4.744.339 venezolanos votaron el domingo por Manuel Rosales y con pasión en contra de Hugo Chávez. Si entre ellos aceptamos que puedan haber 44.338 que son tan malos y odiosos como Hugo Chávez dice, eso de todas maneras le dejaría 4.700.001 con respecto a los cuales decidir qué hacer.
El propio Hugo Chávez ha dicho en muchísimas ocasiones que su gobierno no está funcionando bien, lo cual el electorado aparentemente se lo ha perdonado esta vez. Una de las principales razones de ello obedece a que entre los 4.700.001 se encuentran justamente muchos quienes sí poseen la capacidad para que las cosas puedan funcionar. ¿Buscará ahora integrarlos o preferirá, como con los despedidos de PDVSA, que ellos busquen su trabajo y su vida en otros países?
El mundo globalizado no sólo que ya no permite aislarse para construir pequeños paraísos tropicales, sino que exige además que esos paraísos sean competitivos so pena de desaparecer. El problema de Hugo Chávez radica en que entre los que votaron en su contra se encuentran mucho de los que tienen la posibilidad y predisposición de ser competitivos, mientras que entre los que votaron por él, muchos buscan justamente no tener que competir. No es posible ser sumiso a Hugo Chávez y al mismo tiempo no ser sumiso ante todo lo demás y Hugo Chávez bien lo sabe.
En los momentos en que escribo esto, el lunes 4 por la mañana, están entrando en mi computadora muchos mensajes de la oposición y lamento decirles que su tono no le augura paz, tranquilidad ni progreso a nuestro querido país. De igual manera sería una verdadera tragedia que esa inmensa energía humana, que obviamente logró concentrar la oposición y que de tanto le podría servir al país, ahora se disipe en el cinismo, la apatía o se vuelque a un “entonces, por lo menos déjame aprovecharlo”. Por lo anterior, como un derrotado opositor, me atrevo a darle dos consejos a Hugo Chávez.
El primero, que convoque a nuevas elecciones parlamentarias para asegurar la existencia de un intenso debate político, lo único que permite generar y evaluar las ideas del país. Hoy en la Asamblea Nacional esos 4.700.001 venezolanos no tienen ni un sólo representante, ni Chávez un solo contestatario.
Lo segundo, es adoptar a “Mi Negra” y comenzar a distribuir el ingreso producto de la liquidación del petróleo de nuestro país, sin que la calificación como beneficiarios del “maná” dependa de llevar una franela roja.
El propio Hugo Chávez ha dicho en muchísimas ocasiones que su gobierno no está funcionando bien, lo cual el electorado aparentemente se lo ha perdonado esta vez. Una de las principales razones de ello obedece a que entre los 4.700.001 se encuentran justamente muchos quienes sí poseen la capacidad para que las cosas puedan funcionar. ¿Buscará ahora integrarlos o preferirá, como con los despedidos de PDVSA, que ellos busquen su trabajo y su vida en otros países?
El mundo globalizado no sólo que ya no permite aislarse para construir pequeños paraísos tropicales, sino que exige además que esos paraísos sean competitivos so pena de desaparecer. El problema de Hugo Chávez radica en que entre los que votaron en su contra se encuentran mucho de los que tienen la posibilidad y predisposición de ser competitivos, mientras que entre los que votaron por él, muchos buscan justamente no tener que competir. No es posible ser sumiso a Hugo Chávez y al mismo tiempo no ser sumiso ante todo lo demás y Hugo Chávez bien lo sabe.
En los momentos en que escribo esto, el lunes 4 por la mañana, están entrando en mi computadora muchos mensajes de la oposición y lamento decirles que su tono no le augura paz, tranquilidad ni progreso a nuestro querido país. De igual manera sería una verdadera tragedia que esa inmensa energía humana, que obviamente logró concentrar la oposición y que de tanto le podría servir al país, ahora se disipe en el cinismo, la apatía o se vuelque a un “entonces, por lo menos déjame aprovecharlo”. Por lo anterior, como un derrotado opositor, me atrevo a darle dos consejos a Hugo Chávez.
El primero, que convoque a nuevas elecciones parlamentarias para asegurar la existencia de un intenso debate político, lo único que permite generar y evaluar las ideas del país. Hoy en la Asamblea Nacional esos 4.700.001 venezolanos no tienen ni un sólo representante, ni Chávez un solo contestatario.
Lo segundo, es adoptar a “Mi Negra” y comenzar a distribuir el ingreso producto de la liquidación del petróleo de nuestro país, sin que la calificación como beneficiarios del “maná” dependa de llevar una franela roja.