Me pidieron escribir algo sobre los controles de precios en Venezuela y, como estoy seguro que le pasa a muchos de mis colegas, lo primero que se me vino a la mente fue lo del cuero seco, eso de pisar una esquina para tapar un problema y solo terminar viendo cómo se levanta otra punta, que puede ser peor.
Es necesario y obligante regular los precios que se fijan en monopolios, por ejemplo los de la distribución eléctrica, o cuando existe una emergencia nacional de carácter transitorio. De ahí en adelante, todos los esfuerzos de tal naturaleza son inútiles y quienes buscan, por ejemplo, controlar los precios de los productos de primera necesidad, simplemente lo hacen por brutos, arrogantes o ignorantes, o una mezcla de todo aquello. La tragedia es que cuando los superponeprecios entran en acción, son justamente los pobres los que más terminan sufriendo.
El precio de un producto termina siendo caro cuando la oferta es menor que la demanda, o cuando falta competencia. Un gobierno que busca incentivar la oferta; evitar que la demanda sea trastocada por políticas monetarias equivocadas; y asegurar que exista una competencia adecuada, está haciendo absolutamente todo lo que puede y debe hacer, lo demás será solo una vulgar politiquería. Que los resultados de la acción del gobierno no sean suficientes y que, por ejemplo, los pobres necesiten de subsidios o transferencias directas, eso es otro asunto que no tiene nada que ver con un control de los precios. Al oírles su "qué fácil criticar y qué difícil hacer" me permito sugerir al gobierno unos quehaceres urgentes en materia de precios.
La oferta de productos se maximizará en la medida que logremos asegurar un buen balance entre lo que le toca ofertar al sector nacional y lo que se debe conseguir por vía de las importaciones. Cuando se reciben muchos ingresos por la liquidación del petróleo hay quienes simplemente creen que esos nos permiten invertir mucho para lograr aumentar la producción nacional pero, a más ingresos petroleros que recibimos, más fuerte se hace nuestra divisa, con lo cual mas difícil se le hace a la oferta nacional competir con las importaciones, con lo cual más inversiones son necesarias para lograr esa misma oferta nacional… y aún no conocemos el resultado neto de ese tiovivo, que puede hasta ser vicioso. Lo que toca es simplemente fomentar todas aquellas actividades en que somos buenos, o por lo menos menos malos, para así lograr generar el máximo número de empleos con la menor protección/inversión necesaria. Sé que a muchos esto les sonará a herejía pero, esa siembra del petróleo, siempre me ha sonado como un sembrar en el desierto para estar preparado para el día que vengan las aguas. Lamentablemente las matas no germinan antes de estar dadas las condiciones.
Por el lado de la demanda trastocada, la primera medida, obligatoria, es la de eliminar los actuales controles cambiarios que solo ahogan, represando el exceso de bolívares. En materia de control cambiario para una pequeña economía como la nuestra más importante es controlar la entrada de los capitales.
En cuanto al asegurar que exista una suficiente competencia, ahí sí hay mucho trabajo que hacer, especialmente en materia de roscas, pero eso sí requiere de unos machos de verdad y no solo de aquellos que se las hacen de machitos, ordenando desde sus escritorios unos controles de precios o firmando unos cheques de nuestra perjudicialmente generosa chequera petrolera… y que no ocuparían esos cargos si ellos mismos fuesen expuestos a la competencia que exige competencia.
El Universal
Es necesario y obligante regular los precios que se fijan en monopolios, por ejemplo los de la distribución eléctrica, o cuando existe una emergencia nacional de carácter transitorio. De ahí en adelante, todos los esfuerzos de tal naturaleza son inútiles y quienes buscan, por ejemplo, controlar los precios de los productos de primera necesidad, simplemente lo hacen por brutos, arrogantes o ignorantes, o una mezcla de todo aquello. La tragedia es que cuando los superponeprecios entran en acción, son justamente los pobres los que más terminan sufriendo.
El precio de un producto termina siendo caro cuando la oferta es menor que la demanda, o cuando falta competencia. Un gobierno que busca incentivar la oferta; evitar que la demanda sea trastocada por políticas monetarias equivocadas; y asegurar que exista una competencia adecuada, está haciendo absolutamente todo lo que puede y debe hacer, lo demás será solo una vulgar politiquería. Que los resultados de la acción del gobierno no sean suficientes y que, por ejemplo, los pobres necesiten de subsidios o transferencias directas, eso es otro asunto que no tiene nada que ver con un control de los precios. Al oírles su "qué fácil criticar y qué difícil hacer" me permito sugerir al gobierno unos quehaceres urgentes en materia de precios.
La oferta de productos se maximizará en la medida que logremos asegurar un buen balance entre lo que le toca ofertar al sector nacional y lo que se debe conseguir por vía de las importaciones. Cuando se reciben muchos ingresos por la liquidación del petróleo hay quienes simplemente creen que esos nos permiten invertir mucho para lograr aumentar la producción nacional pero, a más ingresos petroleros que recibimos, más fuerte se hace nuestra divisa, con lo cual mas difícil se le hace a la oferta nacional competir con las importaciones, con lo cual más inversiones son necesarias para lograr esa misma oferta nacional… y aún no conocemos el resultado neto de ese tiovivo, que puede hasta ser vicioso. Lo que toca es simplemente fomentar todas aquellas actividades en que somos buenos, o por lo menos menos malos, para así lograr generar el máximo número de empleos con la menor protección/inversión necesaria. Sé que a muchos esto les sonará a herejía pero, esa siembra del petróleo, siempre me ha sonado como un sembrar en el desierto para estar preparado para el día que vengan las aguas. Lamentablemente las matas no germinan antes de estar dadas las condiciones.
Por el lado de la demanda trastocada, la primera medida, obligatoria, es la de eliminar los actuales controles cambiarios que solo ahogan, represando el exceso de bolívares. En materia de control cambiario para una pequeña economía como la nuestra más importante es controlar la entrada de los capitales.
En cuanto al asegurar que exista una suficiente competencia, ahí sí hay mucho trabajo que hacer, especialmente en materia de roscas, pero eso sí requiere de unos machos de verdad y no solo de aquellos que se las hacen de machitos, ordenando desde sus escritorios unos controles de precios o firmando unos cheques de nuestra perjudicialmente generosa chequera petrolera… y que no ocuparían esos cargos si ellos mismos fuesen expuestos a la competencia que exige competencia.
El Universal