El GPS es un sistema direccional satelital mediante el cual se le hace más fácil a uno ubicarse en zonas poco conocidas. Hace poco, en el exterior, mi hija tecleo en el GPS la dirección equivocada de adónde íbamos y yo… aun cuando claramente oía a una vocecita interna decirme que iba en la dirección equivocada seguí las instrucciones del GPS, hasta el final, o sea hasta llegar al destino equivocado. En ese momento me dije “esto es exactamente lo que hicieron los mercados financieros cuando aún sabiendo que no eran tan de confiar siguieron las triple-A o las “cero riesgo” emitidas por las calificadoras de crédito, hasta desbarrancarse. ¿Qué es lo que nos impide oír y obedecer la voz de nuestro propio sentido común?
Estas últimas semanas he tenido ocasión para de nuevo reflexionar sobre el tema por cuanto, como radical del medio, he recibido muchos correos electrónicos de personas afiliadas al chavismo (el término “oficialismo” le queda grande) y en los cuales observo que las voces internas de muchos de estos revolucionaros les gritan a todo pulmón que se encuentran en la revolución equivocada… pero aún así no logran hacerle caso a su propio sentido común.
Y permítame decirles que yo, por no hacerle caso a mi voz interna, llegue al destino final equivocado y perdí alguna hora de mi tiempo; y los inversionistas, por seguir las triple-As, perdieron fortunas; pero nada de eso se compara con la tragedia griega que para un revolucionario puede implicar el descubrir al final de su vida revolucionaria, que andaban haciendo revolución en una revolución que no tenía nada que ver con la suya. Eso es mucho peor que jamás haber logrado una revolución.
A los revolucionarios perdidos les leo quejas sobre las políticas de puerto; la sustitución de monopolios privados por monopolios del Estado: la implosión al autoritarismo de lo que iba a ser una explosión de poder popular; el privilegio de la afiliación política por encima del conocimiento; la corrupción, la corrupción y la corrupción… y aun así no son capaces de cambiar de rumbo…por lo menos por ahora.
Y unas de las razones por las cuales se le hace difícil a muchos de los revolucionarios en el chavismo obedecer a sus voces internas y abandonar la que ya saben no es su revolución, es que demasiados de la oposición no quieren ni siquiera conversar con el chavismo, lo que los pone ante la disyuntiva de tener que elegir entre la revolución equivocada y el regreso a todo contra lo cual antes pelearon.
Venezolanos chavistas, por el bien de nuestro país, olvídense de los rencores del Gran Hacendado de turno y enamoren a los escuálidos; y venezolanos escuálidos, por el bien de nuestro país, ignoren igualmente al Gran Hacendado de turno y enamoren a los chavistas, ya que, del amor, siempre surgirá un mejor país que de una guerra civil.
Recuerden siempre que el otro, sea éste chavista o escuálido, no tiene la responsabilidad de enamorarse de Usted y por lo que es Usted, chavista o escuálido, quien tiene la responsabilidad de enamorar al otro. Por cuanto se nos va la vida de nuestro querido país en esto, les ruego no se dejen seducir por los diablos de aquí o de allá, quienes se asfixian con el amor y respiran con el odio.
¿Significa este llamado al amor un pacifismo sonso para que no hagamos nada y nos dejemos de llevar por los hechos? ¡Por supuesto que no! Es un llamado para que con coraje, unidos, peleemos la guerra contra la desunión. La verdadera revolución unificadora es la que busca el derecho del ciudadano de ser el mismo el sembrador de sus resultas petroleras.
El Universal
Noticiero Digital
Estas últimas semanas he tenido ocasión para de nuevo reflexionar sobre el tema por cuanto, como radical del medio, he recibido muchos correos electrónicos de personas afiliadas al chavismo (el término “oficialismo” le queda grande) y en los cuales observo que las voces internas de muchos de estos revolucionaros les gritan a todo pulmón que se encuentran en la revolución equivocada… pero aún así no logran hacerle caso a su propio sentido común.
Y permítame decirles que yo, por no hacerle caso a mi voz interna, llegue al destino final equivocado y perdí alguna hora de mi tiempo; y los inversionistas, por seguir las triple-As, perdieron fortunas; pero nada de eso se compara con la tragedia griega que para un revolucionario puede implicar el descubrir al final de su vida revolucionaria, que andaban haciendo revolución en una revolución que no tenía nada que ver con la suya. Eso es mucho peor que jamás haber logrado una revolución.
A los revolucionarios perdidos les leo quejas sobre las políticas de puerto; la sustitución de monopolios privados por monopolios del Estado: la implosión al autoritarismo de lo que iba a ser una explosión de poder popular; el privilegio de la afiliación política por encima del conocimiento; la corrupción, la corrupción y la corrupción… y aun así no son capaces de cambiar de rumbo…por lo menos por ahora.
Y unas de las razones por las cuales se le hace difícil a muchos de los revolucionarios en el chavismo obedecer a sus voces internas y abandonar la que ya saben no es su revolución, es que demasiados de la oposición no quieren ni siquiera conversar con el chavismo, lo que los pone ante la disyuntiva de tener que elegir entre la revolución equivocada y el regreso a todo contra lo cual antes pelearon.
Venezolanos chavistas, por el bien de nuestro país, olvídense de los rencores del Gran Hacendado de turno y enamoren a los escuálidos; y venezolanos escuálidos, por el bien de nuestro país, ignoren igualmente al Gran Hacendado de turno y enamoren a los chavistas, ya que, del amor, siempre surgirá un mejor país que de una guerra civil.
Recuerden siempre que el otro, sea éste chavista o escuálido, no tiene la responsabilidad de enamorarse de Usted y por lo que es Usted, chavista o escuálido, quien tiene la responsabilidad de enamorar al otro. Por cuanto se nos va la vida de nuestro querido país en esto, les ruego no se dejen seducir por los diablos de aquí o de allá, quienes se asfixian con el amor y respiran con el odio.
¿Significa este llamado al amor un pacifismo sonso para que no hagamos nada y nos dejemos de llevar por los hechos? ¡Por supuesto que no! Es un llamado para que con coraje, unidos, peleemos la guerra contra la desunión. La verdadera revolución unificadora es la que busca el derecho del ciudadano de ser el mismo el sembrador de sus resultas petroleras.
El Universal
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