Acabo de publicar Voice and Noise" un libro en inglés en el que principalmente discuto temas observados durante mis dos años como director ejecutivo en el Banco Mundial (BM), 2003 y 2004, por Venezuela y siete países más.
Aun cuando les suene extraño mi elección para ese cargo resultó de un proceso que se inició en un foro en el Internet donde, el entonces ministro Felipe Pérez solicitó expresiones de interés. Yo, siempre optimista, le envié al ministro mi currículum, recordándole que provenía del sector privado y no del público, que era un independiente un "radical del medio"; que no tenía el menor interés en callar mi propia voz por ir a Washington; pero que si el gobierno era capaz de convivir con todo aquello, yo me sentía capaz y orgulloso de hacer un buen trabajo para el país. Por cuanto sólo conocía al ministro de cuando una vez me invitó al IESA a dar una conferencia sobre los impuestos al petróleo en países consumidores, no me hice mayores ilusiones y de hecho todo se me olvidó. Al mes, de repente, el ministro me avi sa por el celular que había sido no minado.
Por supuesto que el nombramiento de un director ejecutivo, políticamente independiente, sin trayectoria en el sector público y seleccionado en la red, también causó mucha sorpresa en el BM y por lo que hoy bien vale la pregunta que titula este artículo. Su respuesta no es sencilla.
PRIMERO. Fue mi selección simplemente un accidente, una locura del momento, algo que no ocurrirá más nunca o fue sólo la punta del iceberg de una nueva manera de hacer las cosas. Si sólo fui un accidente, que buena suerte la mía, pero la verdad es que los actuales avances tecnológicos pueden estar augurando importantes cambios en nuestras formas de gobernar. En un futuro, en lugar de estar haciendo política sobre la base de encuestas, podemos estar en capacidad de ejecutar referendos diarios, con todos los ciudadanos, a cero costo, para bien o para mal. En tal sentido y por cuanto Felipe Pérez es una persona que parece creer mucho en el potencial revolucionario de una transparencia sustentada en el uso de la tecnología, mi elección puede haber sido precursora y el ex ministro un profeta. Yo, aun cuando albergo ciertas dudas sobre donde nos pueda llevar tanta transparencia, apoyo esa posibilidad por cuanto suena como un paso evolutivo para la sociedad.
SEGUNDO. De un director en el Banco Mundial se espera que en base a sus propios criterios actúe considerando tanto los intereses de sus representados como los intereses propios de esa institución. Lo anterior no es fácil para nadie y la pregunta sería si alguien con mis características, puede lograr caminar esa cuerda floja. Si bien es cierto que quien provenga del sector público y es nominado por razones políticas de seguro que representaría mejor los intereses a corto plazo del gobierno de turno, un jugador libre como yo, y en cuanto pueda aportar perspectivas distintas al debate de repente puede resultar más útil tanto para la institución como para el país.
Subjetivamente, no me cabe la menor duda que el ministro lo hizo... ¡Muy pero muy bien! Tuve una experiencia increíble, aun cuando por supuesto algo surrealista, y con mi independencia creo haber cumplido responsablemente con los intereses de mi Venezuela, de los demás países amigos que representé, del propio Banco Mundial y con los de este pequeño planeta en el cual todos nos buscamos relacionar. Así que... ¡Gracias Felipe!
El Universal
Aun cuando les suene extraño mi elección para ese cargo resultó de un proceso que se inició en un foro en el Internet donde, el entonces ministro Felipe Pérez solicitó expresiones de interés. Yo, siempre optimista, le envié al ministro mi currículum, recordándole que provenía del sector privado y no del público, que era un independiente un "radical del medio"; que no tenía el menor interés en callar mi propia voz por ir a Washington; pero que si el gobierno era capaz de convivir con todo aquello, yo me sentía capaz y orgulloso de hacer un buen trabajo para el país. Por cuanto sólo conocía al ministro de cuando una vez me invitó al IESA a dar una conferencia sobre los impuestos al petróleo en países consumidores, no me hice mayores ilusiones y de hecho todo se me olvidó. Al mes, de repente, el ministro me avi sa por el celular que había sido no minado.
Por supuesto que el nombramiento de un director ejecutivo, políticamente independiente, sin trayectoria en el sector público y seleccionado en la red, también causó mucha sorpresa en el BM y por lo que hoy bien vale la pregunta que titula este artículo. Su respuesta no es sencilla.
PRIMERO. Fue mi selección simplemente un accidente, una locura del momento, algo que no ocurrirá más nunca o fue sólo la punta del iceberg de una nueva manera de hacer las cosas. Si sólo fui un accidente, que buena suerte la mía, pero la verdad es que los actuales avances tecnológicos pueden estar augurando importantes cambios en nuestras formas de gobernar. En un futuro, en lugar de estar haciendo política sobre la base de encuestas, podemos estar en capacidad de ejecutar referendos diarios, con todos los ciudadanos, a cero costo, para bien o para mal. En tal sentido y por cuanto Felipe Pérez es una persona que parece creer mucho en el potencial revolucionario de una transparencia sustentada en el uso de la tecnología, mi elección puede haber sido precursora y el ex ministro un profeta. Yo, aun cuando albergo ciertas dudas sobre donde nos pueda llevar tanta transparencia, apoyo esa posibilidad por cuanto suena como un paso evolutivo para la sociedad.
SEGUNDO. De un director en el Banco Mundial se espera que en base a sus propios criterios actúe considerando tanto los intereses de sus representados como los intereses propios de esa institución. Lo anterior no es fácil para nadie y la pregunta sería si alguien con mis características, puede lograr caminar esa cuerda floja. Si bien es cierto que quien provenga del sector público y es nominado por razones políticas de seguro que representaría mejor los intereses a corto plazo del gobierno de turno, un jugador libre como yo, y en cuanto pueda aportar perspectivas distintas al debate de repente puede resultar más útil tanto para la institución como para el país.
Subjetivamente, no me cabe la menor duda que el ministro lo hizo... ¡Muy pero muy bien! Tuve una experiencia increíble, aun cuando por supuesto algo surrealista, y con mi independencia creo haber cumplido responsablemente con los intereses de mi Venezuela, de los demás países amigos que representé, del propio Banco Mundial y con los de este pequeño planeta en el cual todos nos buscamos relacionar. Así que... ¡Gracias Felipe!
El Universal