enero 25, 2000

Hay que llevar la luz a la electricidad

Con la luz no se juega. Esta advertencia, normalmente dirigida a los niños, resulta igualmente válida para los adultos, ya que la electricidad y la eficiencia con la que se presta tal servicio, es de importancia fundamental para el país.
Por el peligro que puede estar presente al introducir consideraciones políticas, de índole cortoplacista, frecuentemente resulta tentador para una sociedad, aislar al sector eléctrico y dejarlo en manos de algunos de los expertos en ese campo. Hasta la fecha éste parece ser el caso en Venezuela.
Hoy nos enfrentamos con una nueva realidad. Quizás basado en los mismos preceptos, que indican que “la política es un asunto demasiado serio para dejárselo a los políticos”, la recién promulgada Ley del Servicio Eléctrico obliga a considerar, de manera directa, la participación activa en el sector de actores hasta ahora ausentes, entre ellos, los usuarios y los entes políticos descentralizados – los municipios.
Estoy de acuerdo con la nueva Ley pero, para que la participación democrática en el sector eléctrico sea constructiva y no distorsionante, resulta indispensable que se cuente con información completa, veraz y oportuna.
Esta semana, en televisión, dirigentes municipales del Zulia protestaron ante la posibilidad de aumentos en las tarifas. Por supuesto que un aumento duele y muy especialmente en las actuales circunstancias económicas por las cuales atraviesa el país. No obstante, un gran estímulo para la protesta se fundamenta en que, de verdad, la sociedad desconoce en general las verdaderas causas y orígenes de los aumentos y por tal razón, le resulta difícil establecer si la distribución de los sacrificios, es justa o no.
El Alcalde Zuliano – protestando los aumentos – argumentaba que para Maracaibo serían especialmente injustos, por ser la ciudad en Latino América con mayor consumo de electricidad per cápita. Desde su perspectiva su argumento parece perfectamente válido, pero, debido a los cuantiosos recursos de inversión que requiere el sector eléctrico, alguien puede objetar lo anterior.
Por ejemplo, un alcalde de un municipio que presenta un bajo consumo, pudiese exigir una tarifa baja como premio por ahorro y solicitar que se castigue al maracucho, con el fin de lograr una baja en el consumo de electricidad. Bien podría aludir aquella vieja contradicción que dice que Maracaibo, de forma simultánea, es la ciudad más caliente y la más fría de Venezuela, en este último caso, por la intensidad con la cual usan los aires acondicionados.
Entrar de árbitro en el ring para solucionar la disputa entre los dos alcaldes, sin un buen reglamento y confiables fuentes de informacion, sería un esfuerzo inútil y quizás hasta peligroso.
De igual manera, debe ser importante tener a la mano información válida con respecto a cómo el país distribuye la hidro-electricidad y el gas, dos bendiciones de la naturaleza que deben permiten producir una electricidad económica. Es obvio que, en este sentido, algunas regiones deben estar logrando mayores beneficios que otras y esto no puede propiciar un clima de entendimiento.
Finalmente, existe lo relativo a la eficiencia operativa de las empresas eléctricas y de sus necesidades de inversión. El consumidor, las autoridades regulatorias, o hasta las mismas empresas, no tienen la más mínima idea si en Venezuela, en términos reales, existe una industria eléctrica eficiente o no. Por ejemplo, ¿Qué significa que una empresa estatal del interior ofrezca tarifas muy inferiores a las de una empresa privada en la capital? De verdad, sin información adicional, verdaderamente pertinente, esto podría significar absolutamente cualquier cosa.
Aún cuando la función regulatoria, de acuerdo a la Ley, se encuentre situada en la Comisión Nacional de Energía Eléctrica, las obligaciones que la Ley le impone a las municipalidades, parecen implicar la necesidad de suministrarle a cada municipio, información individual y pormenorizada.
Intuitivamente, lo anterior me parece una maravilla. El día que cada municipio tenga información sobre su propia realidad, cuánto consumen, cuánta energía se pierde – o se roba, cómo pagan sus ciudadanos sus facturas, cuál es el impacto en sus tarifas a cuenta de un ente estatal que no paga sus facuras, cuánto es el subsidio en hidro y gas que le otorga la Nación, etc, ese día le habremos proporcionado la luz al sector eléctrico. Ese mismo día tendremos la posibilidad de tener un sector eléctrico racional.
Igualmente, un ciudadano necesita tener suficiente información para poder evaluar la gestión de las municipalidades y para determinar si la labor de sus autoridades municipales es mejor o peor que las otras. Un ranking del servicio eléctrico en las distintas municipalidades es un buen sitio donde comenzar.
Por último, relativo al acercamiento entre el sector eléctrico, usuario y municipio, creo que se debe fomentar todas aquellas pequeñas cosas que ayudan promover entre las partes, la buena voluntad y la comprensión de los sacrificios que siempre son requeridos para el buen funcionamiento de los servicios públicos.
En tal sentido, sugiero analizar la posibilidad de que representantes de la comunidad, puedan participar en la empresa eléctrica de su localidad. Estos representantes podrían, para un periodo determinado, ser elegidos de manera aleatoria (loteria) entre quienes expresen su voluntad y presentan ciertas calificaciones mínimas. Si en otros lugares se ha experimentado con un puesto en la Junta para la representación laboral, qué extraño tiene el ofrecérselo a quien la empresa se debe, su cliente obligado.
Igualmente creo que no se debe ignorar el significado del nombre de la empresa. Una empresa que se llama La Electricidad de Caracas, tiene por definición un mayor vínculo con su comunidad, que empresas con nombres tipo CADAFE.

