Hay amores que matan, y somos un país donde un líder, adorado por más de la mitad del pueblo, de talla internacional, no se sintió capacitado para aumentar el precio de la gasolina en 14 años, y como resultado su roja-rojita revolución bolivariana, se desgasta gastando más en gasolina regalada que en todas las misiones sociales juntas.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para aumentar el precio de la gasolina... digamos unos 1.000 por ciento para comenzar?
Hay amores que matan, y el Estado se nos puso tan obeso que si deseamos sobrevivir, y que no se nos caiga encima y nos aplaste, tenemos que imponerle una dieta muy estricta.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para despedir a unos cuantos cientos de miles de empleados públicos, pagándoles sus indemnizaciones con bonos de poco valor?
Hay amores que matan, y el Estado, de manera desorganizada, para financiar las amorosas ocurrencias del líder, y el desaforado consumismo del pueblo, endeudó al país hasta el tequeteque.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para exigirle al país los sacrificios necesarios para servir tal deuda?
Hay amores que matan, y celos que generan odios, y muchos venezolanos comenzaron a odiarse profundamente los unos a otros.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para inspirar una verdadera reconciliación nacional?
Hay amores que matan, y el país desperdició las resultas petroleras satisfaciendo necesidades innecesarias, subsidiando un consumismo importado y el turismo en el extranjero.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para decirle a la clase media que esa Misión Importación y Viajecitos es una insolencia acabada?
Hay amores que matan, y por lo que cientos de miles de jóvenes venezolanos recibieron una mediocre educación, que no les servirá para mucho, excepto para alimentar sus frustraciones.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para contarles a esos jóvenes esa cruel verdad, y ayudarlos a recuperar sus irrecuperables años perdidos, sin que éstos pierdan la razón?
Hay amores que matan, y el cariñoso de turno, sin justificación, elevó hasta las alturas la importancia relativa de su querido testamento militar.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para ahora pedirles a los militares que se bajen de esas nubes, de inmediato, y sin que a punta de los Kalashnikovs que les dimos, nos exijan sacrificarnos todos por ellos?
Hay amores que matan, y tratando de facilitar unas grotescas caricias amorosas, el país cayó en el más profundo irrespeto a sus instituciones y a sus leyes.
¿Y quién tiene el liderazgo suficiente para imponer, de manera firme justa e igualitaria, las leyes que se necesitan para lograr cimentar las ganas de construir un futuro?
¡Sí! Hay amores que matan, y por lo que pregunto: ¿y quién resucita a Venezuela? ¿O es que nuevamente permitiremos a otro turno de sepultureros seguir bailando a nuestro muerto país, para sacarle ellos sus provechos?
Como probablemente intuyen, mi respuesta a todo lo anterior, no es "quién" sino "qué".
No sólo para resucitar a Venezuela, sino además para convertirla de la aldea con caciques que siempre ha sido en una gran nación democrática, hay que eliminar para siempre, la principal fuente de los amores que matan. Necesitamos evitar que con nuestras resultas petroleras en su poder, un cacique de turno pueda vender ilusiones de grandeza y riquezas inagotables, solo obtenibles plegándose a él y confiando por completo en su sabiduría y su amor.
Dios bendiga a nuestra Venezuela. Feliz año 2013.