eléctricas el valor de una red referencial a costo de reposición, es decir, los 3.000, que calculados también al 12% a 30 años, implicarían una anualidad de 372 millones de dólares.
Como consumidor, ante una muerte anunciada, protesté la diferencia anual de los 148 millones de dólares, argumentando que si en base al artículo 50 de la Ley, finalizada la concesión, los concesionarios sólo tendrían derecho al pago de la parte no depreciada de las inversiones prudentemente realizadas, es decir a los 1.000 antes referidos, cómo entonces podrían, como reguladores, aceptar los 3.000 como base.
Obviamente no esperaba ver caras amigas en la EdC, pero tampoco caras tan poco amigas entre las autoridades. Lo que se me había olvidado era que en el debate público, que en privado sostienen las autoridades del Gobierno y las empresas, lo que se negocia ayer hoy y siempre, es cómo repartirse los 2.000 millones de dólares sin que les importe un pito el consumidor. Mientras el Gobierno siga con planes de privatizar, buscará tarifas altas para vender caro y quien no lo crea, que se lo pregunte a Margarita.
Así que.... ¡Fuera Kurowski!
Posdata. Siendo un jugador global, AES conoce bien del efecto perverso de las privatizaciones en las tarifas y por eso compró la EdC.

Publicado en El Universal, Caracas, 27 de Julio de 2001

http://suombudsmanelectrico.blogspot.com/2001/07/del-porqu-no-me-quieren.html




julio 19, 2001

Y ahí están, y ahí siguen

Y ahí están, y ahí siguen

Muchos esperaban de Chávez algo más que un refrescamiento de su arrugado sistema político, ansiaban el rescate de una política económica, que produjera mejores resultados, que considerase de manera pragmática el interés venezolano y liberara al país de quienes sólo se sienten realizados copiando y pegando los paradigmas globales. Pero, ¡qué va!... ¡Qué difícil le resulta! 
Nuestra no retribuida apertura comercial, le causó un inmenso daño al país. Y ahí están... siguen negociando quienes, aspirando lograr un cambur en un organismo internacional, se desvelan por ser fashion. Y ahí están... en materia de derechos intelectuales, marcas y patentes, siguen negociando quienes buscan representar los intereses de los propietarios de tales derechos y que, para eso, estudiaron sus jurisprudencias en sus universidades.
Vemos como países como Inglaterra, que entre 1980 y 1999 aumentaron anualmente los impuestos a la gasolina hasta situarlos hoy en más de Bs.630 por litro, perjudicando nuestra principal exportación. Y ahí están... nuestro petróleo sigue, básicamente, en manos de quienes no protestaron lo que ocurría o lo que es peor aún, ni lo vieron.
Hay quienes no fueron capaces de entender, que los 63 millones de dólares recibidos por el Estado en la privatización de la electricidad de Margarita, no eran sino otra deuda pública externa, sólo que, en este caso, pagadera por el consumidor de la isla a través de las tarifas. Y ahí están... en el sector eléctrico, siguen los causantes de ello y de la crisis que se nos avecina.
En 1997 advertía que el costo directo para el país de su entonces reciente crisis bancaria, sería superado por el costo de no saberla administrar y el costo, en términos de un menor crecimiento económico, que produciría el naciente puritanismo financiero. Y ahí están... tanto la burocracia de Fogade, como quienes regulan aceptando lo que el mundo les dicta en la materia, ignorando que Basilea nunca consideró los intereses de un país en desarrollo.
A finales de los 70, Venezuela tenía una de las bancas más modernas del mundo. Y ahí están ... quienes se desvelan por defender, como grandes avances tecnológicos y sólo por ser importadas, a unas pobres y vergonzosas loterías.
En 1997 también advertí, que el país se lanzaba por un horripilante tobogán recesivo cuando, en plena recesión, aumentaba la carga fiscal e iniciaba una política cambiaria, que parecía más destinada a abaratar el ocio en la Florida y el consumo importado, que a valorizar la competitividad del empleo en Venezuela. Y ahí están.. hoy, con la tragedia consumada, hasta Fedecámaras, hogar de tanto empresario suicida, no logra salir de su confusión.
¿Podemos encontrarnos? ¡Claro que sí! Para ello sólo requerimos de un nacionalismo, inteligente y libre de complejos. Es cierto que a veces “el patriotismo es el último refugio del vagabundo”. No obstante, si Janeth Kelly puede reclamar la presencia del “Antichavista Bueno”, me creo con igual derecho, para reclamar la presencia del Patriota Bueno.




julio 05, 2001

Desde el frente eléctrico

Desde el frente eléctrico
Por advertir sobre posibles errores en la privatización eléctrica de Margarita y lamentablemente tener razón, fui invitado a participar en el proceso de reestructuración del sector eléctrico, consecuencia de la nueva Ley. Al no estar relacionado con el sector, me pareció que en mi participación debería asumir la perspectiva del usuario y como la Ley dibujaba verdaderos horizontes de cambio, me lancé con entusiasmo a la tarea.
La Ley, al obligar a una separación de actividades, apuesta a lograr que en la generación de electricidad surja una verdadera competencia y que en la transmisión y distribución, se produzca la transparencia que le permita al Regulador regular. Por cuanto esto significa llevarle la luz a un sector acostumbrado a vivir en gratificante aislamiento, no se necesitaba ser genio, para saber que el proceso no sería fácil. A continuación, algunos partes del frente.
Al inicio se pensó que con la constitución de una empresa nacional de transmisión, que fuese poseedora de los activos de transmisión de Edelca y Cadafe y gerenciada por nuevos actores, podría lograrse el quiebre de ciertos intereses creados; facilitar la competencia entre generadores y asegurar los mejores intereses energéticos del país. Lamentablemente, hasta la fecha, la “revolución”, que dicen ser tan victoriosa en otros frentes, parece haber quedado anulada frente las corporaciones eléctricas del Estado. De no ser por la arrolladora fuerza de sus argumentos y de la voluntad política de sus proponentes, de seguro que igual parálisis afectaría a iniciativas descentralizadoras como la de Hidroeléctrica de Los Andes.
El Régimen Económico aplicable al sector eléctrico tiene un especial interés para mí, como economista. Según he observado, el método tradicional de fijar tarifas consistía básicamente en que el Gobierno colocaba sobre la mesa una propuesta baja y el sector eléctrico una alta, para luego de un minué eléctrico, llegar a un acuerdo final, que se publicitaba como de gran avanzada. Si a esto le añadimos que no hay nadie que sepa, con algún grado de certeza, si las tarifas vigentes, son altas o bajas, para lo que deberían ser, debemos concluir que hay mucho trabajo por hacer.
Considero que para obtener tarifas razonables, es necesario atraer nuevamente los capitales a largo plazo, con expectativas de retorno moderadas, que fueron expulsados por la manía global de hacer del servicio público eléctrico un negocio. Sin embargo, lejos de proceder en esa dirección, luego de meses de discusión y cientos de millones gastados en consultoría, aún circula, como base para un consenso, una ridícula propuesta de remunerar con tasas riesgo- país, a los activos de distribución sobre la base de un valor nuevo de reposición, sin tomar en consideración que los consumidores eléctricos ya han cancelado gran parte de su valor.
Por mis protestas, un Viceministro, que se desvela por ser el pacífico de la revolución, me apartó del debate pero, no se preocupen, ya volveré apoyado por una asociación de usuarios.
Publicado en El Universal, Caracas, 5 de Julio de 2001