Publicado en Economía Hoy el 25 de Enero de 2000



enero 20, 2000

Fundamentalismo petrolero

Fundamentalismo petrolero

Gústenos o no, en términos de nuestra economía globalizada, el valor de un producto se determina por lo que el consumidor está dispuesto a pagar por él. Hoy, por todo lo que se deriva de un barril de petróleo, en el mundo se paga un promedio muy por encima de US$ 100 y en Europa se llega a superar los US$ 150.
Cuando en tales circunstancias, el producto se conforma con recibir US$ 25 por barril, resulta evidente que no sabe defender sus intereses. La diferencia entre los US$ 150 pagados por los consumidores y los US$ 25 recibidos por el productor son, casi en su totalidad, los impuestos que aplican los países consumidores. Sin tales impuestos, tanto los precios como la demanda del petróleo serían mucho mayores y los ingresos adicionales, de un país como el nuestro, suficientes para cancelar la deuda externa total en pocos años o solventar, en meses, el costo financiero de la reciente tragedia sufrida en Venezuela.
En la prensa de este fin de semana, personas muy ligadas al petróleo venezolano, emiten opiniones que, de una manera u otra, critican la política de recortes en la producción, la cual por lo menos ha logrado elevar, de US$ 7 a US$ 21, lo que Venezuela recibe por su petróleo.
Andrés Sosa Pietri dice que los recortes de producción sólo han servido para 'consolidar las bases de una sociedad de indigentes, mendigos y buhoneros'. A él le respondería, que tal sociedad sólo se consolida cuando por egoísmo, intereses cortoplacistas y falta de voluntad, una sociedad permite que sus activos no renovables se entreguen por una minúscula fracción de su valor.
Yo siempre he considerado bueno que Venezuela tenga una gran capacidad de producción, seis, siete millones de barriles diarios o más. No necesariamente para usarlos, definitivamente no a los precios de hoy, pero sí como un esencial instrumento de negociación. El señor Alberto Quirós Corradi indica en su columna que nuestra capacidad productiva se ha visto muy reducida. No mantengo vínculos con la industria que me permitan opinar sobre el manejo día a dia de Pdvsa, pero, de ser cierto lo expuesto por Quirós comparto su preocupación.
Donde no estoy de acuerdo con Quirós es cuando sitúa todo el problema de los recortes iniciales en el contexto 'de una sobreoferta petrolera de carácter coyuntural'. El problema de los precios no se limita solamente a la oferta y demanda física de unos barriles de petróleo. A consecuencia de los modestos aumentos en los precios petroleros, países europeos han tenido que echar para atrás aumentos de impuestos ya programados, lo que claramente demuestra que el principal reto que enfrentamos no es el aumentar el valor del petróleo sino el de capturar una mayor porción de su valor.
Ha empezado un 'runrun', seguramente propiciado por aquellos que ven en la privatización la repuesta a todos nuestros problemas, de que una descapitalización y un supuesto mal manejo de Pdvsa, irrevocablemente conducirá a su privatización. No poseo los elementos suficientes para opinar sobre la posibilidad de tal evento pero, a todos aquellos que argumentan que en la privatización se encuentra la fórmula mágica, debo recordarles que no he visto ni un solo accionista de la Mobil, BP, Esso o como se llamen, levantar una sóla protesta ante los impuestos petroleros.
Si esperamos lograr defender el valor de nuestro petróleo, es indiscutible que sólo a través de organizaciones como la OPEP, tenemos la oportunidad de esgrimir las actuaciones geopolíticas de peso, que puedan reducir la actual discriminatoria confiscación a que estamos sujetos. Por supuesto, no me refiero a una OPEP donde sus miembros, Arabia Saudita, Kuwait, Argelia, Indonesia, Nigeria y Venezuela, en la reciente reunión de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, ni siquiera llegaron a mencionar al petróleo. Hablo de una OPEP con las botas bien puestas.
Andrés Sosa Pietri, quien considera que 'sin los recortes, los ingresos nacionales por exportaciones hubieran sido muy superiores a los obtenidos en realidad en 1999' sitúa la política de los recortes dentro de lo que él denomina algo 'tan fundamentalista, tan fanático que ni por la tragedia que nos enluta, ha querido conseguir un acuerdo... para aumentar la producción'.
Opino que hoy lo fundamental para los países petroleros es combatir todos aquellos impuestos al petróleo, que siendo vulgares aspiraciones fiscalistas, cobardamente se ocultan tras la falda de la protección ambiental y cual parásitos, nos confiscan la mayor parte de su valor.
Obviamente Sosa Pietri le asigna una connotación negativa a lo que llama 'fundamentalismo'. En tal sentido, puede que corra el riesgo que me llegue a clasificar como el sumo sacerdote de una extraña y peligrosa secta, si le digo que mientras nosotros, como país, no logremos capturar como mínimo 70% del valor del petróleo, por responsabilidad fiduciaria ante hijos y nietos, no tenemos derecho de extraer un solo barril.

