Creo que el hecho de haber obtenido hace más de 25 años el Master en Administración en el IESA, de haber sido profesor de Finanzas Internacionales durante 8 años, de haber incluso formado parte de su Coro y de ser actualmente miembro, a mucha honra, de la Junta Directiva de su Asociación de Egresados del Master, me han permitido conocer al IESA desde distintos puntos de vista. Es por ello que, con ocasión de la reciente celebración de los primeros 35 años del IESA, ruego me permitan compartir con ustedes algunas reflexiones respecto del rol, que a mi juicio, debería jugar el IESA durante sus próximos 35 años.
Hace 35 años, el IESA sirvió de guía y tutor para iniciar en Venezuela, una enseñanza seria y profunda sobre las distintas ciencias de la administración. Si bien es válido sostener que el país no parece haber aprendido suficiente de administración, el hecho es que ya ese primer paso se dio y que el IESA ya no tiene el monopolio de esta área. Además, es de recordar que Internet está cambiando rápidamente las formas de accesar e impartir conocimientos. Todo lo anterior evidencia que el IESA necesita buscar un nuevo lugar bajo el sol.
En mi opinión, la nueva razón de ser del IESA, estaría en el campo de aplicar las ciencias administrativas y su propia capacidad investigativa, en función de enseñar a Venezuela y a sus empresas a manejarse mejor en un mundo globalizado. Con frecuencia he sentido que al IESA, como instituto educativo perteneciente a un país en vías de desarrollo, como Venezuela, aún le falta mucho espacio académico por ocupar. A tal fin, me he permitido elaborar una breve lista de algunas áreas en las cuales considero que el IESA debería tener mayor presencia.
La normativa comercial y legal, que actualmente rige en el mundo de la propiedad intelectual, fue esencialmente desarrollada por los países dueños de todos los derechos intelectuales, marcas y patentes. Es por ello que si consideramos que Venezuela será por mucho tiempo sólo un usuario de tales derechos, se vislumbra la necesidad de profundizar el análisis crítico de esa materia desde una perspectiva más acorde con la realidad que nos rodea.
Otra área importante es la del petróleo y la energía. En un mundo energéticamente anoréxico, pudiéramos calificar a Venezuela como un país obeso, que necesita desarrollar sus propios instrumentos y métodos de análisis. Si hubiéramos enfrentado la situación desde esa perspectiva, quizás no habríamos tenido que pasar por el mal trago de descubrir, como lo hemos hecho recientemente, que durante décadas los países consumidores habían venido castigando a nuestro petróleo con inmensos impuestos discriminatorios.
Otro aspecto que requiere de un mejor estudio son las regulaciones aplicables a nuestro sistema financiero, el cual parecería adoptar cada día más la agenda de Basilea, que puede que sea muy buena para un país desarrollado interesado en conservar lo que tiene, pero que le plantea una serie de interrogantes para un país en vías de desarrollo, como el nuestro. Entre éstas; ¿Cómo afectan esas disposiciones el rol vital que debería tener la banca, tanto en la promoción del crecimiento económico, como en la democratización del capital?
Si diéramos una breve, pero crítica, ojeada al sistema del comercio internacional, de protección del ambiente y derechos laborales, seguramente nos percataríamos de que para combatir algunas de las actuales inequidades, deberíamos profundizar el análisis e investigación en ese campo. El IESA pudiera, sin duda alguna, ejercer la función de tutelar los intereses de las empresas del país al velar porque los negociadores de Venezuela posean, como mínimo, la misma capacidad negociadora y analítica que sus contrapartes en los países desarrollados.
De igual forma, observamos que en el caso de muchos de los servicios profesionales, se reduce cada vez más el número de empresas auditoras, publicitarias, consultoras, bufetes internacionales, calificadores de riesgo, etc. Esta tendencia mundial tiene implicaciones, tanto para el país como para los futuros profesionales del IESA, que deben ser cuidadosamente analizadas.
Finalmente, con tanto hablar de la globalización, existe el riesgo de olvidarse de que el sólo hecho de ser Nación, sigue teniendo un significado real para el futuro bienestar, propio y de nuestros hijos. La globalización, al estrechar los vínculos mundiales, obliga de por sí, a una defensa más férrea que nunca del patio propio. En este último sentido se debe recordar, que aún cuando la mayoría del profesorado pueda estar acostumbrado a transitar fácilmente de un país a otro, el IESA, como institución, no posee tal movilidad. Igualmente, la adopción poco discriminada de un modelo de administración global, seguramente no es lo que la mayoría de las empresas venezolanas buscan del IESA, como tampoco la mayoría de sus alumnos, aún cuando algunos de ellos, parezcan andar buscando un propedéutico para el exilio.
Por todo lo antes expuesto, hoy en sus 35 años, justamente por encontrarse en un mundo globalizado, el IESA debe saber que el único lugar bajo el sol que puede ocupar es, como diría Ortega y Gasset, Venezuela y su circunstancia.