El agua del carnaval global
Hace unos años comencé a reflexionar sobre el agua, cuando descubrí una botellita de agua importada de Francia, cuya etiqueta declaraba que pertenecía a la cosecha del año 1998, pero que, a diferencia del vino, no mejoraba con el tiempo y sólo podía ser “consumida sin riesgo para la salud” hasta el 27 de Julio del 2000. Me preguntaba ¿qué esperarán que haga con ella llegado el 28 de Julio del 2000?
Carnaval es buena época para seguir meditando sobre el tema, especialmente en su estado globalizado. En Venezuela existen dos aguas minerales que compiten por la atención del consumidor: Nevada y Minalba.
Nevada establece en su etiqueta que su origen es de Pozo Profundo y Hecho en Venezuela, pero, eso sí, bajo la autorización de The Coca Cola Company. Ajustándose a normas más flexibles, no fija una fecha para su consumo libre de peligro para la salud, limitándose a establecer que “es mejor antes de...” Si el consumidor tiene alguna duda sobre el agua que ha de beber, puede llamar al 800 TOMEN, donde me supongo atienden su sed de conocimientos las 24 horas del día.
La otra marca, Minalba, no referencia una prestigiosa autorización internacional, lo que no la hace menos globalizada, ya que en su etiqueta no sólo se lee en inglés “Natural Spring Water”, sino que además adopta normas mundiales para declarar su contenido nutricional al incluir la indispensable información de: Calorías 0, Grasas 0, Carbohidratos 0, Proteínas 0 y Sodio 0.
Por supuesto que ambas aguas están equipadas con su código de barras, para que puedan viajar por el mundo, sin perder su identidad. Y la identidad debe ser importante ya que Perrier, la madre de todas las aguas – en precio - ha sido declarada de interés nacional por las autoridades francesas, lo que por supuesto se imprime en su botella.
Hoy, lunes de carnaval, los pongo a meditar acerca de qué será más importante para la globalización del agua, su identidad: el ser francesa, o su tecnología: el estar autorizada por Coca Cola. La respuesta tendrá implicaciones para las respectiva balanzas comerciales ya que, o terminan jugando carnaval en París con La Carioque o habrá que bañarse en Río de Janeiro con Perrier.
Entretanto, y esperando no haberle aguado el escocés a los globalizadores, me quedo con la ilusión de que el agua con que me carnavaleen este año, ni esté vencida, ni incumpla las estrictas normas Norven.