El Universal 

https://petropolitan.blogspot.com/2000/01/fundamentalismo-petrolero.html




enero 11, 2000

Faltaron encapuchados en Seattle

En Seattle, la Ministro de Comercio Exterior de Colombia, en su mensaje ante la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), comentó que paradójicamente de las numerosas protestas ocurridas durante el evento, las más fuertes provenían justamente de aquellos países que más se beneficiaban del mercado mundial. 
Al decirlo, la Dra. Ramírez de Rincón sabía muy bien de que, en este caso, no hay lugar para un “¿quién es primero, el huevo o la gallina?” No son los más beneficiados quienes protestan - son los que más protestan los que terminan siendo los más beneficiados.
Cuando un joven Europeo, heredero de una larga tradición occidental, una buena educación y apoyado por amplios recursos financieros, logra un invento, Venezuela, como la mayoría de los países, se han comprometido, a través de acuerdos administrados por la OMC, a respetar el derecho de propiedad de tal invento, garantizando el no copiarlo y asegurándole al joven inventor el cobro de los derechos de autor. 
Lo anterior, al contrastarlo con el hecho de que Europa y un gran número de países consumidores aplican inmensos impuestos a la gasolina y otros derivados del petróleo, por medio de los cuales le confiscan a Venezuela y a los demás países petroleros una significativa parte del valor del petróleo, evidencia que existe una gran injusticia en los actuales acuerdos económicos.
Como ejemplo, basta señalar que para Diciembre de 1999, en Inglaterra, la gasolina premium sin plomo se vendía en Bs. 763 por litro. De acuerdo a la Asociación de Expendedores, de ese precio, Bs. 118 corresponden al productor (quien sacrifica un recurso no renovable), Bs. 37 para el distribuidor y Bs. 608 por litro, el 80%, al Fisco Inglés por concepto de los diversos impuestos.
Los impuestos al petróleo son discriminatorios y totalmente opuestos al sentido del libre comercio. De no existir tales impuestos, Venezuela tendría ingresos inmensamente superiores a los actuales. Con tales recursos quizás podría brindarle a sus propios jóvenes, mayores facilidades para el desarrollo de su capacidad creativa, lo cual les daría al menos la expectativa de que en un futuro, viviendo en Venezuela, ellos también podrían llegar a generar y cobrar un derecho de autor. 
Las reuniones de la OMC eran una excelente oportunidad para los productores de petróleo de expresar su firme protesta. Lamentablemente, ese no fue el caso ya que en las distintas declaraciones dadas en Seattle por los representantes de Venezuela, Algeria, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, Indonesia, Kuwait (todos miembros de la OPEP), ninguno de ellos, aunque resulte difícil creerlo, ni siquiera menciono la palabra petróleo.
Por otro lado, también dentro del ámbito de esa reunión, hubo declaraciones de países culpables de excesivos impuestos al petróleo, como las siguientes: Inglaterra - "El proteccionismo en cualquier sitio es una amenaza a la prosperidad en todo sitio". Suecia - "Si queremos progreso, debemos actuar como creyentes en el libre comercio y no sólo hablar de sus virtudes". Alemania - "Sólo un enfoque lo suficientemente amplio permitirá una solución global con un resultado equilibrado para todos - y enfatízo la palabra todos". 
