La oposición deshojando su margarita del votar o no votar a veces parece olvidarse de que para ganar votando, teóricamente, necesita la mayoría con un solo voto, mientras que para ganar no votando requieren de muchísimos votos más. No obstante, por mucho que hoy puedan sentirse divididos, comparados con el oficialismo, están increíblemente unidos. En los vasos donde el liderazgo de la oposición busca dilucidar sus diferencias existen tormentas pero, allá afuera, en las aguas del oficialismo, lo que se deslumbra venir es un Tsunami.
El país es actualmente como un estacionamiento asfaltado y toda la lluvia petrolera que le caiga se escapará por la vía de las importaciones o de la fuga de capitales. Dada la poca capacidad de absorción causada por una menguada oferta interna de bienes, el buscar remediar lo anterior con unos muros de contención sólo produciría una inflación explosiva.
El país requiere entonces de la confianza que prepara la tierra para poder recibir la siembra; de la inteligencia para seleccionar el que sembrar; de la capacidad para sembrar, abonar y cuidar lo sembrado y, finalmente, de la honestidad para cosechar y repartir la cosecha de manera justa. ¡Vaya tarea! Lograrlo decididamente requiere, como mínimo, eliminar la corrupción, no sólo aquélla que trafica con dinero, sino también aquélla que remunera a los supuestos incondicionales con cargos para los cuales son ineptos. ¡Vaya bomba divisiva para el oficialismo!
A la oposición, para lograr la mayoría que defina los resultados a su favor, le podría bastar con quedarse sentada esperando, aún cuando ciertamente les haría bien tener un plan de acción y un candidato que motive sus propias filas, por supuesto, siempre y cuando tanto el plan como el líder no constituyan un obstáculo para atraer a los descontentos.
Chávez intuye lo anterior, por lo que anda dando tumbos buscando como loco esa nueva pega-loca que pueda sustituir la corrupción y que le sirva para mantener a sus tropas unidas, ya que su propia capacidad aglutinadora ha perdido efectividad tras demasiados años de campaña y demasiadas contradicciones. Además tiene el problema de que no sólo necesita ganar las elecciones, sino que también debe conseguir la llave que le permita introducir un cambio total, dado que otros seis años iguales a los ocho que habrán transcurrido, si que no lo aguanta nadie… por lo que desde ya sabe que no llegaría al final de su hipotético período nuevo.
El país es actualmente como un estacionamiento asfaltado y toda la lluvia petrolera que le caiga se escapará por la vía de las importaciones o de la fuga de capitales. Dada la poca capacidad de absorción causada por una menguada oferta interna de bienes, el buscar remediar lo anterior con unos muros de contención sólo produciría una inflación explosiva.
El país requiere entonces de la confianza que prepara la tierra para poder recibir la siembra; de la inteligencia para seleccionar el que sembrar; de la capacidad para sembrar, abonar y cuidar lo sembrado y, finalmente, de la honestidad para cosechar y repartir la cosecha de manera justa. ¡Vaya tarea! Lograrlo decididamente requiere, como mínimo, eliminar la corrupción, no sólo aquélla que trafica con dinero, sino también aquélla que remunera a los supuestos incondicionales con cargos para los cuales son ineptos. ¡Vaya bomba divisiva para el oficialismo!
A la oposición, para lograr la mayoría que defina los resultados a su favor, le podría bastar con quedarse sentada esperando, aún cuando ciertamente les haría bien tener un plan de acción y un candidato que motive sus propias filas, por supuesto, siempre y cuando tanto el plan como el líder no constituyan un obstáculo para atraer a los descontentos.
Chávez intuye lo anterior, por lo que anda dando tumbos buscando como loco esa nueva pega-loca que pueda sustituir la corrupción y que le sirva para mantener a sus tropas unidas, ya que su propia capacidad aglutinadora ha perdido efectividad tras demasiados años de campaña y demasiadas contradicciones. Además tiene el problema de que no sólo necesita ganar las elecciones, sino que también debe conseguir la llave que le permita introducir un cambio total, dado que otros seis años iguales a los ocho que habrán transcurrido, si que no lo aguanta nadie… por lo que desde ya sabe que no llegaría al final de su hipotético período nuevo.
Publicado en Caracas, en El Universal, el 23 de Marzo de 2006