En las críticas circunstancias en que se encuentra el país, obviamente que jamás se me ocurriría asumir la responsabilidad de dirigir su economía, sin contar tanto con una Ley habilitante, como con el apoyo político, que verdaderamente permita implementar un programa de emergencia. Hablo de emergencia por cuanto, de no lograr aprovechar la actual coyuntura petrolera para reflotar y enrumbar nuestra economía, el próximo cambio de viento que ocurra en los precios petroleros, causará pánico.
Nuestros actuales ingresos petroleros son como una torrentosa lluvia tropical, que empapa pero no moja, por lo que urgentemente necesitamos transformar a nuestro país de un estacionamiento asfaltado para comerciar lo importado, en un campo arado que pueda retener la humedad. A continuación resumo algunas propuestas de como lograrlo.
Reducir el IVA de acuerdo a la importancia que tenga la remuneración de la nómina local en el costo variable. Por ejemplo, en servicios como restaurantes lo fijaría en el 5%.
Destinar 1.000 millones de dólares para financiar viviendas a quienes podrían estar en condiciones de adquirirlas, si existieran créditos razonables a largo plazo. A tal efecto, colocaría 1.000 millones de dólares en un fideicomiso en la banca para que otorgue créditos a largo plazo en dólares, para adquirir viviendas cuya construcción se inicie después de anunciado el programa. Las condiciones serían del 8% fijo en dólares y 30 años para pagar. La banca, por el servicio, podría quedarse con el margen que reste después de haber cancelado al Estado una tasa del 6%, que equivale a lo que pagan los Estados Unidos por sus bonos a 30 años.
Solicitar a todos los sectores industriales, agrícolas o de servicios, que se consideren perjudicados de alguna forma por el proceso de la apertura comercial o que enfrenten dificultades para competir, que presenten, en 45 días, una solicitud de protección razonada, cuya vigencia mínima sería de 10 años. Estas solicitudes serían analizadas por una comisión de expertos independientes, quienes elegirían 50 de ellas, sobre la base de dar protección a quien, generando el mayor número de empleos, menos la necesite para hacerse competitivo. Obviamente que antes de aprobar esa lista convendría revisarla con Colombia, por ser nuestro único socio comercial, ya que para todos los demás, sólo somos clientes.
Anunciar un programa de privatización de todo el sector público de distribución eléctrica, basado en la entrega en usufructo de los activos eléctricos a empresas nacionales, que demuestren estar en condición de acometer las nuevas inversiones necesarias, ofrezcan la menor tarifa y para el caso de incumplir con las obligaciones asumidas, estén dispuestas a devolver los activos y la concesión de manera ordenada.
Imponer controles a la entrada de los capitales a corto plazo, inclusive a los nacionales, porque Venezuela no puede permitirse más, que los vaivenes del mercado petrolero sean amplificados por los capitales golondrina.
Desconcentrar a Caracas, ordenando la reubicación de la Asamblea Nacional y de por lo menos 5 ministerios en otra ciudad.
Amigos, los motores de nuestro país se han apagado, por favor, dejemos de apostarle tanto al Gordo del Globo y juguémosle a Venezuela, así sea sólo un quintico.
El Universal, 23 de Noviembre de 2000