El "ausente", con la chequera de nuestras resultas petroleras en manos, durante catorce años, como un "Yo Soy El Todo" fungió como el único punto de referencia nacional, para tutilimundi. En tal sentido no hay porqué sorprenderse sí a alguien hoy podamos parecerles, en el más amable de los parecérseles, a un Kindergarten sin maestra.
Mientras dure la ausencia del "ausente", quién sabe de repente a nuestra imaginativa Corte Suprema de Justicia se le ocurre decretar un período presidencial sabático, permítame escribirles sobre otro tema que me ocupa, el de las regulaciones bancarias.
Una de las tasas teóricas y referenciales más importantes en el mundo de las finanzas, es aquella que se conoce como la "tasa libre de riesgo". Claro está, como no hay nada totalmente libre de riesgo, es normal, como aproximación, usar la tasa de interés que paga por el servicio de su deuda pública el país que se percibe teniendo la economía más sólida, por ejemplo Estados Unidos.
Hoy quiero decirles que esa "tasa libre de riesgos" ha sido consciente o inconscientemente (ruego por lo segundo) manipulada por el Comité de Basilea para la Supervisión Bancaria, ése que busca ser el administrador de riesgos bancarios del mundo.
A ese comité se le ocurrió, y así impuso, unos requerimientos de capital a los bancos que dependen del riesgo de los distintos activos; principalmente del riesgo percibido por las agencias calificadoras de riesgo crediticio y a quienes tercerizaron el análisis crediticio.
Al decretar lo anterior el comité ignoró por completo, conscientemente o sin pensarlo (ruego por lo segundo) que lo del riesgo percibido ya era considerado al momento de fijar las tasas de interés a cobrar, el monto de los préstamos y todos los demás términos, digamos que del numerador. En consecuencia, cuando entonces deciden que esa misma percepción de riesgo, también tiene que reflejarse en el capital, digamos que en el denominador, condenan a todo el sistema bancario a una sobredosis de riesgo percibido.
Y aquello ha significado que todos quienes son percibidos como de mayor riesgo, sean países, empresas o ciudadanos, tengan que pagar tasas de interés más altas y recibir menos préstamos, de lo que hubiere sido el caso sin estas regulaciones.
E igualmente todos quienes se perciben como de menor riesgo, países y empresas con altas calificaciones de riesgo, pagan tasas de interés mucho menores y reciben muchos más préstamos, de lo que hubiere sido el caso sin estas regulaciones.
Y lo anterior distorsionó y dislocó las economías mundiales a más no decir. No solamente al estimular una peligrosa sobrepoblación de los puertos seguros, sino además al ignorar que la toma de riesgos es el oxígeno de todo desarrollo, y el que los "no riesgosos" de hoy, fueron casi siempre los "riesgosos" del ayer.
Y lo anterior significa que la "tasa libre de riesgo" que hoy creemos observar en el mercado, en realidad es la "tasa libre de riesgo menos el valor del subsidio regulador del Comité de Basilea".
Y lo anterior significa que los instrumentos de vuelo que usan los mercados y los bancos centrales en el mundo, hoy simplemente no dan las mediciones correctas.
¿Cómo es esto posible? "Uno tiene que pertenecer a la intelligentsia para creer cosas como esas: ningún hombre común sería tan tonto", George Orwell, Notas sobre el Nacionalismo, 1945.
O, como hubiese explicado Patrick Moynihan: "Hay algunos errores que sólo quienes tienen un doctorado, un Ph.D., pueden cometer".