“Muchas veces he sido tildado de chavista, por haber escrito algunas opiniones que sonaban como si fuesen compartidas por voceros del gobierno. Otros me han considerado como anti-chavista, porque también he escrito artículos en su contra. Ese es el riesgo de quienes no somos políticos y que nadamos en la mitad del agitado río actual, rehusando las orillas extremas, aún conociendo el riesgo de morir ahogados.”
Así comencé un artículo titulado “La nueva oportunidad de Chávez”, publicado el 16 de abril de 2002, en el cual, sin demasiada modestia, me permití formularle al Presidente una serie de recomendaciones sobre como debería enfrentar ese segundo tiempo, que la historia le concedía.
Quería estampar mi firma en la solicitud del referéndum del pasado fin de semana, ante nada, por la posibilidad implícita de lograr adelantar una consulta electoral general, que en tiempos de tanta tensión, tiene además un inmenso valor simplemente hasta como una válvula de escape.
Lamentablemente, por cuanto transitoriamente vivo en el exterior, no tuve la oportunidad de ejercer tal derecho, por alguna razón legal que se me hace turbia. Me informaron que había una lista informal donde firmar, con notarios dispuestos a servir de testigos, pero como yo no andaba buscando derechos políticos informales, sino lo que quería era ejercer un derecho formal de ciudadano, no firmé nada.
Ante esta frustración electoral, no puedo evitar recordar el final de mi artículo, donde decía… “Hugo Chávez, agradezca su segunda oportunidad, regalándose la posibilidad de hacerlo bien. Si no lo hace, que Dios y la Patria se lo reclamen.” El referéndum será justamente la oportunidad para quienes lo deseen de hacer efectivo tal reclamo.
No obstante, es bueno recordar que haya referéndum o no; si se fue o se quedó; a la mayoría de los venezolanos nos preocupa mucho más el hacia dónde vamos, que el de dónde venimos. En tal sentido, sería triste pensar que tanto esfuerzo y participación ciudadana acabe con una estéril campaña retrógrada de un verde o blanco o de un estás o conmigo o en mi contra.
Amigos todos, minorías radicales de ambos lados y mayoría de radicales del medio, regalémonos una enmienda constitucional, que obligue a la segunda vuelta electoral en las próximas elecciones generales. Con tal enmienda podríamos garantizarle al ganador un mandato suficiente, sin la necesidad de limitar el debate político, desde su inicio, a un descolorido blanco o negro.