Como pueden observar, tales declaraciones nos servían en bandeja de plata la oportunidad para protestar la actual hipocresía que caracteriza el comercio internacional. De allí la profunda decepción cuando leemos las declaraciones de Venezuela e Indonesia, que no obstante ser más del doble de largas que las de países como Alemania, Japón, Inglaterra, sin embargo se limitaron a mencionar asuntos “vitales”, tales como el comercio electrónico, derechos de propiedad intelectual relativos a los conocimientos de comunidades indígenas y otros aspectos no petroleros y secundarios.
Analizando el problema desde otro ángulo, la mayoría de los actuales impuestos al petróleo, son solo vulgares aspiraciones fiscalistas de las naciones consumidoras, que se escudan cobardemente en argumentos de protección ambiental. Por supuesto que para mejorar nuestra posición negociadora ante las organizaciones ambientales, resulta esencial lograr el apoyo de la OMC, el organismo que por excelencia se dedica a propiciar el libre comercio.
Lo anterior parece haber sido entendido por los Emiratos Arabes Unidos, único miembro de la OPEP que parece no haber perdido la brújula, ya que su Ministro de Comercio expresó su esperanza de que "en las contínuas discusiones sobre comercio y ambiente … no se use la protección al ambiente como una excusa para limitar nuestras exportaciones, en especial las del petróleo". 
Quedo entonces atónito al leer en la declaración de Venezuela que "La contribución de la OMC ... es la de incorporar los objetivos del desarrollo en las disciplinas que le son propias y no convertirse en un foro para la búsqueda de soluciones a las problemáticas ambientales.." y que, en la declaración de Nigeria, también se cuestione que la OMC sea el organismo idóneo para plantear problemas de índole ambiental.
Resulta obvio que Venezuela y Nigeria oficialmente están planteando una estrategia de negociación muy distinta a la que considero la natural. No deseo discutir sobre quién está en lo cierto, pero alerto que el Ministro de Francia, un país no productor de petróleo, en su discurso dijo "con respecto al ambiente, la OMC no es el sitio para definir las reglas" expresando así una posición idéntica a la de Venezuela y Nigeria. Por supuesto que además, la OMC, enredada con su propios problemas, seguro que le gustaría mantenerse alejada del lío ambiental.
Hace un mes, un venezolano, el Dr. Miguel Rodríguez Mendoza fue designado para ocupar un cargo en el directorio de la OMC. Conocemos su capacidad y le expresamos nuestras más sinceras felicitaciones. No obstante, preocupa que tal nombramiento sea interpretado como un gesto para con Venezuela y que en tal sentido alguien sienta la obligación de retribuirlo mediante una solidaridad complaciente con la OMC. De ser tal el caso, creo que los intereses de Venezuela estarían mejor servidos por unos encapuchados, furiosamente venezolanos y petroleros.