Nos perdimos... ¿y ahora qué?
No hace muchos años, Venezuela se encontró frente a una histórica encrucijada.
En un extremo, se perfilaba la posibilidad de sumergirnos de lleno en el océano de la globalización, buscando maximizar supuestos beneficios, pero diluyendo nuestra bastante frágil identidad como Nación, quizás hasta desaparecer. Por el otro, la alternativa de ni mojar el pie y de aislarnos del mundo, cual ermitaños, con la ambición de resguardar lo supuestamente nuestro.
Lo lógico hubiera sido construir unas bien pensadas naves, que nos hubiesen permitido navegar por el océano global, por lo menos con la ilusión de fortalecer nuestra Nación.
Pero...¿Qué hicimos? Inventamos y nos lanzamos buscando un atajo, confiándonos en unos baquianos extremistas, que alimentados por su fanatismo, su ignorancia o su vulgar avaricia, nos gritaban “Por aquí es ... por mi madre que por aquí es”.
Como resultado, hoy tenemos un país que se despedaza, lenta y dolorosamente, a pellizco limpio, sin nada que mostrar a cambio. En otras palabras...¡nos perdimos!.
Ahora...¿Qué hacemos? Una alternativa, que aún cuando muy triste sería mejor que lo actual, es capitular, después de negociar unos términos de rendición. Como mínimo, cada venezolano debería recibir la ciudadanía de un país de su agrado y un importante cheque en dólares.
La otra vía es rectificar, buscando ser un país sostenible, pero esto requiere crear aquel tejido de sueños que, generación tras generación, inspira aquellos millones de pequeños sacrificios individuales, sin los cuales ni existe, ni se puede construir un país.
¿Y cómo se tejen esos sueños? Alí Primera despotricó contra quienes, en lugar de hacerle caricias a la Patria, la manoseaban. El manoseo puede tener dos causas, la primera, la peor, es cuando refleja bajos instintos y la segunda, la ineptitud, triste compañera frecuente de la buena intención. En otras palabras, La Rectificadora, necesitará tanto del corazón como del cerebro y la funcionalidad de ambos órganos, dependerá de la educación.
Finalizo con una pequeña idea, sólo para hacer volar la imaginación. Comenzando por una sola cuadra del centro de Caracas, implementemos un plan de Cero Tolerancia Ampliado, es decir, que no se permita el abuso del individuo ni la desidia del gobierno. Conquistada esta cuadra, vamos a la siguiente - y quién sabe, si así, algún día tendremos la Venezuela que queremos.