En la semana pasamos la vergüenza y la tristeza de leer en The New Yorker un artículo de Jon Lee Anderson titulado "El Señor del Barrio", y donde califica a nuestra Caracas como una "ciudad fallida", y sin que podamos encontrar algo sólido con qué rebatirlo.
Pero más vergüenza y más tristeza siento cuando tengo que explicar en el extranjero lo de la gasolina regalada. Ahí sí quedamos como unos verdaderos primitivos. Desde más de una década y en más de cien artículos lo he protestado.
Ya en 2002 escribí: "deberíamos cobrar por la gasolina, como mínimo, el precio que cubra sus costos directos. No hacerlo significaría meter la mano en el bolsillo a quien menos use la gasolina, para favorecer a quien más la use... ¡Un robo!... Pero de igual manera... cada litro de gasolina que vendamos a un precio menor al que obtendríamos exportándolo, significa quitarle un ingreso a quien menos use la gasolina para favorecer a quien más la use... ¡Una injusticia!
Y en 2005 subí el volumen de mi protesta: "Es difícil entender cómo nuestros pobres no han introducido una demanda en contra de nuestros gobiernos por ante alguna Corte Internacional de Derechos Humanos, por los crímenes económicos cometidos al regalar tanto a quienes usan carros, en detrimento de quienes no".
Y este 10 de enero les recordé que "el país, por la vía de la gasolina a precio regalado, le entrega a los compradores de gasolina un valor superior a lo gastado en todas las demás misiones juntas... y eso no solo es asqueroso desde la perspectiva de la justicia social, sino además una aberración total de las señales económicas necesarias para que los recursos se orienten eficientemente, para el bien de la economía".
Por lo anterior comprenderán mi satisfacción cuando esta semana, en El Universal leí un artículo de Luis Oliveros B. titulado "La gasolina regalada", basado en el estudio "Las realidades del subsidio a la gasolina", publicado en la revista del Centro Gumilla de mayo 2012, el cual aún no he leído.
Los ajustes en el precio de la gasolina que ese artículo propone me parecen mínimos, pero es un comienzo. No obstante lo más importante es que el tema se discuta, puesto que el silencio de quienes deberían ser las elites, es una ensordecedora trompetilla que estos le han lanzado a su país.
Y hablando de trompetillas, eso es lo que le lanzó el Tribunal Supremo de Justicia a todo el pueblo venezolano, cuando sostuvo que no había méritos para enviar una junta médica a certificar las condiciones de salud de un presidente que llevaba ausente y silente 30 días. Uno lo cuenta y no se entiende, hasta que uno también cuenta que vivimos en un país donde más del 97 por ciento de todos los ingresos por exportación ingresan a las arcas formales o informales del Estado, y entonces todo se entiende.
Pero, al entenderlo todo, surge entonces la pregunta: ¿De facto, ahora quien gobierna más en Venezuela, "El Encargado", "El Constitucional" o quien está en posesión de "La Chequera Petrolera"? Por supuesto, si leen lo que llevo décadas diciendo sobre el poder de la chequera con nuestras resultas petroleras, sabrán muy bien lo que pienso.
Y es que casi oigo a los dos primeros.... "¡Porfa!" Y es que casi le oigo al último su trompetilla... "Vendan primero el oro que tienen en el BCV y luego hablamos... quizás".
PS. Por lo que yo entiendo el oro venezolano no lo pueden ni siquiera comprar, pues nadie se los quiere vender a la tasa de cambio por dólar que ellos mismos se han obligado a pagar.