Por varias razones, el debate sobre la economía mundial recientemente me ha recordado la fruta. El sabio Henri Pittier escribió su Manual sobre plantas comunes en Venezuela en 1926. En él escribió lo siguiente sobre el mango:
"Se cosecha en abundancia, y son muchos los que, durante la época en la que están maduras, dedican todo su tiempo a la búsqueda de esta fruta, que durante algún tiempo se convierte en su única fuente de alimentación, muy a menudo en detrimento de su salud. Uno puede vacilar, a continuación, en decidir si la introducción de este árbol [de Asia] ha sido una bendición o una maldición. El autor de estas palabras se inclina a creer que este último ya que el mango conduce al ocio, a la invasión de otro es la propiedad y de la vagancia; además, no importa lo bueno o saludable que sea, cuando se ingiere con moderación, a veces provoca trastornos digestivos y está lejos de ser la comida sana. Altera, entonces, tanto la moral, así como la salud pública. "
Esta cita interesante nos muestra que, además del petróleo, los mangos deben ser clasificados en la lista de culpables que han sido la causa de nuestro pobre desarrollo económico. De cierto, además del mango y del petróleo, también hay que añadir a esta lista el sol, las playas y todas aquellas variables que, sin duda, hacen que sea más fácil para sobrevivir una recesión económica en Caracas tropical que en un Moscú invernal.
Puesto que parece evidente que la simplicidad de la vida en los trópicos conduce a la pereza, mientras las penurias del invierno promueve la disciplina y la ética del trabajo que han inspirado en última instancia, el desarrollo económico global de hoy, nos corresponde para ver el calentamiento global con renovada preocupación y de una forma totalmente nueva ángulo.
He hecho mis propias observaciones empíricas acerca de la evolución del calentamiento global. Cada fin de semana de Carnaval, por ejemplo, me paseo mi playa en Margarita, la isla venezolana tropical en el mar Caribe, y tomo nota de la anchura de la costa desde la línea de agua a la calzada. Incluso cuando tuve terribles dificultades para encontrar un lugar en el que anclar sombrilla de playa, nunca preocupe realmente por eso. Simplemente me atribuí esta dificultad a la creciente popularidad de la isla y no a una invasión de los océanos.
Hoy, sin embargo, albergo serias dudas sobre la validez de mi método de medición puesto que desde dondequiera que miro me parece poder ser una evidencia nueva y concreta de un avanzado estado de calentamiento global.
¿Cómo si no, que no sea asumiendo un cierto desplazamiento hacia el norte del paralelo de las repúblicas bananeras, podemos explicar los actuales enormes déficits fiscales y comerciales que actualmente se desarrollan en los Estados Unidos.¿Cómo si no, que no sea asumiendo un cierto desplazamiento hacia el norte del límite geográfico de las repúblicas bananeras, podemos explicar las posiciones opuestas recientemente sufridas por superpotencias como Europa y los Estados Unidos sobre la cuestión de los plátanos, como si fueran alguna moderna versiones de Lilliput.
¿Cómo si no, otros que al asumir la creación de las condiciones climáticas propicias para el cultivo de mangos, podemos entender por qué Japón no ha sido capaz de combatir la ociosidad y estimular la reactivación de su economía? Todos hemos leído que el Japón ha reducido las tasas de interés a un ritmo anual del uno por mil. ¿Te imaginas lo impresionó como un botánico Henri Pittier sería al observar este ejemplar único de un mango?
Traducido del The Daily Journal Marzo 12, 1999