Si su hijo, por malcriado, estrella una torre de platos contra el piso argumentando que le da rabia el hambre que pasan en África… Usted no se pone a discutir el hambre de África con él.
A los siete años el país no puede seguir dividiéndose por discutir de si Chávez es bueno o malo, neoliberal o comunista, patriota o entreguista, Bolivariano o Zamorano, generoso o cínico, o cuantas cosas más, ya que lo que importa, es si sirve como Presidente y ya la mayoría sabe que no. ¡Qué lástima!... Tenía apoyo como para hacer cosas buenas, pero… mejor pasamos esa hoja.
Hoy, al trazar un plan de gobierno para el 2007, lo que el país espera y merece es un modesto plan orientado a darle un respiro, una calma y a gobernar razonablemente bien. En otras palabras, un plan muy distinto al que visualizan quienes dicen que necesitamos una alternativa que compita en ilusiones de grandeza con las confusiones de Chávez.
Quien tiene reservas puede darse el lujo de apostar a grandes mejoras pero, quien no tiene ni asegurado su pan de mañana, cualquier radicalidad que le pueda alterar su frágil equilibrio le significa un riesgo horrible. En este sentido, la mayor pobreza que hoy tenemos, en lugar de favorecer un cambio, obra como una fuerza conservadora. Digo esto por cuanto ya hemos oído unos llamados a otra Constituyente, lo que aparte de una estupidez política, suena hasta insolente para el país, cual primer artículo Carmoniano cuando, en lugar de extender la mano al lado contrario, como las circunstancias requerían, la arrogancia los indujo a comenzar con rebautizar al país.
No despedir ni un solo empleado público por un año; no suspender ni una sola misión hasta que pueda ser reemplazada por algo mejor; colocar toda la fuerza del Estado tras el objetivo de evitar cualquier retaliación ilegal o anárquica, son el tipo de ofrecimientos que necesitamos… en otras palabras, un gobierno controversialmente moderado.
Si Chávez logró conectarse con el pueblo ofreciendo cambios e instigando revolución, el próximo presidente deberá poder ver al pueblo venezolano a los ojos y convencerlo, con esa sinceridad que produce la intención de cumplir, que la transición les traerá paz, tranquilidad y gobierno. Amigos, hoy tenemos un país muy cansado que merece un descanso. Al próximo que se le ocurra ofrecerle a nuestros necesitados un agite populista… pues hasta este tranquilo extremista del centro se le puede poner violento.
A los siete años el país no puede seguir dividiéndose por discutir de si Chávez es bueno o malo, neoliberal o comunista, patriota o entreguista, Bolivariano o Zamorano, generoso o cínico, o cuantas cosas más, ya que lo que importa, es si sirve como Presidente y ya la mayoría sabe que no. ¡Qué lástima!... Tenía apoyo como para hacer cosas buenas, pero… mejor pasamos esa hoja.
Hoy, al trazar un plan de gobierno para el 2007, lo que el país espera y merece es un modesto plan orientado a darle un respiro, una calma y a gobernar razonablemente bien. En otras palabras, un plan muy distinto al que visualizan quienes dicen que necesitamos una alternativa que compita en ilusiones de grandeza con las confusiones de Chávez.
Quien tiene reservas puede darse el lujo de apostar a grandes mejoras pero, quien no tiene ni asegurado su pan de mañana, cualquier radicalidad que le pueda alterar su frágil equilibrio le significa un riesgo horrible. En este sentido, la mayor pobreza que hoy tenemos, en lugar de favorecer un cambio, obra como una fuerza conservadora. Digo esto por cuanto ya hemos oído unos llamados a otra Constituyente, lo que aparte de una estupidez política, suena hasta insolente para el país, cual primer artículo Carmoniano cuando, en lugar de extender la mano al lado contrario, como las circunstancias requerían, la arrogancia los indujo a comenzar con rebautizar al país.
No despedir ni un solo empleado público por un año; no suspender ni una sola misión hasta que pueda ser reemplazada por algo mejor; colocar toda la fuerza del Estado tras el objetivo de evitar cualquier retaliación ilegal o anárquica, son el tipo de ofrecimientos que necesitamos… en otras palabras, un gobierno controversialmente moderado.
Si Chávez logró conectarse con el pueblo ofreciendo cambios e instigando revolución, el próximo presidente deberá poder ver al pueblo venezolano a los ojos y convencerlo, con esa sinceridad que produce la intención de cumplir, que la transición les traerá paz, tranquilidad y gobierno. Amigos, hoy tenemos un país muy cansado que merece un descanso. Al próximo que se le ocurra ofrecerle a nuestros necesitados un agite populista… pues hasta este tranquilo extremista del centro se le puede poner violento.