Hace dos semanas pensé que el Artículo de la Constitución de Honduras que dice “La calidad de ciudadano se pierde: Por incitar, promover o apoyar el continuismo o la reelección del Presidente de la República;…” era bastante exagerado. De allá para acá, por cada día que pasa, me suena menos exagerado y más necesario. Los cuatro años de duración máxima para un presidente en Honduras va que chuta, ya nuestro Gran Hacendado de turno lleva más de dos veces y medio ese tiempo buscando que todos le demos un gran golpe a nuestro país. Igual como día a día me suena más indispensable el quitarle la chequera de las resultas petroleras a nuestros petro-autócratas.
El caso Hondura ha desnudado totalmente a la OEA como una simple organización patronal de los poderes ejecutivos en el hemisferio. Si al final la OEA desea tomar lado por uno de los suyos está en su plena libertad, pero lo mínimo que se debería esperar de ella es que el debido proceso para formular una condena, incluya el oír a los demás soberanos poderes de un país, antes de lanzarse de lleno a invadir la soberanía de un país, así como asignarle igual importancia a las quejas que los otros poderes planteen, aun cuando éstas sean en contra uno de sus mimados.
De no rectificarse esta situación nuestros Congresos, nuestras Cortes Supremas, nuestras Alcaldías, poderes que en algunos países ya parecen estar en vías de extinción, necesitan urgentemente constituir sus propias OEAs para defenderse; ahora hasta de la patronal del ejecutivo. Y ni hablar de nosotros los ciudadanos, los verdaderamente pintados en la pared.
Me ha sorprendido el silencio de los demás poderes. De haber sido un asambleísta en cualquier país estaría furioso por la manera como se ignoro la opinión del Congreso de Honduras. De haber sido un Juez en una Corte Suprema en cualquier país estaría furioso por el trato ligero otorgado a un fallo de la Corte en Honduras.
Y no es que no quiera que la OEA actúe con firmeza. ¿Imagínense una OEA callada ante una Zimbabue o una Corea del Norte en nuestro hemisferio? ¿Pero todo ese apuro y agite solo por cuanto unos militares aparentemente pifiaron y entregaron a Zelaya sano y salvo en pijamas en Costa Rica, en manos de Oscar Arias, un Premio Nobel de Paz, en lugar de esperar una orden detención y colocarlo en un calabozo, en circunstancias nerviosas? No se ustedes pero lo que soy yo, si algún día me encontrase en una situación similar a la de Zelaya, creo que me pondría de rodillas ante los militares rogándoles "porfa, un golpecito hondureño".
Y hablando de Oscar Arias me gustó cuando él, como presidente del Sistema de Integración de Centro América, SICA, en tono firme dejó claro ante todos que todo esto pasaba por tener militares, razón por la cual Costa Rica desde hace 60 años no tenían militares y su democracia seguía en pleno vigor. Hasta a Zelaya se le salió un "de acuerdo". Gracias a ello, por primera vez en mucho tiempo, se logro ver a nuestro Gran Hacendado de turno vestir ropas civiles frente los militares. Pero igual me quedó claro que, comparados con algunos otros, por ejemplo los nuestros, los militares de Honduras están actuando con mucho más respeto a la institucionalidad.
Hace dos semanas pensé que el Artículo de la Constitución de Honduras que dice "La calidad de ciudadano se pierde: Por incitar, promover o apoyar el continuismo o la reelección del Presidente de la República;…", era bastante exagerado. De allá para acá, por cada día que pasa, me suena menos exagerado y más necesario. Los cuatro años de duración máxima para un presidente en Honduras va que chuta, ya nuestro Gran Hacendado de turno lleva más de dos veces y medio ese tiempo buscando que todos le demos un gran golpe a nuestro país. Igual como día a día me suena más indispensable el quitarle la chequera de las resultas petroleras a nuestros petroautócratas.
El caso Hondura ha desnudado totalmente a la OEA como una simple organización patronal de los poderes ejecutivos en el hemisferio. Si al final la OEA desea tomar lado por uno de los suyos está en su plena libertad, pero lo mínimo que se debería esperar de ella es que el debido proceso para formular una condena, incluya el oír a los demás soberanos poderes de un país, antes de lanzarse de lleno a invadir la soberanía de un país, así como asignarle igual importancia a las quejas que los otros poderes planteen, aun cuando éstas sean en contra uno de sus mimados.
De no rectificarse esta situación nuestros Congresos, nuestras Cortes Supremas, nuestras Alcaldías, poderes que en algunos países ya parecen estar en vías de extinción, necesitan urgentemente constituir sus propias OEAs para defenderse; ahora hasta de la patronal del ejecutivo. Y ni hablar de nosotros los ciudadanos, los verdaderamente pintados en la pared.
Me ha sorprendido el silencio de los demás poderes. De haber sido un asambleísta en cualquier país estaría furioso por la manera como se ignoro la opinión del Congreso de Honduras. De haber sido un Juez en una Corte Suprema en cualquier país estaría furioso por el trato ligero otorgado a un fallo de la Corte en Honduras.
Y no es que no quiera que la OEA actúe con firmeza. ¿Imagínense una OEA callada ante una Zimbabue o una Corea del Norte en nuestro hemisferio? ¿Pero todo ese apuro y agite solo por cuanto unos militares aparentemente pifiaron y entregaron a Zelaya sano y salvo en pijamas en Costa Rica, en manos de Oscar Arias, un Premio Nobel de Paz, en lugar de esperar una orden detención y colocarlo en un calabozo, en circunstancias nerviosas? No se ustedes pero lo que soy yo, si algún día me encontrase en una situación similar a la de Zelaya, creo que me pondría de rodillas ante los militares rogándoles "porfa, un golpecito hondureño".
Y hablando de Oscar Arias me gustó cuando él, como presidente del Sistema de Integración de Centro América, SICA, en tono firme dejó claro ante todos que todo esto pasaba por tener militares, razón por la cual Costa Rica desde hace 60 años no tenían militares y su democracia seguía en pleno vigor. Hasta a Zelaya se le salió un "de acuerdo". Gracias a ello, por primera vez en mucho tiempo, se logro ver a nuestro Gran Hacendado de turno vestir ropas civiles frente los militares. Pero igual me quedó claro que, comparados con algunos otros, por ejemplo los nuestros, los militares de Honduras están actuando con mucho más respeto a la institucionalidad.
Hace dos semanas pensé que el Artículo de la Constitución de Honduras que dice "La calidad de ciudadano se pierde: Por incitar, promover o apoyar el continuismo o la reelección del Presidente de la República;…", era bastante exagerado. De allá para acá, por cada día que pasa, me suena menos exagerado y más necesario. Los cuatro años de duración máxima para un presidente en Honduras va que chuta, ya nuestro Gran Hacendado de turno lleva más de dos veces y medio ese tiempo buscando que todos le demos un gran golpe a nuestro país. Igual como día a día me suena más indispensable el quitarle la chequera de las resultas petroleras a nuestros petroautócratas.
El Universal
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