Recientemente leí un artículo, que en tono burlón se refería a los "Ni-Ni" como incapaces de percibir ningún tufillo que perturbe la aparente impolutez de su vida equilátera... algo así como si fuesen unoshermafroditas políticos. Les aseguro que un Ni-Ni activo, ese que busca evitar a como dé lugar una guerra fratricida en nuestro país, tiene bastante más hormonas que quienes ciegamente acuden al amparo grupal, buscando refugio para la noche. Los "Ni-Ni" también tienen más sesos, ya que entienden que al día siguiente es necesario encontrar un país viable, ya que no es suficiente sobrevivir, también hay que poder vivir... y convivir.
En estos momentos la prédica del "Ni-Ni" se centra en recordar que la legitimidad de un gobierno significa más que su legalidad. ¿Acaso podría el gobierno actual llamarse legítimo si finalmente llegasen a confirmarse 2.456.788 firmas, una menos que la necesaria, y creer que con eso podría gobernar bien, para todos, hasta el final del período? ¿Acaso la oposición cree que si llega a validar 2.456.789 firmas, y luego gana un referéndum, podría, así de fácil, pasar a gobernar legítimamente al país?
El CNE ya ha reconocido que hay 1.832.493 firmas válidas, que piden referéndum; 876.017 firmas reparables, no demasiado dañadas y 233.573 firmas bastante dañadas, pero donde debe haber una que otra reparable. Si a éstas le sumamos las voluntades abortadas, como las del exterior, es evidente que el gobierno, a partir del solo anuncio del CNE ya está perdiendo, día a día, la legitimidad mínima necesaria para gobernar al país actual. No obstante, no hay que estar Ni con el gobierno Ni con la oposición para saber, a ciencia cierta, que el país necesita resolver esto por una vía distinta a la de la eliminación de uno de los dos grupos.
Me están llegando artículos que especulan sobre la posibilidad de que a corto plazo se paralice la corriente del golfo, que calienta a Europa y a Estados Unidos... lo que causaría un verdadero desastre ecológico de consecuencias horripilantes. Los comentarios ofrecen muy pocas recetas sobre cómo prepararse para tal evento, excepto que todas predican la absoluta necesidad de una mínima cohesión social, que permita defender los territorios ante las desesperadas hordas de refugiados. No debería ser necesario recurrir a semejante ángulo catastrófico para explicar la necesidad de un país unido, pero... por si acaso... amigos ¡Ni Miami! ¡Ni La Habana! ¡Caracas, Venezuela!.